Llegamos cada uno por nuestro lado, salimos de aquí como una familia | Isabelle Pypaert Perrin
- «Lo que cuenta en la familia, no es el éxito de un hijo, que sea guapo, inteligente o capaz, sino que el niño forme parte de la familia y que se amen» Joseph Wresinski.
El teléfono sonó. Era Lucie, al otro lado de la línea, llorando. Por sus lágrimas entendí que algo grave acababa de ocurrir. «Kevin ha tenido un accidente. Está en el hospital. Está muy mal».
Kevin, ese niño lleno de energía y de audacia, de ímpetu, de enfados y sufrimientos Ese niño en situación de acogimiento, como sus hermanas y hermanos, separados unos de otros, alejados de su madre. Ese niño a quién con demasiada frecuencia se apuntaba con el dedo porque no entraba en las casillas preestablecidas. Ese niño a quien tuve la suerte de conocer durante unas vacaciones en [la casa de vacaciones familiares de] La Bise.
Durante cuatro años, acompañado por una amiga muy implicada en ATD Cuarto Mundo, Lucie, su madre, luchó para superar sus miedos y dudas, para intentar convencer a los trabajadores sociales y organizar un proyecto de vacaciones en familia, con sus hijas e hijos, ¡con todos ellos!.
Cuatro años para soñar, para atreverse a creer, para autorizarse a creer, para reunir los documentos y lograr que los cuatro estuvieran ahí… y, sobre todo, Kevin, «el incontrolable». Hasta Lucie estuvo a punto de aceptar que finalmente no podría ir. Pero gracias a la confianza de todos, a la amistad, a la presencia de diferentes personas a su lado, lo logró…
¡Qué vacaciones más maravillosas! ¡Movidas, vivas, ciertamente épicas, y, sin embargo, una experiencia tan sumamente fuerte! Unas vacaciones durante las que estos hermanos divididos, zarandeados por los distintos procesos de acogimiento, aprendieron a descubrirse, a conocerse.
- «Llegamos cada uno por nuestro lado, salimos de aquí como una familia».
Unas vacaciones donde Kevin pudo asumir un papel respecto a sus hermanos y a su madre. Regresaron a sus casas cargados de recuerdos y fortalecidos por estos momentos de respiro. Reunidos. Felices.
Tres meses después, Kevin murió. Un accidente de circulación. Estúpido. Incomprensible. Como sucede con demasiada frecuencia en familias que viven inmersas en la dificultad, y cuando parece que las cosas mejoran, la desgracia golpea de nuevo, sin respiro, sin descanso. ¿Por qué añadir esto? ¿Por qué a esta familia? ¿Por qué a él?
En el funeral de su hijo, en ese tiempo de despedida, Lucía susurró: «Afortunadamente que fuimos con Kevin. Es nuestro único recuerdo juntos, en familia».
Me ha impactado mucho esta historia que Martine me ha contado. Nos recuerda en qué medida nuestras acciones de verano, que permiten pasar tiempo juntos, en familia, en libertad, son fundamentales para todas estas madres, padres e hijos separados y heridos por la miseria.
Necesitamos de ustedes para seguir viviendo momentos como estos, necesitamos su apoyo y su contribución económica.
Gracias por luchar a nuestro lado.