Los ojos llenos de estrellas | Isabelle Pypaert Perrin
- «Lo mejor de sí mismo al fin compartido es, efectivamente, la respuesta a la cuestión humana de la exclusión».
—Joseph Wresinski
La falda roja de Elisa brilla bajo los focos. Avanza sonriente e inicia un canto en un idioma melodioso, extraño, extranjero. En el escenario, se unen a ella sus dos hermanos, su padre y su madre, todos vestidos con trajes tradicionales. Conjuntamente, unen sus voces en un canto envolvente que termina con una lluvia de aplausos.
Es muy pequeña. Diez años, pero aparenta seis. Es la menor de la familia más excluida del barrio. Una familia a la que apuntan con el dedo. Identificada como la que estropea; la que no cuida nada; la que hace ruido. En varias ocasiones, ella y sus hermanos han provocado hasta el límite al vecindario. Tanto su comportamiento como el de sus padres con frecuencia han permanecido incomprendidos.
Sin embargo, después de varias semanas, Elisa y su familia participan en un taller de teatro que anima una actriz profesional y una voluntaria permanente. ¿Cuántas veces llamaron a su puerta para convencerles de que, más allá de las dificultades que encuentran a diario, tienen un lugar propio en este taller?
- Ha sido necesario creer en ellos, con ellos, más que ellos, acompañar, alentar, eliminar los obstáculos…
Un largo camino que no se ha recorrido a golpe de varita mágica. Pero en esta velada reciben la ovación del público. A Elisa le brillan los ojos como estrellas. ¡Qué hermosa está su madre! ¡Qué elegante su padre con su traje! ¡Qué orgullo ver a su familia bajo los focos y la mirada de admiración de las demás personas sobre los suyos! No está dispuesta a olvidar los aplausos que les han dedicado.
El espectáculo ha sido capaz de hacer que el público viaje. El canto de Elisa ha conmovido. Esta noche, la familia ha podido contar su historia y su lucha por permanecer en pie. Sus palabras, tan fuertes y sinceras, han estremecido al público.
Unos días más tarde, el padre y el hermano de Elisa fueron a pescar invitados por un vecino. Momento de encuentro, de complicidad y de fraternidad.
Y si la cultura fuera lo que permite reafirmar la propia identidad. Si fuera lo que permite unirse en verdad y sin artificio a los demás.
Para poder inventar esta forma de presencia y estas acciones culturales, los equipos del Movimiento ATD Cuarto Mundo necesitan de su apoyo y de sus donaciones.
Isabelle Pypaert Perrin
Delegada General de ATD Cuarto Mundo
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