Surgirá una nueva humanidad sin miseria | Isabelle Pypaert Perrin
Mensaje de Isabelle Pypaert Perrin, Delegada General del Movimiento Internacional ATD Cuarto Mundo
en el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, 17 de octubre de 2016.
“Los más pobres nos lo han señalado miles de veces: lo peor para el ser humano no es tener hambre o no saber leer, ni siquiera es la falta de trabajo. La peor de las desgracias es ser conscientes de que no son tenidos en cuenta por nadie hasta el punto de que incluso sus sufrimientos son ignorados. Lo peor es el desprecio de sus conciudadanos, porque es el desprecio lo que los aparta del reconocimiento de todo derecho, haciendo que el mundo menosprecie su modo de vida y les impida ser reconocidos como seres dignos y capaces de asumir responsabilidades. «La mayor desgracia de la pobreza extrema, es ser un muerto en vida a lo largo de toda su existencia”, decía Joseph Wresinski, fundador de ATD Cuarto Mundo.
En el corazón de esta jornada de rechazo a la miseria, se encuentran todas las personas que afrontan la violencia de la miseria, impuesta a través de múltiples privaciones y del desprecio, todas aquellas personas expulsadas de un lugar a otro por los conflictos, por la sequía, las inundaciones, el hambre y la miseria, pero, ¿cómo les recibimos cada día entre nosotros?
Las fronteras entre los diferentes países se cierran aún más y otras, invisibles, se levantan entre barrios y comunidades. Se construyen muros entre las personas, la constante búsqueda de mayor seguridad de unas, termina empujando a otras a una situación de vulnerabilidad total. Cuantas personas, intentando ganar su vida la arriesgan y desaparecen sin dejar rastro alguno.
La indiferencia y la ignorancia alimentan los prejuicios y los miedos, e incluso, en ocasiones, inspiran políticas públicas que consideran a las personas desfavorecidas como elementos sospechosos o como objetos de asistencia y no como portadores de derechos y responsabilidades.
Un verdadero derroche para las sociedades que de este modo se ven privadas de la experiencia de quienes conforman su vida diaria a partir de la resistencia, el valor y la paciencia que les permitirán encontrar las vías que nos liberarán de las divisiones y traerán la paz.
«En la miseria, no somos más que nuestra propia sombra, afirma este padre de Alemania. Para poder superar esta situación tenemos que poder saltar por encima de nuestra propia sombra. Pero para saltar por encima de nuestra propia sombra, necesitas a tu lado a alguien que crea en ti, más de lo que tu crees en ti mismo.»
Así mismo, la Sra. Louise de la República Democrática del Congo explica: «en ATD Cuarto Mundo no encontramos dinero, sino inteligencia para ayudarnos a superar la miseria. Nuestro objetivo, es encontrar a la persona que sufre las condiciones más graves de miseria. Le llamamos y le decimos: «ponte en pie, tienes fuerzas«. La llevo conmigo, le enseño a cargar con el peso, como hago yo, y continuamos conjuntamente el trabajo, de manera que no dejemos a nadie atrás. Si llevamos a cabo esta filosofía que nosotros practicamos aquí, en el futuro no habrá más miseria en el mundo.»
Esta lucha por conseguir el reconocimiento de la dignidad de todas las personas, en la que están comprometidos la Sra. Louise y este padre alemán, se pone en práctica en muchas partes del mundo.
En Francia, en un barrio muy deteriorado, los vecinos se unieron para pintar de nuevo el portal y las escaleras, llenas de pintadas insultantes.
En Guatemala, madres y padres en situación de extrema pobreza encontraron fuerzas para establecer un diálogo con los docentes y con el Ministerio de Educación hasta obtener la gratuidad de la escuela pública en el país.
En el mundo, gracias a la iniciativa de ATD Cuarto Mundo, miles de personas que han vivido en situación de extrema pobreza, conjuntamente con funcionarios públicos, agentes de terreno o universitarios, se unen e intercambian sus conocimientos respectivos. Entre otras dinámicas, su trabajo ha influido en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, una herramienta por la cual los jefes de Estado se comprometen a actuar por un desarrollo «que no deje a nadie atrás.»
El camino para liberar el mundo de la miseria es largo, pero avanzamos en la medida en la que conservamos la confianza en el ser humano y nos unimos para aprender de quienes, desde siempre, resisten a la extrema pobreza y rechazan que otras personas sean objeto de humillación o descrédito. Joseph Wresinski, con determinación, nos ha movilizado. Como él seguimos creyendo que «surgirá una nueva humanidad, sin miseria, puesto que así lo queremos.»
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