Retorcidos derechos
Foto©ATD Cuarto Mundo. Madrid 2017
El siguiente artículo está escrito por Jaime Muñoz Pérez, voluntario permanente del Movimiento ATD Cuarto Mundo en Madrid.
Para muchas personas en todo el mundo, los derechos humanos, son papel mojado.
Estos derechos son humanos porque, aunque no se cumplan, se apoyan en la aspiración de tantas personas en situación de pobreza a ser tratadas con dignidad, porque deberían inspirarse en su resistencia y en la solidaridad cotidiana de las comunidades desfavorecidas, tantas veces invisibles al mundo del derecho y al resto de la sociedad.
La burocracia, una barrera que pone en riesgo la aplicación de los derechos humanos
Después de más de dos años de trámites Ramón y Agustín reciben hoy su primera paga de la Renta Activa de Inserción. Es una alegría velada, por la paciencia ante tantas negativas y porque, en definitiva, solamente serán 14 euros diarios, lejos del mínimo digno promulgado por la Carta Social Europea.
Para llegar hasta esta renta de miseria han sido necesarios numerosos e insólitos trámites que no siempre corresponden a los de “una persona normal”: el Documento Nacional de Identidad tras varias décadas sin él, lograr que la Policía Nacional hiciera formal la denuncia en la vivienda autoconstruida en la que viven como requisito previo al empadronamiento, la creación de una cuenta de ahorro, la solicitud de demandante en la Oficina de Empleo.
Unos esfuerzos preciosos sistemáticamente silenciados y no valorados
Ramón y Agustín son, desde luego, personas normales, lo que es anormal es la situación de extrema pobreza en la que viven de manera persistente desde hace años. Porque no es normal vivir bajo la lona de un camión o en una tienda de campaña durante una década, porque no es normal vivir sin servicios básicos como agua, electricidad o calefacción, porque no es normal la situación de pobreza extrema, exclusión y aislamiento a la que están obligados.
Ramón y Agustín son personas muy ingeniosas que sobreviven de su esfuerzo y trabajo diario y vienen de una historia larga de trabajos precarios e itinerarios educativos incompletos. Desde niños y hasta hoy realizan trabajos como recuperar metales, palés, ropa, comida y un sinfín más que da para llenar un largo currículo de trabajos de explotación. Acompañados por otras personas implicadas en el Movimiento ATD Cuarto Mundo en Madrid han tenido suficiente paciencia para rehacer los trámites en tres ocasiones por razones tan extraordinarias como que, en una de las ocasiones, se había presentado la documentación con cinco meses de empadronamiento conjunto en vez de seis, cuando la respuesta fue escrita por la administración nueve meses después de recibir la documentación.
En ningún momento la administración ha tenido en cuenta su larga experiencia, una experiencia cotidiana de sufrimiento o emergencia. Más bien se les ha obligado a silenciar sus esfuerzos diarios, para no tener que descontar las monedas inseguras de cada día a la cantidad ridícula que un día, con suerte, percibirán.
Una sucesión de casualidades
Un día, casualmente el Día Internacional de los Derechos Humanos reciben por primera vez su renta de miseria y al mismo tiempo la notificación de demolición de la vivienda autoconstruida en la que viven desde hace cerca de diez años. Donde viven, a la orilla de ese viejo camino hacia el vertedero, a casi dos kilómetros de cualquier servicio público, donde no llega el correo, la luz o el agua, pero sí la basura y las notificaciones de demolición.
La municipalidad ha construido un área verde en lo que un día fue un vertedero y que sin duda vendrá a alimentar el cinturón verde que hace poco anunció el alcalde ante las autoridades de la COP 25, esa reunión por la justicia climática.
Hoy día sigue siendo más fácil vulnerar los derechos de las personas en situación de extrema pobreza que defenderlos, y solo la sed de dignidad de los pobres hace que estos derechos quieran seguir siendo humanos.
Aún en la actualidad, incluso en los países «desarrollados» como España, los programas de asistencia del Gobierno no tienen en cuenta la realidad que experimentan diariamente las personas que viven en la pobreza extrema.
La intrincada burocracia excluye a muchas personas que el Gobierno dice que quiere ayudar. Y Para mayor desgracia, con frecuencia se acusa a quienes viven en la estrema pobreza de no aceptar la ayuda o de ser demasiado perezosas para hacer los trámites.
Sin embargo, este ejemplo muestra bien el enorme esfuerzo, que tantas personas realizan a diario. Su constancia es una prueba de las esperanzas de todas ellas de poder vivir con dignidad.
Pueden encontrar este y otros artículos e informaciones en el sit web ATD Cuarto Mundo España