La invisibilización de la pobreza: la protección infantil en Bulgaria

Arriba: Participantes de «La construcción de un futuro sin pobreza para la infancia: los padres y la sociedad unidos».
Por: Evgeniya Toneva

Evgeniya Toneva

En noviembre de 2023, el Proyecto de Apoyo Familiar de ATD Cuarto Mundo celebró una conferencia a las afueras de París titulada «La construcción de un futuro sin pobreza para la infancia: los padres y la sociedad unidos». En ella, una voluntaria de ATD Cuarto Mundo, Brigitte Jaboureck, dirigió unas palabras al público en representación del equipo de investigación del proyecto. Mencionó que casi siempre surgía el tema de las intervenciones del sistema de protección infantil con personas que viven en condiciones de pobreza en los distintos países de Europa. Interpretaba que el aparente temor al sistema de protección infantil es un trauma colectivo a la separación, transmitido de generación en generación. Los efectos de este trauma no resuelto hacen que, en la práctica, impida a los padres que tienen dificultades para criar a sus hijos buscar o aceptar ayuda.

  • Estos padres temen que se malinterpreten sus palabras y que ello pueda utilizarse en su contra, dotando a las dominantes autoridades de protección infantil de pruebas de que no son capaces de cumplir con su función de padres. Esto significa que los padres no hablan de sus problemas, por lo que sus dificultades asociadas a la pobreza permanecen invisibles.

En los meses posteriores a la conferencia, yo pensaba con frecuencia en los argumentos de los compañeros investigadores del proyecto y cómo se relacionaban con la realidad del sistema de protección infantil en Bulgaria. Como investigadora, esta realidad me es muy familiar, dada mi afiliación al Centro de Know-How para la Acogida Alternativa para la Infancia de la Nueva Universidad Búlgara. En mis reflexiones, me planteaba si la situación de Bulgaria no era distinta de la presentación de la conferencia de noviembre.

¿Por qué se separa en Bulgaria a los niños de sus padres?

El actual sistema de protección infantil de Bulgaria apenas está dando sus primeros pasos. Empezó a funcionar hace solo 20 años con la introducción de un modelo de protección infantil que utiliza elementos de varios sistemas sólidamente establecidos en Europa Occidental, en especial el sistema británico. Dichos sistemas se replantean constantemente este modelo, en función de las investigaciones académicas y los problemas que sacan a la luz activistas, padres e hijos que pasan por experiencias traumáticas con estos sistemas. Mientras tanto, el sistema de protección infantil de Bulgaria lucha todavía con la forma de tratar cuestiones fundamentalmente importantes como la violencia y el abuso infantil, así como las intervenciones de los profesionales del trabajo social con las familias y los niños.

Además, el sistema de protección infantil de Bulgaria ha heredado mucho de su pasado. El legado es un eficiente sistema de grandes centros especializados en la acogida de menores y que se extiende por todo el país. Durante más de 50 años (antes de la implantación del modelo de protección infantil occidental), estos centros han ofrecido a las familias una misma solución a todos los problemas relacionados con la crianza de sus hijos: colocar al niño en una institución. La ideología detrás de este sistema de acogida era que el niño recibiera mejores cuidados y perspectivas de vida en una institución del Estado que con su familia. En la actualidad, casi todas las instituciones de acogida de menores de este tipo en nuestro país están cerradas, pero la creencia de que en muchos casos el niño va a recibir mejor cuidado del Estado que de los padres persiste todavía. Durante el desarrollo de nuestras investigaciones en el Centro de Know-How, nos encontramos con esta forma de pensar como una actitud que persiste en la sociedad, a veces incluso entre los profesionales y, muy a menudo, también entre los propios padres.

Estas actitudes relativas al cuidado del menor, rezagos de una situación política distinta, siguen afectando las decisiones parentales de hoy. Por ejemplo, los padres tienden a plantearse el ingreso de sus hijos en centros cuando consideran que las condiciones de vida en casa, en especial en casos de pobreza, son inadecuadas. Cuando las autoridades toman la decisión de separar a los niños de su familia, los padres suelen asumir que es culpa suya. Se considera a menudo que la separación de la familia es un castigo justo para los padres que no han superado los problemas de su vida y a la vez «el escenario más favorable» para el niño. Estas actitudes son con toda probabilidad la razón principal por la que recibe tan poca atención la suma de la pobreza – es decir, las dificultades específicas para criar a los hijos cuando se vive en la pobreza – con el ingreso de los niños en centros.

Sin embargo, a mí me parece que existe también otro motivo, aunque más formal, por el que se relacionan estos fenómenos y su invisibilidad.

¿Qué problemas trata exactamente el sistema de protección infantil?

En el pasado, sin la existencia de un sistema de protección infantil y con un interés y discurso públicos completamente diferentes, la violencia, el abandono y la capacidad parental no eran en absoluto motivos para el ingreso de los hijos en centros de acogida de menores. En muchos casos, la decisión de ingresar a los niños en estos centros era voluntaria por parte de los padres, motivada por las dificultades específicas por las que atravesaba la familia. Dichas dificultades se resumían en una falta de recursos para el cuidado de un hijo con discapacidad u otras necesidades complejas como, por ejemplo, una enfermedad en la familia, la falta de pareja o de apoyo de familiares para criar a un hijo, la falta de un lugar para vivir y un empleo fijo, o varios de estos motivos a la vez, también asociados con una vida de privaciones.

Y aunque durante los últimos 20 años el sistema de protección infantil ha ido introduciendo nuevas directrices con arreglo a los modelos de Europa Occidental, poco han cambiado los problemas en la vida de las familias, especialmente debido a que Bulgaria sigue siendo el país más pobre de Europa, con 1 de cada 3 niños viviendo en riesgo de pobreza o exclusión social.

De acuerdo con nuestras investigaciones en el Centro de Know-How, sabemos que en la actualidad la separación de los niños y sus familias ocurre debido a una acumulación de factores que convierten el entorno del niño en un entorno de «alto riesgo», de acuerdo con la terminología del sistema de bienestar infantil. Dichos factores son unas deficientes condiciones de vida, el aislamiento social, la falta de vivienda e ingresos, unas dinámicas familiares deterioradas entre los padres y los familiares, además de separación, conflictos, violencia doméstica, problemas de salud de los niños y los padres, etc.

Lo fundamental es que, independientemente de que se trate de abandonar a un niño o de que las autoridades separen a un niño de su familia, el factor que más influye en la decisión de separar a niños y familias es la pobreza. La pobreza generalmente va acompañada de otros factores significativos que conducen a dicha separación, como por ejemplo, pobreza y discapacidad, pobreza y adicción. Cabe resaltar que estos otros factores, por sí solos, no siempre conllevan una decisión de separar a los niños de sus familias, pero cuando se combinan con la pobreza, en la mayoría de los casos, sí, por lo que consideramos que la pobreza es un factor fundamental.

Con este trasfondo, los informes y análisis sociales del sistema de protección se refieren formalmente a la «desprotección social» de los niños; a la «escasa capacidad parental» y a la «conducta parental irresponsable», pero no a la pobreza y a la marginalización relacionada, principales características de la realidad social de las familias con las que trabaja el sistema. Ya que no se abordan los problemas con sus nombres reales, este nuevo sistema de protección esquiva la conversación sobre su naturaleza compleja y contribuye en gran medida a su invisibilización.

¿Cuál es la perspectiva?

En la conferencia, comenté a los participantes que existen algunas ventajas del sistema de protección infantil de Bulgaria que está dando todavía sus primeros pasos. Un padre activista del Reino Unido me dijo: «¡Míralo como una oportunidad!» ¿Pero eso qué significa?

El sistema de protección infantil de Bulgaria funciona dentro de un contexto social en el cual, por desgracia, la sensibilidad al abuso infantil es mínima. En realidad también es el motivo por el que el sistema no interviene tan a menudo ni de forma tan directa en la vida de las familias como sí sucede en el caso de los sistemas de Europa Occidental. Los investigadores sabemos que cuando el sistema interviene, se debe generalmente a cuestiones familiares relacionadas con la pobreza y la marginalización, lo cual, efectivamente, hace que este entorno entrañe riesgos.

No es profesional ni ético tratar estos problemas como problemas en el ámbito de la violencia y tratarles mediante la separación familiar, y este camino es precisamente el que el sistema de protección no debería seguir confiadamente. Las actitudes arraigadas de una acogida alternativa que se considera «mejor», junto con la tendencia de los padres a aceptar la culpa en silencio y ver la separación de sus hijos como una consecuencia correcta y justa, hacen que los verdaderos problemas permanezcan invisibles. Seguir el camino equivocado es, por lo tanto, peligrosamente fácil.

El hecho de que Bulgaria se encuentre al principio de su recorrido, ofrece una oportunidad para la creación de un sistema efectivo y justo. Podemos aprender de las experiencias pasadas y actuales de las personas en el sistema de la acogida alternativa, evitar los obstáculos anteriores y trabajar codo con codo con los padres en dificultades para luchar contra la pobreza y otros problemas. Todo esto con el objetivo de mantener a las familias unidas y eliminar la cultura de la «culpa de los padres» cuando acuden a pedir ayuda.

Es una oportunidad para estimular de forma consciente y con confianza el desarrollo de una cultura de la empatía, la colaboración y la participación, con el fin de crear conciencia acerca de la violencia contra los niños y desarrollar las competencias parentales.