Haríamos lo que fuera por nuestros hijos
Larine Kenmogne es militante Cuarto Mundo en el Reino Unido. El año pasado habló en nombre de ATD Cuarto Mundo en el Royal Holloway de la Universidad de Londres. Durante la Covid, las familias en situación de pobreza se encontraron en unas circunstancias imposibles y sin opciones buenas para ellas.
En su intervención, la Sra. Kenmogne explica que los sistemas establecidos para apoyar a las familias a menudo no ayudan e incluso, a veces, les ponen las cosas más difíciles. Esto se amplificó durante la pandemia y las medidas tomadas para afrontarla. Aún podemos seguir aprendiendo de lo que ocurrió, para intentar no repetir estos mismos errores, y sacar aprendizajes para mejorar estos sistemas de manera general.
La vida es más cara con la Covid
Como madre, una quiere ser una buena mamá, pero, cuando te encuentras en una situación de pobreza, la sociedad no te aporta lo que necesitas. Debido a la pandemia, muchos niños ya no reciben la comida gratuita del colegio. Debido a que están encerrados en casa, tenemos que gastar mucho más dinero en comida. [Y] nos hemos gastado muchísimo más en calefacción porque no se puede apagar nunca.
Tragarse el orgullo para sobrevivir
Algunas organizaciones benéficas establecidas para asistir a las familias ofrecen comida, pero solo si primero contestas unas preguntas tan invasivas, degradantes y humillantes que dan ganas de salir corriendo.
Los niños no tienen nada que hacer, así que siempre están con el móvil. Las facturas de las tarjetas pre-pago para el internet de los móviles cuestan mucho dinero. Una madre afirma:
- «Para los deberes de mi hija tuve que tragarme el orgullo y pedirle a nuestro vecino si podíamos usar su red desde nuestro piso. Aceptó, pero siento que no quiero depender demasiado de él».
A veces, uno siente que tiene que hacer algo y, al mismo tiempo, que no debería estar haciéndolo. Debido a esta situación, uno se ve obligado a sentirse un sinvergüenza.
Consecuencias del aislamiento y la vergüenza
La frustración crece en los niños. A lo largo del año, no ven a sus amigos y no se entretienen. La ira simplemente crece en su interior. Eso implica un gran gasto de energía por parte de los padres.
Me preocupo mucho por nuestros hijos cuando no tienen nada que hacer. Las manos ociosas son el juguete del diablo. Sin tener a donde ir y nada que hacer, se sienten olvidados y pierden la esperanza.
Se avergüenzan de ser pobres y de sentirse inútiles. Las drogas parecen escondidas, pero nuestros hijos saben dónde se venden. No tener nada que hacer confunde a nuestros hijos y afecta sus corazones. Hace que las drogas parezcan geniales.
La pobreza no es negligencia
Cuando una cría a sus hijos en una situación de pobreza en este país, existe un problema enorme. Puede que estés pasando por momentos difíciles y te sientes avergonzada para ir y pedir ayuda. Así que cuando la escuela ve que estás teniendo problemas, te llaman y empiezan a hablar sobre protección de menores. ¡Pero esto está mal!
Creen que un padre, una madre que no tiene dinero para calcetines nuevos está siento negligente con su hijo al enviarlo a la escuela con calcetines de distinto color. ¡Pero eso no es negligencia! Cuando una persona es pobre, por supuesto que puede que vaya con calcetines dispares o que parezca sucia, sin embargo, eso solo significa que los padres necesitan apoyo.
- Muchos padres, cuando tienen problemas, piden apoyo a los servicios sociales, pero por lo general no reciben ayuda. Es casi como si los servicios sociales se negaran a ayudar a los padres a propósito para después poder llegar y decir: «Estás siendo negligente con tus hijos»
Asociar la pobreza con la negligencia es inhumano. Está mal.
Consejo para los trabajadores sociales
Por favor, no nos juzguéis. Queremos que os acerquéis a nosotros como seres humanos y que veáis por lo que estamos pasando.
Por favor, entended la diferencia entre negligencia y pobreza. Haríamos lo que fuera por nuestros hijos, solo necesitamos ayuda.
Una vez, una amiga le dijo a su trabajador social que no estaba saliendo adelante, pero, en realidad, solo estaba exhausta. Lo que pasó después fue que su trabajador social la declaró madre no apta, fue denunciada y tuvo que ir a juicio.
Mi trabajador social dijo: «Lo siento, no tenemos fondos, tengo las manos atadas». Por favor, ¿puedo saber para qué estáis aquí si no puedes ayudarme? Si no puedes ofrecerme ningún apoyo, la situación va a empeorar. A muchos de nosotros nos dejan abandonados y buenos padres y sus hijos se llevan la peor parte.