Nuestros sueños se han hecho realidad
Fotografía: Maria y Vasil Dokovi, Viada Petrov.
Durante la Campaña Pobreza Nunca Más – Actuar Todos por la Dignidad, ATD Cuarto Mundo impulsó la escritura de historias de resistencia y cambio, de luchas colectivas que muestran que si las personas se unen pueden lograr que la miseria retroceda.
Historias de resistencia que ponen en evidencia que la miseria se puede evitar.
Esta historia está escrita por Vasil y Maria Dokovi – Djurovo (Bulgaría).
Maria y Vasil vivían en una zona desfavorecida de un pueblo situado a 100 kilómetros al norte de Sofía, Bulgaria. En este relato hablan de lo que impulsa su determinación y fuerza para cambiar sus vidas y de cómo establecieron relaciones de confianza con Viada.
«Todo empezó con nuestra nieta mayor Dida. Estaba enferma y tuvo que estar hospitalizada en un centro muy alejado para niños enfermos porque tenía asma. Para que pudiera regresar a casa nos pidieron que nuestra vivienda reuniera las condiciones adecuadas. Con cinco hijas, un hijo y sus familias, la vivienda informal donde vivíamos en aquél momento era demasiado pequeña para todos.
- Buscamos diferentes posibilidades, pero cuando no tienes dinero es algo difícil.
Dani, trabajador de una fundación de apoyo para niñas y niños enfermos, nos ayudó a encontrar una pequeña caravana que podíamos instalar donde vivíamos. Pero llevó mucho tiempo, por lo menos un año, para que Dida pudiera volver. Gracias a Dani el año pasado conocimos a Vlado. Dani nos dijo que Vlado no nos engañaría. Nos dijo que podíamos confiar en él y eso fue exactamente lo que hicimos.
Encontramos el valor necesario para hacer todo esto gracias a Dida. Por ella también construimos un baño. Toda la familia contribuyó.
Sin embargo, queríamos salir del barrio de chabolas donde vivíamos. Era miserable. Vlado nos ayudó. Nos dio cerdos y pollos. No era fácil criarlos, pero después de un tiempo tuvimos crías. Vendimos algunos y también algunos pollos. Todavía tenemos dos cerdos y nuestro hijo tiene también otros dos. Ahora nuestro hijo quiere tener su propia granja, ¡para poder ir más allá que nosotros!
Ahora tenemos algo y así es como hemos llegado hasta aquí. Con nuestros nuevos ingresos hemos podido trasladarnos a esta casa en el centro del pueblo. Estamos muy orgullosos de ello y damos gracias a Dios por todo».
Entonces, Vlado expresó su punto de vista. «Llevó tiempo establecer confianza entre nosotros. Al principio, la familia me llamaba el Búlgaro y nunca Vlado. Esto se debe a que no hay confianza entre las familias romaní y los búlgaros. Para mí era importante ir a visitarlos y estar con ellos cuando me necesitaban. Todos lo necesitamos – por ambas partes. Hicieron mucho más de lo que hubiera esperado. Tienen mucha voluntad para hacer las cosas. Simplemente necesitaban creer que era posible, que eran capaces de hacerlo. Una vez les lleve ropa y me impresionó mucho que decidieran dársela a personas más pobres que ellos».
María explica:
- «Esta otra familia no tiene nada. Queríamos que se sintieran igual de bien que nosotros. Ahora nosotros nos sentimos más libres que nunca. Lo que soñamos se ha hecho realidad».
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