Morir en la vía pública sin hacer ruido
Morir en una acera
René Robert, fotógrafo, murió en la calle, en pleno invierno parisino. Después de sufrir un desmayo, se cayó y ya no consiguió levantarse.
En una calle muy concurrida en el centro de París, se quedó tirado en el suelo durante nueve horas sin que nadie se preocupara por el destino de este hombre desplomado sobre una acera helada: de hecho, se lo llevó el frío.
Nadie se detuvo, salvo una persona que apenas aparece en las descripciones periodísticas de esta muerte. De entre tantos testigos que pasaron por allí, fue la única persona que se sintió conmovida por la espantosa escena de un cuerpo tirado en el suelo, en la vía pública. Pero ya llevaba nueve horas allí, y el fotógrafo ya no era capaz de soportar el frío por más tiempo. Llamó al servicio de emergencia, pero René Robert murió en el hospital a causa de la hipotermia.
“Es un SDF”
En los artículos de prensa, aunque la víctima era conocida en el mundo del arte, no se mencionó ninguna cualidad de la persona que trató de salvarla. Sólo se sabe de ella un dato: es una persona “SDF” (Sin domicilio fijo, acrónimo con la que se nombran a las personas sin hogar en Francia). Aparece en estos relatos como simple figurante, que no quiere que se le otorgue un papel protagonista en esta escena. De hecho parece que se hubiera negado a que su nombre fuera divulgado.
La noticia se propagó rápidamente en toda la prensa, nacional e internacional, incluso en las redes sociales. La forma de narrar la muerte de René Robert varía de un país a otro. Pero hay dos aspectos en los que coinciden todos los artículos: la denuncia de la indiferencia de las grandes ciudades y la conmoción colectiva.
En las redes sociales se multiplicaron los artículos y las tomas de posición. La muerte de René Robert se transformó progresivamente en un problema público. Se originó un debate virtual a partir del cual se denunciaba esta mortal indiferencia ciudadana. Entre la prensa, las redes sociales y todas las personas que se pronunciaron en esos espacios, se esbozó una movilización colectiva contra la indiferencia y por la responsabilidad frente al prójimo.
Pero ¿de quién es este cuerpo tirado en la ciudad? Es el de un fotógrafo conocido cuya muerte se ha producido por causas “inaceptables”. En el debate público, todos los que tomaron la palabra se sintieron con la responsabilidad de decir y de hacer algo. Algunos vieron en ello incluso una invitación a un “despertar de las conciencias”.
Los que mueren sin hacer ruido en la vía pública
Sin pretender cuestionar la indignación provocada por la trágica muerte de René Robert, podemos añadir que la indiferencia es el pan cotidiano de las personas del Cuarto Mundo que mueren en y “a causa de” la calle, recogiendo la expresión del colectivo Los Muertos de la calle.
En Francia, este colectivo calcula que en 2021, murieron 623 personas en la calle. La mayoría muere en la vía pública. A escala continental, el informe Mirada sobre vivienda precaria en Europa 2020 de la Fundación Abbé Pierre y de la Feantsa (Federación europea de organizaciones nacionales que trabajan con personas sin hogar) contabiliza cerca de 700.000 personas sin domicilio fijo. Esta cifra representa un aumento del 70% en diez años en este continente. Estos valores se multiplican drásticamente en otras zonas del mundo.
¿Acaso puede haber muertos “más aceptables” que otros?
Un número muy elevado de personas habitualmente definidas como “sin techo” mueren cada día en la calle en silencio. La falta de indignación colectiva en todos esos casos (que desgraciadamente son la regla más que una excepción) ¿no explicaría la indiferencia de la que René Robert fue víctima durante nueve horas? Al confundirlo con un “sin techo”, este fotógrafo ¿no muere también por la indiferencia con la que se trata constantemente a las personas en situación de calle?
Ternura del Cuarto Mundo e indivisibilidad de la humanidad
La persona que se niega a ocupar un lugar más destacado en la escena de la novena hora habría podido ser sin embargo uno de los protagonistas de este debate público. Representa el contrapeso frente a la indiferencia generalizada. Aun cuando esta persona no desee que su nombre aparezca en la prensa, habría que devolverle no obstante todo su espacio en este relato.
No hay por qué extrañarse de que esta persona anónima que intenta en vano salvar la vida de este hombre se encuentre en situación de calle. No es un acto de heroísmo ordinario, sino más bien la prueba del vínculo fuera de lo común que une a las personas en situación de calle. La intervención de esta persona rompe así con la indiferencia de estas escenas cotidianas. Restablece la humanidad que la indiferencia les roba a este fotógrafo y a las personas que viven en la extrema pobreza.
En resumen, nos recuerda la indivisibilidad de la humanidad.
- Las personas y poblaciones en situación de pobreza extrema, decía Joseph Wresinski, “no sólo nos enseñan la indivisibilidad de los derechos y las responsabilidades, sino también la corresponsabilidad que significa la indivisibilidad entre las personas y los pueblos. Para los más pobres de todos los países, todas las personas participan de una misma misión: contribuir a una comunidad nacional e internacional “en la que puedan vivir nuestros hijos, donde todos los seres humanos se tiendan la mano.”1
Foto: Paris, 2022 © Jussara Freire / ATD Cuarto Mundo