Uvira, nuestro hogar
Exposición ATD Cuarto Mundo, “Destrucción Reconstrucción”, 2017 – AR0205601013 ©D’Ange Henri Rambello
Uvira, ciudad de Kivu del Sur, República Democrática del Congo, devastada por inundaciones en medio de la pandemia.
Stefano Tera Roméo, animador de Tapori, escribe:
- “Durante la noche del 16 al 17 de abril cayeron lluvias torrenciales en nuestro territorio y el cielo no dejó de derramar agua durante dos días. Nuestra única riqueza, nuestro hogar, la ciudad de Uvira y sus alrededores están desolados. El daño es enorme e incalculable en las comunas de Kalendu, Mulongwe, Karimvira y en toda la llanura.
Estoy profundamente afectado en mi alma y en todo mi ser. Mientras escribo este mensaje, docenas de familias han perdido a seres queridos, y miles de personas están desoladas, sin hogar; todo lo que poseían ha desaparecido. Que Dios nos consuele por estas pérdidas inconmensurables y venga en nuestra ayuda.
Felicito a nuestros jóvenes y niños que no han escatimado esfuerzos para acudir en ayuda de todas las personas y asistir a los socorristas de la Cruz Roja en la República Democrática del Congo.
Han tenido la valentía de ir a rescatar a sus vecinos durante la noche y mucho después.
También hay que destacar la solidaridad de las familias que han sido menos afectadas y que acogen sin vacilar a las personas que no tienen a dónde ir, ni dónde poner a salvo las pocas pertenencias rescatadas de las aguas.
Llamamos a la unidad y a la solidaridad para que cada persona actúe según sus fuerzas y posibilidades a fin de seguir ayudando a salvar vidas. Las autoridades están trabajando en un plan de rescate para las personas afectadas. Es probable que la lucha para superar este desastre sea larga.
- Cuarenta y ocho horas después de esa horrible noche, había 6.000 parcelas dañadas y 1.500 desaparecidas bajo el barro. Más de 75.000 familias bajo la luna, sin lugar donde vivir, estando los centros de acogida ya tan llenos. El número provisional de vidas perdidas es de ciento sesenta y siete. Estamos de luto”.
Stefano, junto con otros jóvenes, ellos mismos muy afectados por las inundaciones, dieron lo mejor de sí para salvar vidas y ayudar a las familias más afligidas a recuperarse. Hoy, con fuerzas en declive, se toman el tiempo de sentarse con los monitores de Tapori en Uvira y están en contacto telefónico con los de Bukavu, a unos 150 km de distancia. Toman conciencia de los enormes desafíos que la ciudad tendrá que enfrentar:
- “Corremos el riesgo de morir de hambre”, dice Pascal. “Los dos puentes de la RN5, en la llanura de Ruzizi, que la población solía utilizar para abastecerse, han sido arrastrados”
El suministro ya se había vuelto difícil debido a las prohibiciones de circulación entre la ciudad y la llanura para evitar la propagación del coronavirus. Paradójicamente, estas medidas hoy en día impiden que la ayuda llegue desde el exterior.
También temen un resurgimiento de la epidemia de cólera. La planta de recolección, purificación y tratamiento de agua fue destruida por el desbordamiento del río Mulongwe. La población, privada de agua potable, utiliza el agua del lago Tanganica. Este mismo lago ha crecido y se está extendiendo más allá de sus límites habituales.
Los jóvenes también notaron grietas en las paredes de varias de las casas que permanecían en pie. Construidas de manera tradicional, con adobe, están en peligro de colapsar con las continuas lluvias.
Juntos, los jóvenes están planeando:
- Hacer obras solidarias para apoyar los esfuerzos de las familias más pobres que tratan de recuperarse con lo poco que han podido salvar;
- Ayudar a los niños y niñas a encontrar la alegría a pesar de todos los problemas que tienen ante sus ojos;
- Resistir juntos a pesar de la fatiga y la incertidumbre.
Han recibido mensajes de amistad de sus amigos de Burundi, de la vecina ciudad de Bujumbura, ubicada a sólo unos pocos kilómetros. Pero ni visitas ni ayuda se pueden prever ya que las fronteras están cerradas por la pandemia. Poco después, sus amigos fueron afectados a su vez por las aguas crecientes del río Ruzizi y del lago que invadieron algunos barrios de Bujumbura, entre ellos Kajaka, donde viven varias familias de niños y niñas Tapori y miembros de la asociación “Haguruka”.
“nos sentimos fuertes al apoyarnos mutuamente”
Consolate, Christian, Saleh, Pascal, Stefano y muchos otros monitores de Tapori permanecen juntos y se mantienen firmes para que en medio de la desgracia la esperanza siga viva.