Las Naciones Unidas deben considerar a los más pobres como actores indispensables
Editorial
“Lo más duro cuando vives la extrema pobreza, es el desprecio. Te tratan como si no valieses nada. Nos miran con asco y miedo, e incluso nos tratan como a un enemigo. Vivimos con esto todos los días, nosotros y nuestros hijos. Esto nos hace daño, nos humilla y nos hace vivir en el miedo y la vergüenza. »
Esta reflexión de una mamá de Perú es el primer mensaje que personas que viven la experiencia de la gran pobreza transmitieron a las Naciones Unidas en Nueva York el 27 de junio.
¿Cómo va a responder la comunidad internacional a este grito en su Programa de desarrollo para después del 2015 ? ¿Qué ocurrirá con todas las familias y personas que la miseria convierte en invisibles, que no aparecen ni quiera en las estadísticas, ¿qué se esfuerzan en hacer frente a la miseria solas e ignoradas?, ¿cómo vamos a ir a su encuentro ?
Recientemente, el grupo de Alto Nivel puesto en marcha por Ban-Ki moon concluye que « el programa para después del 2015 será un programa universal que deberá basarse en cinco grandes orientaciones transformadoras » cuya primera es « no dejar a nadie de lado ». En Nueva York, el 25 de septiembre, en el curso del evento especial sobre el seguimiento de los ODM, los jefes de Estado y de diferentes gobiernos declararon que este programa debería reforzar los compromisos par la erradicación de la pobreza y el desarrollo durable y han « señalado lo imperativo central de la erradicación de la pobreza ». Es una esperanza a la que agarrarse.
Afirmar que nadie debería ser dejado de lado, es reconocer que es indispensable acordar una atención prioritaria a aquellos a los que es más difícil alcanzar y abandonar políticas que se contentan con querer reducir la pobreza basándose en objetivos numéricos de la limitación de la pobreza y de medios. Al mismo tiempo es reconocer el compromiso siempre vivo de la familias confrontadas a condiciones de vida extremas en el mundo, al borde de ríos, bajo los puentes o en las inmediaciones de los basureros.’
Sin embargo, muchas de las políticas de desarrollo no llegan a estas poblaciones. Proyectos inadaptados que se vuelven la mayoría de las veces contra las poblaciones a las que tienen que apoyar. Siembran división, aislamiento y empobrecen todavía más a los que ya están excluidos.
La erradicación de la gran pobreza y el desarrollo durable que queremos, exige apoyarnos en la fuerza y la inteligencia de cada persona, exige promover la participación de todos para hacer emerger soluciones nuevas, respetuosas de la dignidad humana, señaló en la conclusión del seminario en Nueva York, Isabelle Pypaert Perrin, Delegada General del Movimiento internacional ATD Cuarto Mundo.
Las proposiciones, elaboradas con personas que hoy hacen frente a la violencia cotidiana de la miseria, dan contenido a la gran ambición de no dejar a nadie de lado. Queremos que sean tomadas en cuenta por la Naciones Unidas en el Programa de desarrollo para después del 2015.