Pobreza, refugiados y compromiso en Alemania
Anna Franze, 36 años, pedagoga y docente del departamento de Trabajo Social de la Universidad de Hamburgo. Por otra parte, acompaña, en calidad de voluntaria, al personal de un centro de acogida de refugiados del barrio donde vive, además, es aliada de ATD Cuarto Mundo Alemania.
¿Cómo se percibe la pobreza en Alemania y qué experiencias ha tenido Anna con los refugiados?
Nací en 1979, en Berlín Este, capital de la RDA. El vuelco de 1989 fue para mí un momento de gran intensidad, la vida de todos los habitantes de mi entorno experimentó súbitamente una transformación radical. Descubrimos una nueva sociedad y se nos abrieron numerosas puertas. En contrapartida, el precio a pagar por ello fue el aumento del desempleo y los índices de pobreza. Estas experiencias me marcaron profundamente.
Actualmente vivo en Hamburgo y con mis estudiantes analizamos lo que constituye un buen trabajo pedagógico y social. Con los voluntarios que ayudan a las personas refugiadas, abordamos los elementos que permiten que una ayuda sea buena y sobre la forma de prestarse atención a sí mismo. Informo a los encargados y docentes de guarderías y escuelas sobre la realidad y las necesidades pedagógicas de las familias refugiadas. Con mis amigos, disfrutamos de momentos juntos y de la naturaleza.
¿Cómo llegaste al Movimiento internacional ATD Cuarto Mundo?
Tras un fabuloso año en Londres como au pair, quise ofrecer mi ayuda a quienes la necesitaran más que la clase media británica. Lo que me gusta de ATD Cuarto Mundo, aparte de la cuestión de la pobreza y la exclusión, es su dimensión internacional. Es así que, en 1999, trabajé durante seis meses en Inglaterra con ATD Cuarto Mundo y pude trabajar con voluntarios permanentes provenientes de Francia, Estados Unidos y Singapur, que aportaron sus experiencias de trabajo de otros países. Las diferentes perspectivas de cada cultura me parecieron verdaderamente fascinantes.
Así empecé a interesarme tanto en la parte alemana como internacional del Movimiento. En el año 2000 visité el Centro Internacional en Francia y Haus Neudorf, a 100 km de Berlín. Desde entonces, jamás he interrumpido el contacto. En Haus Neudorf he encontrado y encuentro grupos muy variados, y he visto mayor apertura y compromiso que en otras partes, cosa que me resulta siempre verdaderamente estimulante.
¿Cómo es la vida en Hamburgo y su comarca? ¿Se percibe pobreza?
Hamburgo es la ciudad más rica de Alemania, pero también hay pobreza. En las zonas residenciales ricas, todo es calma y verdor, y las parcelas son extensas y están bien cuidadas. En las zonas residenciales pobres, todo es más ruidoso, más sucio, más gris, más pequeño y más viejo.
Algo que es particularmente invisible es la pobreza de las personas mayores. En efecto, dado que estas personas se avergüenzan de su pobreza y suelen aislarse a menudo en sus viviendas, como por ejemplo, cuando por falta de medios deben renunciar a participar en excursiones, volviéndose así de algún modo invisibles.
Hamburgo es también, en Alemania, sede de muchas fundaciones, pero lo que éstas prefieren es ayudar a la infancia alemana. Una vez que un ser humano atraviesa el umbral de la edad adulta, la opinión pública considera que es responsable de su destino y que no hay razón para apoyarle. Ese razonamiento me disgusta profundamente, pues las niñas y niños precisan más de un hogar y de padres y madres sólidos que de un enésimo proyecto de ayuda.
Hace 15 años usted se comprometió a ayudar a una familia de refugiados afganos. Ahora trabaja con personas que ayudan a otros refugiados. ¿Por qué es importante para usted?
Desde hace décadas, los refugiados se encuentran profundamente desfavorecidos frente a los residentes y a menudo, viven una gran precariedad. Esta situación dificulta mucho el sano desarrollo de niñas, niños y adultos y constituye además una violación del artículo 1º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, según el cual: «Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos». Esta es una buena razón para comprometerme. Cuando entran en contacto con refugiados, muchas personas dicen: «Jamás hubiera pensado que en un país tan rico, seres humanos fuesen tratados así y se vieran obligados a vivir de esta manera.»
Por otra parte, estaba y estoy impresionada por la fuerza vital y la alegría de numerosos seres humanos que han vivido la experiencia como refugiados. Las personas que ya han visto su existencia cercada por amenazas, viven después con mayor intensidad, y esto, esto me llena de esperanza.
¿Ve en ello una relación con tus experiencias en Inglaterra?
En ATD Cuarto Mundo Inglaterra tenía mucho tiempo para meditar sobre la pobreza y la exclusión, y descubrí muchas ideas nuevas. Lo que me pareció muy evidente, es que las personas que viven en situación de pobreza demuestran energía e ingeniosidad en su vida diaria; que no se debiera «dar» provisiones a las personas, sino darles la posibilidad de ayudarse a sí mismas; que la instrucción, la cultura y la belleza son importantes para todas las personas; y que la amistad, un acercamiento respetuoso y un interés sincero son extremadamente importantes a la hora de poner fin al abismo de la exclusión.
Alemania se ha mostrado abierta respecto a los refugiados. ¿Cómo vive usted esta situación?
Es un progreso considerable: todavía en los años 90 había individuos que incendiaban los centros de acogida de refugiados y una mayoría que, o bien se callaba o aplaudía estos actos. Los medios de información contribuían a animar la situación con lemas tales como «basta, no caben más».
Hoy en día, muchos habitantes de Hamburgo acuden a los centros de refugiados a echar una mano. Numerosos profesionales actualmente piensan cómo pueden apoyar mejor a las personas voluntarias con el fin de que éstas no se comporten con las personas refugiadas como tutores, para que entiendan mejor las diferencias interculturales, para que puedan ayudar mejor y evitarles así un agotamiento físico y mental. Esta situación me parece extraordinaria.
No obstante, la realidad actual es que los refugiados encuentran su apoyo en los barrios ricos. En los barrios pobres hay menos personas que ayuden a los refugiados y menor contacto entre las personas refugiadas y los vecinos. Pero esos contactos son muy importantes para la paz social.
A ello se añade el hecho de que, entre los refugiados, hay diferentes clases sociales. Los refugiados favoritos son las personas sirias cultivadas y las personas originarias de países gangrenados por el terror o la guerra. A las personas denominadas refugiados económicos se les tiene poco aprecio. Entre éstos se encuentran personas originarias de Europa del Este y de los Balcanes y, en la parte inferior de la zona de popularidad, tenemos al Pueblo Rom. Muchas personas ni siquiera perciben el hecho de que vivan en su país natal con sus hijas e hijos en barrios de chabolas, sin trabajo, sin medidas de protección social y sin ninguna posibilidad de recibir instrucción.
¿Cómo vives usted la pobreza de la gente que encuentra a diario?
Numerosas personas refugiadas súbitamente se ven en la pobreza. Algunas llevaban una vida cómoda en su país natal, pero la mayor parte han perdido todo y han sufrido enormemente durante su fuga y deben empezar de cero, sin derechos reconocidos y en parte afectadas por experiencias traumáticas. Muchas están tan alteradas que a duras penas logran concentrarse y motivarse para participar, por ejemplo, en un programa de aprendizaje. Esta situación es particularmente grave cuando parientes cercanos o amigos todavía enfrentan graves amenazas en su país natal o en un país en tránsito.
Una mujer afgana, casi ciega, llegó a Hamburgo huyendo con sus cuatro hijos de un marido violento. Su hijo de 15 años se quedó en Italia y únicamente puede comunicar con él por teléfono. Éste le dice: «mamá, ayúdame, tengo hambre, me congelo.» La madre está aquí con sus tres hijos, casi ciega, al borde de la locura debido a la preocupación por su hijo mayor y por el futuro. Su hijo de 10 años trata de ser fuerte y comportarse como un adulto. Suele faltar a la escuela para acompañar a su madre al médico o para realizar diligencias administrativas. ¿Es esto la pobreza? Para mí, esto ya es la miseria.
Y para terminar, ¿actualmente, qué podría significar el corpus de pensamiento de ATD y de Joseph Wresinski para los jóvenes en Alemania?
A este respecto, pienso que, aún hoy, la perspectiva de Joseph Wresinski es, en gran medida, revolucionaria. Un día, en un centro familiar de ATD Cuarto Mundo en Inglaterra, presenté un vídeo durante un seminario sobre la pobreza y los estudiantes se mostraron conmocionados, sorprendidos e inspirados al ver que los responsables del centro recibían con los brazos abiertos a los recién llegados. ¡Aparentemente, todavía surte efecto! Para los estudiantes este pasaje les abrió los ojos. Una acogida amable —sobre todo por parte de personas adultas— no es compatible con el profesionalismo pedagógico en la Alemania actual. Para estos futuros pedagogos, estoy segura que todavía tanto Joseph Wresinski como ATD Cuarto Mundo plantean los buenos interrogantes y aportan respuestas apasionantes en cuanto a las relaciones que establecemos entre los seres humanos.