Un pueblo unido contra la exclusión
En Burkina Faso, la celebración del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza tuvo lugar en el pueblo de Sakoula, y reunió a cerca de 500 personas. Un pasacalles compuesto por percusionistas, un malabarista y marionetas gigantes inauguraron de manera festiva la jornada. La multitud atravesó el pueblo y condujo a las personas presentes hasta el Centro Delwendé, donde tuvo lugar la celebración.
El tema del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza en 2016 era: «de la humillación y la exclusión a la participación». El comité de preparación quiso celebrar ese día en el Centro Delwendé para permitir a las madres del mismo poner en evidencia los esfuerzos que realizan para resistir a la exclusión y seguir siendo útiles a la sociedad. El Centro Delwendé alberga a mujeres desterradas de sus pueblos, con frecuencia acusadas de brujería. Este centro durante muchos años estuvo situado cerca del centro de Uagadugú, pero después de unas inundaciones se trasladó a un pueblo fuera de la capital. Este traslado supuso para las mujeres la pérdida de puntos de referencia y sobre todo de vínculos que habían creado en su antiguo barrio. Esta jornada permitió establecer vínculos con los habitantes del pueblo de Sakoula que actualmente las recibe.
Extracto del testimonio de la Sra. THERESE:
- «[…] muchos de nuestros clientes no conocían este nuevo lugar que consideran demasiado alejado del centro de la ciudad. Confío en que, con el tiempo, me adaptaré a este lugar y estableceré buenas relaciones con la vecindad del barrio para reanudar mis actividades».
La ceremonia empezó con una obra de teatro que retomaba el tema del día. Dos amigos acaban de felicitar a unos novios en su boda y comentan el recibimiento que se hace al resto de invitados. Una persona rica que hace grandes regalos y a la que reciben con mucha pompa; una persona pobre que da algo sencillo que lleva en su bolsillo y cuyo regalo se recibe muy secamente… Después, llega un hombre que vive en la miseria, que duda en acercarse a felicitar y que, al final, no lo hace ya que no tiene ni una sola moneda que ofrecer… Entonces uno de los hombres que comentan le reconoce y le invita a sumarse a ellos. Pero el segundo amigo se niega a dar la mano al nuevo invitado. Terminan entendiéndose y sentándose juntos para beber a la salud de los novios. La moraleja es que, si no tenemos cuidado, todas las personas podemos tener actitudes que humillen a otros, y que si queremos, también podemos luchar contra la exclusión.
Después se leyeron varios discursos, seguidos de una canción «Bala mam ne fo, ya boumba yembre» compuesta por tres jóvenes músicos especialmente para la ocasión. La canción dice: «No me desprecies, no me humilles, rico, pobre, joven, viejo, todo ser humano es un ser humano, tú y yo somos iguales«. Desgraciadamente, no se pudieron leer todas las contribuciones previstas, pero las que se leyeron causaron mucho impacto en las personas presentes.
- «Durante el día limpio la basura y por la noche reparo motos y bicicletas en el centro de la ciudad.
- Es así como he conocido a muchas niñas y niños que duermen en la calle. Las personas dicen que son mis hijos porque me conocen y confían en mí. Les ayudo cuando están enfermos y les animo a volver a casa de sus padres y madres.
- Lo que, en ocasiones, ¡me genera problemas! Por ejemplo, cuando por la noche las personas tienen una avería y vienen a reparar sus bicicletas o motos, ven a los niños conmigo y dicen que son unos ladronzuelos, esto hace que pierda clientes. Pero yo no les echo, porque he tenido la suerte de que la gente confiara en mí y quiero darles esa misma oportunidad a los niños.
- Los niños se han convertido en una familia para mí, y cuando soy yo el que está enfermo, me ayudan a curarme compartiendo lo que ganan conmigo.
- No tengo una vivienda propia, duermo fuera, pero, a pesar de todo, recibo bien a los niños. Si todo el mundo pudiera hacer lo mismo, no habría niños viviendo en la calle». – Testimonio del Sr. Sayoba
Por último, todas las personas presentes trabajaron juntas en una creación colectiva a partir de una plantilla en la que cada uno giraba la manivela para imprimir el dibujo en una pared del Centro Delwendé.
Mientras tanto, se realizó un taller en el que participaron cerca de cien niños con algunas madres. Escucharon una historia sobre el hecho de que cada persona tiene un papel que desempeñar en la comunidad, y que, ¡la unión hace la fuerza! Estos valores se expresaron a través de una creación colectiva en la que cada niña y niño participó dejando la silueta de su mano impresa. ¡Incluso los bebés presentes dejaron su huella!
Agradecemos al Centro Dewendé, al responsable del pueblo de Sakoula, al grupo de danza del Centro Dewendé, a los músicos, al titiritero, a todas las personas que quisieron expresar su testimonio, a todas las personas que trabajaron para permitir esta bella jornada y a quienes vinieron para decir, ¡no a la exclusión y a la humillación!