La igualdad de compromiso hacia los más desfavorecidos
Maya Aoun, libanesa, colabora desde hace años con la causa de niños, jóvenes y familias en situación de pobreza. Entre 2017 y 2019, trabajó en la asociación Beitouna en Beirut, y al mismo tiempo, en la asociación Insan, una asociación para la defensa de los Derechos Humanos en el Líbano; sobre todo con familias sirias refugiadas. En 2019, se hizo voluntaria permanente de ATD Cuarto Mundo; y desde enero de 2023, colabora con los militantes del movimiento en Montreal.
El punto de partida
En 2010, para mi, tuvo lugar el primer campamento de verano con las familias de Beitouna1. Este fue el punto de partida de importantes cambios en mi vida, comenzando por la evolución de las opiniones y pensamientos que había mantenido hasta la fecha.
Hoy, mi camino vital me ha llevado a transformar la manera en la que ofrezco ayuda y participo en actos caritativos. He descubierto la mejor forma de actuar, acompañando a las familias y las personas en situación de pobreza. Esta forma de ser me ha permitido conocer mejor a las personas que viven esta realidad y transformó la percepción que tenía de ellas. Me di cuenta de que no se trata simplemente de personas necesitadas, sino que tienen una vida y un papel significativo en la sociedad: reflexionan, tienen ideas, talento, derechos y deberes.
Creía que estaba ahí para dar, porque esas personas estaban necesitadas. Sin embargo, la postura de Sor Teresa, la responsable en ese momento, difería por completo.
De ella, aprendí que “todos los seres humanos son iguales en dignidad, sin importar sus circunstancias de vida”; y que
- “las personas que brindan un acto caritativo no tienen derecho a sentirse superiores a las personas que viven en la miseria”.
“Aprendí muchas cosas en Beitouna, en el Líbano…”
En 2017, relevé a Sor Teresa en el centro Beitouna. Durante cinco años, conviví con familias que habían marcado mi vida desde 2010. Durante todos esos años, conviví con familias en situación de pobreza: algunas a las que ya conocía, y otras, nuevas. Aprendí mucho de ellas, de su vida y de su día a día. Me enseñaron lo que significaba caminar con ellas día tras día. También me enseñaron por lo que pasaban.
Por ejemplo, visité a una madre con dos hijas. Una de ellas tenía 2 años, y la otra tenía unos meses. Nos conocimos en la calle y las acompañé hasta la farmacia. Para ayudar, me llevé a la más pequeña. En cuanto a la madre, llevaba a su hija de 2 años de la mano. La calle donde vivía estaba llena de gente. Como llevaba ropa vieja y sucia, me percaté de la forma en la que la gente le miraba. Sus miradas estaban llenas de juicio, sobre todo al constatar la situación familiar en la que se encontraba.
- Acompañar a personas en situación de pobreza también es aceptar el hecho de tener que enfrentarse a ese tipo de situaciones. Caminar con personas es oponerse a la humillación y a la falta de respeto hacia ellas. Caminamos para transformar esos comportamientos.
Este ejemplo me hizo percatarme todavía más de que cada persona tiene su lugar en la sociedad, teniendo en cuenta sus valores propios, su talento y su dignidad.
Mi voluntariado en Beitouna me permitió conocer a voluntarios de ATD Cuarto Mundo, crear vínculos y familiarizarme con la esencia del movimiento. Así es cómo decidí iniciarme en el voluntariado, por sus valores coincidentes con los míos. Son valores que me llaman la atención, ya que nunca vi ninguno similar en otras asociaciones. En las asociaciones con las que colaboré en el pasado, las personas eran consideradas nombres y beneficiarios. Así es, los donantes se fijaban en las cifras, pero no se fijaban en las personas ni en sus situaciones.
Y en Quebec…
Llegué a Quebec en 2023. Cuando llegué a Montreal fue cuando empecé a descubrir el país. Esta ciudad es tan diferente de donde vengo: la cultura, la lengua, y, sobre todo, una sociedad que a mi parecer es mucho más individualista. Con ATD Cuarto Mundo en Canadá, percibo las diferencias entre la pobreza existente en Canadá y la que existe en el Líbano.
Empecé a buscar la mejor manera de acercarme a las personas en situación de pobreza. Una de las ideas era ir a un banco de alimentos. Allí, descubrí que a pesar de que Canadá es un país más rico que el mío, existen muchas personas a las que les falta comida. No pude acompañar ni conocer a esas personas, porque allí, venían a por provisiones y se iban inmediatamente después. De nuevo, me encontré en el mismo tipo de situación que había vivido anteriormente en el Líbano, antes de Beitouna. Sin embargo, no quería volver a pasar por ello.
No obstante, pude percatarme de pequeños gestos solidarios en el banco de alimentos. Entre otras situaciones, conocí a una madre que había venido a por sus provisiones en coche. En el mismo momento, un joven tenía dificultades para llevarse todas sus provisiones, por lo mucho que pesaban. Intentaba llevárselo todo a su casa. Cuando vi a la señora en su coche, pasando por la misma calle por la que iba el joven, pensé: “Se va a detener. ¡Se va a detener!” Y así fue. Se detuvo y le ofreció subirse al coche con ella.
En mi opinión, creo que aquí, al igual que en el Líbano, las personas en situación de pobreza no son simplemente personas necesitadas. También tienen una vida y un papel significativo en la sociedad: reflexionan, tienen ideas, talento, derechos y deberes.
¿Son iguales los voluntarios de otros países?
A mi parecer, el voluntariado es un estilo de vida; no sólo un trabajo con una lista de tareas. “Acompañar a las personas” no se trata ni de un trabajo supervisado ni tampoco de un trabajo concreto. Se trata de una vida en la que, cada día, tenemos la oportunidad de dar y aprender de las personas con las que coincidimos. Según mi experiencia, creo que es necesario ser libre para poder tomar este camino. ¿Cómo seguir siendo libre pese a los retos y no caer en la trampa de elegir el voluntariado como si fuese un trabajo? Lo que me parece imprescindible para poder gozar de esta libertad, es encontrar un espacio en el cual puedo expresar mis opiniones, reflexiones y puntos de vista sobre cualquier tema en el movimiento y en la acción, a la vez que respeto las opiniones de los demás.
Debido a que ATD Cuarto Mundo es un movimiento internacional, los voluntarios y las voluntarias son diferentes según su cultura y país de origen, lo que hace que no necesariamente seamos “iguales”. Vemos las cosas desde un punto de vista diferente, incluso luchando por la misma causa. En este respecto, me preocupa lo siguiente: ya que existe cierta influencia y ya que trabajamos en un movimiento en el que el valor de igualdad entre sus miembros es fundamental, ¿cómo podemos avanzar y reflexionar juntos frente a los desafíos y compromisos que nos impone nuestro país?
La libertad de compromiso en ATD Cuarto Mundo como voluntario es una necesidad. ¿Cómo mantener esta libertad? ¿Se trata de una dificultad por la que paso al ser libanesa? Porque en el Líbano, no todos mis derechos están garantizados. Por ejemplo, el derecho a estar ingresada y recibir cuidados, o el derecho a la jubilación no siempre son derechos adquiridos. Esta realidad me lleva a reflexionar sobre mi futuro, y podría obligarme a elegir el voluntariado como un trabajo que sustente mi vida, pero cuyos efectos podrían llegar a reducir mi libertad tal y como la percibo.
- Los voluntarios y las voluntarias de todos los países deberían tener la posibilidad de comprometerse de forma totalmente libre.
En Oriente Medio, gran parte de la población vive en la miseria. De esta manera, ATD Cuarto Mundo podría llegar todavía más lejos en su misión de luchar contra la miseria alrededor del mundo.
- La asociación Beitouna – que significa « nuestra casa » – está implantada en un barrio de Beirut con múltiples facetas, el barrio Nabaa. La ética desarrollada en las acciones llevadas a cabo por Beitouna es el respeto a cada persona independientemente de su situación y de sus convicciones, y la solidaridad dando prioridad a las personas más desfavorecidas.