Jacques Petidor, militante de los derechos de la persona humana
Homenaje a Jacques Petidor, aliado de ATD Cuarto Mundo Haití, en su funeral el 22 de diciembre de 2021 en Puerto Príncipe
Los que conocieron a Jacques Petidor, aunque sólo le hubieran visto una vez, saben hasta qué punto era un ardiente defensor de la justicia y de la fraternidad. Muchas personas percibieron en su mirada risueña y alentadora, esa llamada a algo más grande que uno mismo. Porque, partiendo de la injusticia que sufrió desde sus primeros años de juventud, forjó su conciencia de militante por los derechos de la persona humana.
Una vida plena con otras personas
A lo largo de toda su vida, Jacques trabajó duramente, sin dejar de aprender en sus dos escuelas: la de la vida y la de los eruditos. Y estas dos facetas de su saber, las compartió sin cesar, así como sus múltiples compromisos:
Al principio en la JOC1, luego como sindicalista en la Acción Obrera Cristiana, infatigable en el impulso ciudadano que trajo la democracia en 1986.
Después Jacques fue cofundador del Colectivo para la Educación y el Desarrollo Alternativo, que él mismo presentaba con estas palabras:
“Estamos ahí para el cambio: diminutas chispas para forzar el destino: eso empieza por la alfabetización”, una apuesta primordial en Haití, que cuenta con tres millones de personas privadas de acceso a la lectura y a la escritura.
Más de uno recuerda a Jacques escalando los empinados senderos de Martissant, o de otros barrios periféricos de Puerto Príncipe, donde no va nadie, si no es para visitar a un pariente. Le vemos de nuevo a la vuelta de una misión en provincias, agotado, pero con los ojos chispeantes de esperanza porque la alfabetización podía ser una estrella en las noches de incertidumbre.
Su lucha le llevó también a aceptar un puesto en la Secretaría de Estado para la alfabetización.
Creyó hasta el final en la fuerza de una alfabetización liberadora.
No se puede afrontar la inmensidad de la injusticia de forma aislada
Jacques conoció ATD Cuarto Mundo al principio de los años 2000. Decía:
- “Antes de conocer Cuarto Mundo, mi compromiso consistía en tratar de ayudar a los demás, a las personas más débiles, a las víctimas de injusticias sociales, a encontrar un poco de dignidad. […] Cuando se está metido en eso, no se puede parar. Pero a menudo uno se encuentra con muros, se encuentra solo con su propio compromiso porque la dimensión de los problemas de la injusticia nos empuja a veces a retroceder. ¿Cómo podemos unirnos? Hay que buscar otras fórmulas para mantener este compromiso vivo. Porque no se puede afrontar la inmensidad de la injusticia de manera aislada. Tras las decepciones y los fracasos, estaba a punto de tomar distancia con aquel combate. Entonces encontré a Hélène Rozet, una voluntaria de ATD Cuarto Mundo”.
Intrigado por el compromiso del movimiento con los más pobres, más concretamente, por el lugar que se le concede a su reflexión como contribución indispensable en la construcción de una sociedad más justa, quiso conocerlo más. Por medio de un grupo de lectura, descubrió el pensamiento de Joseph Wresinski, fundador de ATD Cuarto Mundo, pero lo que le gustaba profundamente del movimiento era, sobre todo, la vida compartida. Se convirtió en un aliado muy comprometido. Precisamente reencontraba allí su propia convicción del lugar fundamental de la educación:
“Muy pronto en mi vida de militante, comprendí que se ultraja, se utiliza, se explota a las personas de diversas maneras. Así que es necesario que puedan comprender el porqué de su miseria. Y esa es la tarea de la educación, […] ya sea colectiva o comunitaria […] Ahí es donde el individuo va a encontrar su dignidad”.
Hermano de los humildes, amigo de personas poderosas
Jacques creaba unión, era un filósofo, respetuoso con la cultura profunda de su pueblo. Siempre buscó estudiar en profundidad el creole, su lengua materna, y sus sutilezas. De hecho tenía verdadera pasión por traducir los textos de Joseph Wresinski para hacerlos accesibles a un mayor número de personas.
A pesar de todos los sobresaltos de la Historia, Jacques es de los que nunca abandonaron el sueño de libertad y de justicia, poderosas raíces profundas en la rebelión de los esclavos en 1804 y en la fundación de la República de Haití. Estaba atento a la vida política y a la acción ciudadana y tenía una gran comprensión de las realidades de su país. Escucharle era esclarecedor y daban ganas de amar Haití.
Jacques siempre fue el hermano de los humildes y sabía, por su sabiduría y su generosidad, convertirse en amigo de personas poderosas. Siempre permaneció fiel a sí mismo. Le daba una gran importancia al 17 de octubre, día mundial para la erradicación de la extrema pobreza, iniciado en 1987 por Joseph Wresinski. Veía en este día un espacio de educación para que los más pobres pudieran apropiarse de la lucha y no perdieran su capacidad de actuar. Por eso aceptó formar parte del Comité internacional 17 de octubre. También tomó la palabra en la sede de la Francofonía, en la ONU, para dar fuerzas a la lucha de las familias arrinconadas en la pobreza por las injusticias de la sociedad.
Resistir a través de la escritura
Jacques habría encontrado su sitio en cualquier lugar del mundo pero eligió quedarse en su país, queriendo siempre dar testimonio de “la fuerza de un pueblo más allá de la miseria que lo aprisiona”. Los últimos años estuvieron marcados por dramas y tensiones.
Se produjo la inconmensurable catástrofe del terremoto del 12 de enero de 2010. Fue un choque terrible para todos, y Jacques, una vez más, optó por la resistencia, esta vez a través de la escritura. Con otros seis miembros de ATD Cuarto Mundo, coescribió el libro Ravine l’Espérance (Barranco Esperanza), aportando sus reflexiones y numerosos aspectos de su experiencia desde la infancia.
Jacques se expresa a este respecto en un vídeo que publicó en Internet recientemente la ONG belga Entraide et Fraternité 2, destacando concretamente el personaje de Roche que él mismo había creado:
- “Roche denuncia un tabú, el de los niños y niñas en situación de domesticidad (cautiverio) juvenil, de la que no hablan los organismos de derechos humanos. Sin embargo, en Haití hay, en este momento, cerca de 350.000 menores que viven esta trágica realidad. El libro ha brindado esta oportunidad de mostrar al lector esta realidad de injusticia social que caracteriza a nuestro país y nosotros hemos hecho todo lo posible para denunciarla”.
A través de la historia de su vida, Jacques deja una inmensa contribución a su pueblo y al mundo. En todas partes, las personas que han tenido la ocasión de conocer a Jacques saben la suerte y el honor de que han gozado al haberle tenido por amigo, por maestro. Conservarán la imagen de Jacques como la de un hombre recto, justo, muy sutil en sus opiniones, y de un valor fuera de lo común. Por boca de Roche, se dirige hoy a cada uno de nosotros diciendo:
“Te toca tomar el relevo”.