Por la dignidad de las personas de todo el mundo entero
Con la pandemia del coronavirus, se ha propagado también la pobreza y el abandono de las familias y comunidades en pobreza. Para millones de personas en la región de América Latina y el Caribe, encerrarse en casa durante la emergencia sanitaria es un lujo que no pueden permitirse. A lo largo de las siguientes páginas, Sarita Guevara, militante de ATD Cuarto Mundo, cuenta cómo se vive la situación en uno de los cerros más castigados por la pobreza en Lima, Perú y reflexiona sobre cómo tratan de evitar la propagación de la enfermedad y del hambre a base de cuidado y ayuda mutua.
¡Siempre estoy viendo qué hacer, cómo apoyar!
He estado haciendo de todo un poco para que mi familia no pase dificultades. Mi esposo es mayor y ahora no puede salir. Cuando los dos trabajábamos, siempre comprábamos algunas cositas de más, como yogurt o una galleta… ahora en la casa es un lujo comerlas.
A veces, las vecinas o mis amigas me dicen que en tal sitio están vendiendo pollos a precio más cómodo. ¡Y yo ya estoy llamando a otras! O nos vamos juntas o voy yo a hacer la fila… algunas veces, vecinas me piden hacer la fila por ellas y me dan una propina. Hay personas que son mayores y me llaman para hacer su mercado, yo lo dejo en su casa y me gano algo. Así me he estado ayudando, corriendo para aquí y para allá.
Ayer me llamaron porque yo había hecho tres docenas de tapabocas: “Sarita, necesitamos dos más». Tengo la tela, pero ya no tengo el hilo y mi extensor se ha malogrado, así que le comenté a una amiga: “¿que te parece si lo hacemos entre las dos y las dos nos ganamos algo?”, y así lo hicimos.
Esa es la única ayuda que puedo dar, porque de otro modo no puedo ayudar. Trato de llevar algo para la casa, pero también de apoyar a otros. No me quedo así tranquila, siempre estoy viendo qué hacer, qué ver, cómo apoyar.
Ahora entiendo a mi mamá: es doloroso cuando un hijo pide y no puedes darle
Nunca había pasado que mis hijos querían comer algo y no había. Ahora entiendo a mi mamá: es doloroso cuando un hijo pide y no puedes darle.
Éramos cuatro hermanos. Mi mamá se iba a trabajar desde temprano, después venía, cocinaba y se iba a limpiar casas, a lavar ropa ajena, a veces hasta la una de la mañana… Ella trataba de no hacernos faltar para las cosas del colegio y las cosas esenciales… pero había días que nosotros le pedíamos y ella nos decía “No, hoy día no tengo porque no me pagaron”.
Cuando mis hijos me dicen: “Mamá, yo quiero esto”. Decirles que no tengo es frustrante porque ellos necesitan lo que tú les tienes que dar. Con mi mamá no teníamos qué llevarnos a la boca. Mi hijo mayor pasó por eso en un tiempo cuando era pequeño y no se daba cuenta, pero no quisiera eso para mis otros hijos.
Adoro a mi hija y no quisiera que le pase algo, ni que la lastimen tampoco. Cuando fui a Guatemala para el encuentro de ATD Cuarto Mundo, yo andaba como loca buscando muñecas… Ahora la tiene en su cuarto, está feliz, ¡y mira que ya está por cumplir los 15 años!
Tengo que tratar de no deprimirme para que ellos no sientan que me siento triste o que me desespero, porque, como yo soy el pilar, tengo que estar ahorita bien y tranquila.
Desde niña, siempre me ha gustado apoyar
Yo de niña veía a mi mamá trabajar tanto que, con mis hermanos salíamos a ayudar a un mercado cercano y no nos daban una propina, nos daban un almuerzo o un desayuno… A veces, vendían huevos y nos regalaban algunos, o nos daban un kilito de arroz para que mi mamá ya no viviera tanta presión en la casa. Cuando llegaba mi hermano más grande de su trabajo, nos requintaba porque nosotros éramos los más chiquitos, y decía: “No, eso es nuestra obligación de los mayores”. “¡Pero si nosotros también podemos!”, decíamos, y salíamos a ayudar…Desde niña, siempre me ha gustado apoyar.
Ahora, durante la cuarentena, hemos estado cocinando con leña para ahorrar, pero paramos porque la casa de una familia se quemó todita en otro asentamiento. Ahora mismo las familias no tenemos mucho, pero casi todas brindaron algo a esta familia. Mi hijo José les llevó algunas ropas y víveres… He aprendido que no es solamente dar, no es sólo que te den, es también, si tú tienes, dar de corazón.
Deseo que mis hijos aprendan a ser más solidarios. Ya son solidarios, pero que aprendan a serlo más y a valorar a las personas que menos tienen.
En este momento de cuarentena, me gustaría que las personas que pueden comprarse algo caro ahora piensen que hay muchas personas que realmente la están pasando muy mal… En la Vizcachera hay niños que no tienen agua… y nosotros estamos millonarios aquí porque tenemos agua, tenemos luz, tenemos que comer y hay personas allá que no.
Debemos apoyarnos mutuamente.
Ya no te arriesgues
Ayer me llamaron para decirme que había un caso de covid-19 en el cerro, y me cayó como un baldazo de agua fría. Entonces fui a hablar con la familia y les aconsejé que mejor nos digan para ver cómo hacemos, cómo lo apoyamos. Si era necesario llevarlo al hospital, podríamos hacer una colecta con los vecinos y comprar las pastillas que están tomando. Vino también la asistenta de la posta de salud y dijo que no tenía covid, sólo eran los bronquios, le hizo rápido la prueba, ¡nos tranquilizamos un poco!
Más bien, hemos hecho una colecta para que fumiguen las escaleras del barrio contra el covid y mañana lo harán.
Toda esta situación me hace reflexionar sobre mi forma de ser: si puedo dar, si puedo apoyar más, si tengo que poner el hombro, lo voy a poner… pero siempre dándome cuenta de que está mi salud y la de mi familia. Al principio, yo pensaba que no me voy a enfermar, pero dándome cuenta de que cada vez hay más casos, ya me entró un poco de miedo también.
Ahora mis vecinas me dicen: “Han cerrado el mercado, ya no te arriesgues, ya no vayas. Si necesitas algo, aquí estamos”. En otras oportunidades, cuando ellas me necesitaban, me llamaban y me decían: “Cómprame esto”. Ahora ya no me buscan, a lo contrario, me dicen: “Cuídate, protégete, no salgas”. Eso es lo que valoro mucho.
Tengo que ser cuatro veces profesora: de inicial, primaria, secundaria y de instituto
Hasta profesora me he vuelto. Tengo que ser cuatro veces profesora: de inicial, primaria, secundaria y de instituto.
A veces tengo que sentarme con Adrián que está en inicial, tengo que tomar una foto como evidencia y tenemos que dibujar o ver los videos que manda la profesora, hacemos también muñequitos de papel.
En primaria estamos con las sumas y las multiplicaciones, corrigiéndole o diciendo lo que está bien. Para mí es una satisfacción porque el año pasado la profesora renegaba y me decía: “Matías no quiere escribir. En matemáticas es muy bueno, pero en comunicación no”. Pero hace unos días le dije a mi hijo: “Mira, Matías, así es” ¡y ahora está escribiendo solo! Me pide que le haga oraciones cortas y las traspasa al cuaderno… ya lo voy soltando un poco. En educación física, ¡tienes que bailar! Y hasta hemos hecho títeres utilizando calcetines…
En cambio, en secundaria me dicen: “Mamá, no entiendo” y yo tengo que estar buscando por google las cosas que yo tampoco entiendo y tengo que explicar a mi hija. Igual con Cristian tengo que estar detrás de él. A las dos de la tarde ya tiene que estar listo para las clases por tele.
Con José tengo que ser camarógrafa, grabarle los videos con el celular para sus pruebas. Y también tengo que buscar las cosas que le faltan con algunas vecinas para que él presente sus trabajos.
José pasa su prueba fuerte este sábado. Él tiene que servir para tres personas y le calificarán. Todo depende
Hay niños del salón de Marco que tienen computadoras y ellos entran a la web, pero hay otros como nosotros que no tenemos una laptop. Un día le dije a la profesora que mi situación es difícil, vivo en el cerro y no tengo esas posibilidades… De ahí todas las mamás también comenzaron a quejarse. Entonces se dijo que las tareas no serían a partir de la web sino a partir de la tele y la radio.
Pero la profesora nos manda a imprimir lecciones de la web y a veces son 12 hojas, 8 hojas… Todos los días tengo que imprimir y también copiar para que mis hijos hagan las tareas. Para no gastar mucho en impresiones, dos hojas tienen que copiar o una hoja escribe mi hijo Marcos y yo la otra, y el resto lo mando a imprimir porque a veces escribiendo también se cansan.
La enseñanza debería ser que la profesora esté explicando a los alumnos. Al principio la profe estaba haciendo así, pero ahora ya no. Sólo manda el audio por whatsapp y ya los niños tienen que hacer. Sí, me he vuelto profesora.
Yo siempre me dedicaba a trabajar, a veces llegaba cansada y con las justas explicaba a mi hija, pero ahora, al ser maestra de mis hijos, me quito el sombrero ante los profesores porque uno tiene que tener paciencia y seguir a cada uno en su forma de aprender. Con unos tienes que bailar, a otros tienes que hacerles reír y así estamos…
Por la dignidad de las personas de todo el mundo entero
Si pueden colaborar, colaboren, pero si no pueden hacerlo porque no todos podemos colaborar, den fuerzas. La palabra de aliento siempre queda en el pensamiento, siempre la tienes presente y te da más fuerzas para seguir adelante.
Al principio, yo veía al Movimiento como personas que van a ayudar a otras personas, pero ahora ya sé bien qué significan las letras ATD y he tratado de ponerlo en práctica en mi vida. Las palabras son “Actuemos todos por la dignidad”, pero no es solamente por tu dignidad sino por la dignidad de las personas del mundo entero, las conozcas o no las conozcas.
Tengan fuerza, todo va a pasar.
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Estos textos son extractos de varias entrevistas realizadas a Sarita Guevara por medio de videoconferencia. El artículo forma parte de una serie sobre la solidaridad y el cuidado mutuo que se vive en las comunidades más pobres de América Latina durante la pandemia del covid-19.
➡ Ver el vídeo del webinar con los protagonistas de esta serie Solidaridad, cuidado mutuo y resiliencia. Aprender de las iniciativas de las comunidades en pobreza de América Latina durante la pandemia.
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