Un club de lectura para fomentar las relaciones, en un barrio azotado por la violencia

Desde hace 10 años, el acceso a una educación de calidad para todas  todos constituye el núcleo central de las prioridades del Movimiento Internacional ATD Cuarto Mundo. Este año nos proponemos descubrir el trabajo realizado por equipos internacionales de ATD Cuarto Mundo en materia de educación.

Nuestra propuesta es una cita mensual a manera de una invitación a viajar: cada mes publicaremos el relato de un triunfo, individual o colectivo, gracias a la movilización de un equipo de ATD Cuarto Mundo con los niños, sus familias y sus comunidades.

De una historia a otra descubriremos un equipo diferente apoyando, cada uno, una dimensión particular de la vida y del desarrollo de los niños: uno busca ayudar a consolidar los lazos familiares, otro acompaña la escolarización y el éxito de los niños en los estudios, y otro participa en la formación cultural de los niños de un barrio… Los relatos de estas acciones se complementan y conforman el mosaico de un proyecto de sociedad que brindaría una educación de calidad para todas y todos.

Un primer componente de estos relatos está consagrado a las acciones de los equipos de ATD Cuarto Mundo que dan fuerza a los padres y les hacen recobrar la confianza en sí mismos (Reunificación familiar en Burkina Faso, Bébés Bienvenus en Haití); un segundo será consagrado a las acciones culturales quie fortalecen a las comunidades en el ejercicio de sus responsabilidades educativas frente a sus niños (Story Garden en Gallup, USA; un proyecto artístico comunitario en el barrio de Hochelaga en Montreal, Quebec; el Club de Lectura en Ciudad de Guatemala; una Biblioteca de calle en República Centroafricana). Para terminar, un último componente será dedicado a las acciones que refuercen las competencias de la escuela para ejercer su papel con los niños más pobres (Tanzania, Haití, Brasil).


Este mes, el equipo de Guatemala nos ofrece la historia de la creación y del desarrollo del club de lectura de la zona 18 en la ciudad de Guatemala.

En este barrio frecuentemente tocado por enfrentamientos entre bandas rivales, ya no era posible animar una biblioteca  de calle sin poner en peligro a los niños. Acogidos por algunas familias, el equipo continuó la biblioteca «de casa en casa», hasta que los niños de esas familias crecieran.

David Jean, voluntario permanente en Guatemala en 2018, y Doña Raquel, activista  que vive en el barrio, cuentan cómo el equipo y algunos padres reflexionaron juntos sobre cómo ir al encuentro de nuevas familias en este contexto difícil.

En esta historia, descubrirán cómo su reflexión conjunta permitió construir una acción de promoción cultural que logró llegar a los niños más excluidos y reconstruir vínculos comunitarios dañados por la desconfianza mutua. El intercambio de libros hizo que se construyeran puentes de casa en casa y dentro de las familias mismas. Estos lazos abrieron a los niños a la lectura, siendo a la vez la llave para abrirlos a otros horizontes y un alimento para el alma.

En esta historia, podrán escuchar a algunos de estos niños, como Priscilla o Verónica, contar cómo su cercanía compañerismo con los libros les ha permitido enriquecerse.

Cuando sentimos que nuestras bibliotecas de calle encuentran sus límites, porque los niños con los que estamos crecen, porque las familias de los barrios se encierran en sí mismas y porque estamos menos seguros del sentido de nuestras acciones, volvamos a sumergirnos en estas historias. Inspirémonos en la manera en que David, su equipo, Doña Raquel y las otras familias abierto reabrieron de nuevo el caminos y reafirmemos nuestra valentía, para que otros niños, como Verónica, puedan decir algún día a su vez:

“La lectura es importante para mí, los libros me ayudan a desarrollar mi mente, la imaginación. Me ayudan a olvidarme de mis problemas. La protagonista soy yo en el momento que leo, me olvido de todo. Leer me hace feliz y deseo que también lo sea para mi hijo. Aprendemos con el tiempo, con las personas que están a nuestro alrededor, pero para mí los libros fueron importantes. Las mamás de mi edad no saben cosas que yo sé, y las aprendí leyendo. Ellos me enseñaron a ser buena madre”.

Para descubrir esta historia completa del Club de lectura, hacer clic aquí o en la imagen: