Resistencia de ayer, resistencia de hoy
Martine Le Corre, militante ATD Cuarto Mundo ha intervenido en los Encuentros de Montreuil, Poner fin a los prejuicios sobre las personas que viven en situación de pobreza, celebrado el 27 de mayo de 2015 con motivo de la entrada en el Panteón de Geneviève de Gaulle Anthonioz.
Extracto de su intervención
«No, lo digo claramente, las personas más pobres, contrariamente a todas esas ideas preconcebidas, son personas que resisten y a las que ignoramos, son personas resistentes que con frecuencia se ven forzadas a la clandestinidad, resistentes de la vida diaria, resistentes de la vida».
Para mí, existen dos tipos de resistencia:
- La resistencia diaria para tratar de subsistir, para tratar de existir, ese tipo de resistencia, que pocas personas imaginan y que ni siquiera sospechamos, pues nos hemos acostumbrados de tal modo a la miseria humana que acabamos por trivializarla, por considerarla como algo normal.
- Asimismo, las resistencias organizadas, que se deciden y que, cuando la sociedad conoce su existencia, se castigan.
Por ejemplo, cuando una persona vive en situación de pobreza, si colabora con otra persona ofreciéndole un lugar donde dormir, es porque en el fondo de nosotros entendemos que esta situación es inaceptable. Pero como somos personas que vivimos en situación de pobreza, es decir, con frecuencia con las mismas dificultades, en cuanto tienen conocimiento de ello, tanto los organismos promotores de vivienda social como los trabajadores sociales nos lo echan en cara.
Es increíble cómo la sociedad acepta que nosotras, las personas que vivimos en situación de pobreza, vivamos de la asistencia, de la caridad, de los consejos, pero no de la solidaridad, de actos de resistencia como estos.
Este tipo de reacciones de rechazo frenan y niegan esta actitud de resistencia y reducen a quienes vivimos la pobreza a: «no estaría mal que al menos os ocupaseis de vosotros mismos». Esto reacción nos empuja a actitudes individualistas, que es precisamente algo que no queremos ser.
¡El padre Joseph nos ha alentado a resistir a esta falta de solidaridad de nuestro medio social y que sin cesar nos proponen e imponen!
Recientemente, en un juicio de medidas de protección de menores relativas a la acogida de estos, uno de los argumentos presentados por el juez consistía en recriminar a la madre y al padre por no acudir a los bancos de alimentos mientras que, para ellos, no acudir a dichos bancos, ¡era un acto de resistencia!
En mi opinión, este juicio muestra bien la ignorancia que se tiene de nuestro medio social y sobre nuestra capacidad para ofrecer apoyo mutuo en la familia, en el vecindario o entre las amistades.
En ese mismo juicio callaron que a esta familia le cortaron el suministro de electricidad durante ocho meses y que gracias a la colaboración del vecindario, que aceptaron que engancharan la luz en sus casas, pudieron soportar la situación. Se prohíbe este tipo de resistencia, aunque el medio social la organice para que no se estigmatice a la familia, para que los menores puedan asistir a la escuela con la ropa limpia y con las tareas escolares, gracias a que tienen luz. La resistencia organizada entre nosotros nos permite vivir de forma más normalizada en nuestros diferentes entornos.
Asimismo pienso en la historia de una madre cuyo hijo de quince años se encontraba en situación de acogida familiar y que fue atropellado por un camión y murió como consecuencia de este accidente. La madre se encontraba bajo tutela. Cuando el seguro efectuó el pago por el fallecimiento de su hijo, tuvo que luchar enormemente para que le dejaran poder elegir la lápida que quería para su hijo. Su tutora legal consideraba que era demasiado cara y que era preferible ingresar la cantidad máxima de dinero posible en una cuenta para ahorrar: «No debes gastar todo esa cantidad dinero en esto». Y, sin embargo, la madre opuso resistencia: «Ese dinero no es mío, mi hijo debe ser el principal beneficiario».
En mi opinión, este tipo de situaciones demuestran como las personas tienen que resistir para que se respeten sus decisiones, mientras que en cualquier otro medio social, no le permitiría a nadie ajeno intervenir.