Nos necesitamos de verdad
A lo largo de la crisis del covid-19, la solidaridad ha sido el pilar fundamental para la resistencia de muchas familias en situación de vulnerabilidad. Para Roxana, militante de ATD Cuarto Mundo en El Alto, Bolivia, la solidaridad es poner en marcha ese cuidado mutuo que caracteriza a la cultura andina. En los siguientes párrafos, tomados de una entrevista en videoconferencia realizada en marzo de 2020, Roxana cuenta cómo vive esta solidaridad y cuidado mutuo con sus vecinos durante la pandemia.
El futuro daba miedo
Cuando comenzó la cuarentena, mi esposo me llamó y me dijo: “Todo han vaciado en las abarroteras, estoy haciendo la fila hasta para el huevo”. Me preocupé un poco, pero le dije: “No te preocupes, compra huevito no más, porque tenemos chuño y con eso vamos a estar aguantando”. Quería tranquilizarlo, pero el futuro daba miedo.
Yo tenía que ir a escarbar papas al campo. Me fui con mis dos hijos. Ya no había mucha movilidad y no podía regresar. Por suerte, mi hermano llegó al campo y con su taxicito me ha traído hasta una parte del camino, y luego hemos caminado más de seis horas, despacio con mis hijos.
Para entonces, mi esposo tuvo que dejar de trabajar porque él trabaja con transporte libre y no se puede circular. Así estamos viviendo, con lo que teníamos.
Pensé en muchas familias
Pensé qué sería de las familias que venden y viven del día a día. Pensé en las mamás que tienen hartos hijos, cómo les puedo ayudar, cómo les puedo encontrar. Pensé en que va a haber muchas familias que están pasando por momentos difíciles, familias que no conozco, que tal vez necesitan y yo quisiera encontrarlas.
Me he puesto a pensar que puedo ayudar a esas familias con lo que tengo en la casa, o algo puedo hacer, puedo recolectar alguito. Tengo chuñito, eso puedo compartir.
También pensé en llamar a la Casa de la Amistad de ATD Cuarto Mundo. Podemos hacer algo.
Por si alguien más lo necesita
Me preguntaba qué hago ahora. Recibí un llamado de Susi diciendo que nuestra vecina necesita ayuda, que ya no tiene nada para comer. “Susi —le dije— podemos ayudar. Yo tengo chuñito, puedo compartirlo”.
Fui a la casa de Susi y ya había recolectado algunos víveres y dije: “Yo puedo llevárselos”. Me fui cargando y se los entregué a la señora con el chuñito más. Sabemos que esta señora hace espejos y en estos momentos no va a haber venta. Le entregué la bolsa que habíamos recolectado con algunas vecinas y ella estaba muy agradecida.
Cuando llegué a mi casa, pensé en otras familias: ¿cuántas familias más así estarán? Por eso, dejé una bolsita más con chuño en casa de Susi: por si alguien más lo necesita.
Vamos a sobrevivir
Durante este tiempo de pandemia, al ver que mi esposo ya no trabajaba, yo me tuve que limitar en muchas cosas, ya no compraba frutas, porque las frutas se acababan muy rápido, además que cuestan caras y ya no generamos entrada. Estuve estirando la plata para hacérnosla aguantar porque no sabemos hasta cuándo va a durar esto. Pero cuando uno está en la casa, quiere comer más, los hijos te piden: “Mami —me dicen,— no has comprado fruta”. “No, hijito, porque tenemos que guardar para la carne y para la verdura”, así les dije a mis hijos y ellos entendían.
Yo estoy segura que vamos a sobrevivir, porque tenemos chuño, papa y huevito. Antes, yo casi no compraba carne, en el campo nosotros estábamos acostumbrados a comer chuño todos los días, chuño y papa no más. Por eso pienso que vamos a salir adelante.
Un poquito hemos ayudado
Pensaba en mamás que nos necesiten, cómo las puedo ayudar, cómo las puedo encontrar. Esos días, le he pedido a Dios que por lo menos cuando salga a la calle me haga encontrar a las familias que nos necesitan para poder ayudarlas. Pensé mucho, pero no tenía a nadie en mi mente. Una de esas noches soñé con un amiguito de mi hijo, yo conozco a su mamá que trabaja lavando ropa y a su papá que trabaja con un taxi, pero con la cuarentena está prohibido trabajar con la movilidad. Pensé que ellos deben necesitarnos.
Susi me ha llamado. “Susi —le dije— tengo una amiga a quien podemos ayudar. Voy a traer algunas cosas”. “Yo también he recolectado unos víveres”.—respondió. Entonces nos organizamos y cargando las cosas hemos ido a entregar a mi amiga y a varias señoras en el barrio. Comenzamos por nuestra vecina que conocíamos, pero a la vez ella conocía a alguien más que necesitaba; y así no más hemos ido a entregar, ella con su cochecito de mercado y yo con mi aguayo.
Llegamos a entregar los víveres. Tocamos la puerta y yo me sorprendí porque vi a mi amiga muy preocupada: “¿Cómo éstas?”—le pregunté. “Hemos estado mal”— respondió.
Un día antes, uno de sus hijitos había muerto. Y me sorprendió con una pregunta: “¿cómo saben que estoy pasando por un problema? Ayer hemos ido a enterrar”.
Luego, nos contó que no tenía dinero para comprar ataúd. Hemos ido en un momento bien difícil para ella, le hemos entregado los víveres diciendo “te va a servir ” y le hemos contado que entre todos los recolectamos para poder ayudar a aquellas familias que necesitan, ella estaba muy agradecida. De esa manera, yo creo que un poquito hemos ayudado.
Para que no sufran lo que yo sufro
A veces, uno se siente solo, no tiene en quien confiar, siemprenecesitas apoyo de personas. Yo vivo con mi esposo en este lado de la ciudad y mis hermanos viven del otro lado, no puedo acudir a mis hermanos, tampoco a mi suegra que vive en el campo. Mi esposo me da fuerzas y nos apoyamos para salir adelante.
Muchas veces pienso en otras personas que tampoco tienen a sus familias y yo me pongo en su lugar para ayudarles, para que no sufran lo que yo sufro, apoyarles un poco, con palabras y así animándoles.
Nos necesitamos de verdad
He aprendido en la Casa de la Amistad a reflexionar de verdad. He participado también en la investigación que hicimos sobre la pobreza y he reflexionado más, hablábamos mucho de cómo la pobreza se vive y qué se necesita. Eso es lo que me ha ayudado también a pensar en otras familias, con otras personas.
En estos momentos, para mí lo importante es que puedo dar lo poco que tengo. Nos necesitamos de verdad, necesitamos apoyarnos unos a otros porque no se puede trabajar.
Tenemos que estar pendientes de los que más nos necesitan. En mi cultura, eso se hace compartiendo lo que tenemos: yo tengo una cosa, puede otro tener otra cosa y tal vez intercambiamos y así nos apoyamos.
Es el momento de unirnos, porque si no nos apoyamos unos a otros ¿quién nos va a apoyar? Tal vez no se puede económicamente pero sí con lo que se tiene en la casa. Siempre tenemos alguito, es el momento de reunirnos y compartir entre nosotros para que así nadie esté atrás, para que nadie esté olvidado. Y, si sigue la cuarentena, tenemos que seguir apoyándonos para salir adelante.
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Estos textos son extractos de una entrevista a Roxana Quispe realizada por medio de videoconferencia en mayo 2020. El artículo forma parte de una serie sobre la solidaridad y el cuidado mutuo que se vive en las comunidades más pobres de América Latina durante la pandemia del covid-19.
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