Noé Cabrera, el amigo fiel
Noé Cabrera es vive en la Colonia Nueva Suyapa, Tegucigalpa, Honduras. Así describe su compromiso en el seno del Movimiento ATD Cuarto Mundo.
«En 1991 conocí ATD Cuarto Mundo, lo hice a través de los voluntarios que vivían en mi barrio. Me llamaba la atención como trataban a los niños y a las familias con las que se encontraban. Saludaban y trataban a todo el mundo por igual, lo hacían con humildad y confianza. Iban siempre al encuentro de los jóvenes pero no simplemente para hacer amistades, sino buscando reforzar el compromiso de los jóvenes del barrio hacia su propia comunidad, para que desarrollaran acciones y actividades con los que más sufrían. De ellos he tomado la fuerza del compromiso que me ha ayudado a continuar a través de los años.
Tenían un carisma de alegría. Todas estas cosas, esta actitud, ayuda a que los jóvenes se comprometan. Al principio mi compromiso se limitaba a la animación en el proyecto de las bibliotecas de Calle. Al continuar con esta responsabilidad descubrí que ATD Cuarto Mundo era un Movimiento Internacional, presente en muchos países.
También descubrí a Joseph Wresinski, fundador del Movimento ATD Cuarto Mundo. Para mí significó descubrir un ejemplo de lucha. Su vida no fue sencilla, como tampoco lo es la mía, pero al igual que yo luchó desde niño para salir adelante y ayudar a su familia.
Del Padre Joseph siempre me ha acompañado una frase: “los más pobres son nuestros maestros”. Yo creo que es cierto. Cada día, cuando voy al encuentro de las familias aprendo de sus luchas y sus alegrías. Pero, además, en cierto sentido este encuentro se convierte en algo compartido, porque ellas también pueden aprender de nosotros.
Siempre me ha gustado ir al encuentro de los niños. Al principio íbamos a los barrios de La Bolsa (El Rio), Los Pinos, Flores de Oriente arriba y abajo, y fue así, poco a poco, que me fui encariñando de las cosas que hacíamos. Todo el mundo me saludaba con un abrazo, un apretón de manos y eso…. eso hace que la confianza y el cariño aparezca, que no sea solo una actividad con libros, sino una relación de persona a persona que nace. Y una vez que esta relación está creada, tu compromiso crece y se mantiene a lo largo de los años.
Así fue como además de hacer las bibliotecas de calle comencé a visitar a las familias. Es con el tiempo que se construye una amistad, cuando somos capaces de compartir lo que vivimos. Las familias del Cuarto Mundo están conformadas por personas que luchan día a día para vivir, pero que nadie ve los esfuerzos que hacen, nadie los reconoce. Por ejemplo doña Rosa que se levanta con el sol para hacer tortillas y venderlas para sacar adelante a sus hijos, o doña Doris que sacaba ella misma arena del río para venderla, que recogía chatarra.. Puede que la gente piense que son trabajos pequeños, pero son duros y las personas lo dan todo para que sus familias salgan adelante.
Aún así muchas personas dirán « esa gente del Río… », con desprecio, sin saber todo lo que hacen para seguir adelante. Y sin embargo son ellas, las familias del Río las que cada vez que se han quedado sin sus casas han encontrado fuerzas para reconstruirlas. Siempre me pregunto, ¿de dónde sacan las fuerzas? Y, además, a pesar de todas las cosas difíciles que les toca vivir siempre están dispuestas a recibirnos en sus casas.
Una de las cosas mas duras de este compromiso es cuando las familias pierden a sus hijos e hijas por causa de la violencia. Cuando una mamá pierde a su hijo es difícil encontrar palabras de aliento, es difícil que una mamá olvide fácilmente la perdida de un hijo. Solo puedo estar a su lado, acompañar, estar con ellas. En momentos así no encuentro palabras, sufro con ellas, pero se que con un abrazo, con una visita es para ellas como si con mi presencia todo un Movimiento de personas que rechazan la miseria porque lo encuentran insoportable se hiciera presente a su lado .
Para mi es una suerte conocer ATD Cuarto Mundo. Si esta asociación no hubiese tenido una presencia en Honduras yo no habría conocido a las familias que hoy conozco. De ellos he aprendido la lucha, luchar cada día como ellos hacen para que sus hijos salgan adelante me da fuerzas para seguir luchando cuando en mi vida hay cosas difíciles. Convertir las dificultades en contenido de lucha para crear alegría en nuestras vidas es lo que he aprendido de los hombres, mujeres, niños y niñas que viven situaciones de extrema pobreza.
A lo largo de todo este tiempo vivo en el respeto: Gracias al Movimiento por permitirme ir al encuentro de las personas que no conocía.»