Haití, con las personas que hacen frente a lo imposible
Intervención de Isabelle Pypaert Perrin en la velada sobre el tema «Haití, con las personas que hacen frente a lo imposible», organizada con motivo de la presentación del libro Ravine l´Espérance [Barranco Esperanza] el 11 de enero de 2018, en la Casa de la Francofonía París, Francia .
La historia de ATD Cuarto Mundo lleva cerca de cuarenta años vinculada profundamente a Haití. En 1981, nuestro fundador, el padre Joseph Wresinski, visitaba Haití. El Movimiento ATD Cuarto Mundo tenía entonces 25 años de existencia. Se había creado en un asentamiento informal de la región de París cuando Joseph Wresinski, después de instalarse junto a familias que vivían en situación de extrema pobreza, les propuso unirse. En aquel momento el movimiento ya se había extendido por diferentes países de Europa y de América del Norte y descubría lo que vivían las familias en situación más grave de pobreza en los campos de refugiados de Tailandia o en Guatemala.
Durante ese viaje, Joseph Wresinski cautivado por el país y las personas que encontró, dirá : «Haití debe afirmar ante el mundo la fuerza de un pueblo más allá de la miseria que le amordaza». La fuerza de un pueblo al que siempre se ha querido arrodillar pero que nunca ha dejado de alzarse hacia el horizonte de la libertad. Una libertad que conquistar para ellos mismos, para los suyos, pero también para toda la humanidad.
Así, a principios de los años 80, algunos miembros del voluntariado permanente de ATD Cuarto Mundo fueron a vivir y trabajar a Haití, en primer lugar en Fonds des Nègres, en el medio rural, y posteriormente a Puerto Príncipe, en el barrio de Martissant, con las familias del asentamiento informal de Grand Ravine.
ATD Cuarto Mundo se estableció allí, sostenido por el coraje y la profunda esperanza madres y padres que luchaban para que sus hijas e hijos pudieran crecer, aprender, formarse y convertirse en personas adultas útiles al país. Nos decían: «Nuestras hijas e hijos son inteligentes, ¿quién tomará en serio su sed por aprender?. Queremos que sus vidas sean diferentes de las nuestras».
Así fue como se crearon acciones que vinculaban el acceso al saber y a la salud: Bibliotecas de Campo y escuelas infantiles en las aldeas, y Bibliotecas de Calle en los barrios de Puerto Príncipe, una Acción Infantil Cultural y una actividad pre-escolar. Una mujer del asentamiento informal inició esta pre-escuela, que actualmente es un proyecto piloto que permite a niñas y niños que viven en condiciones muy difíciles acceder a la escuela primaria, al reunir bajo la sombra de su kay [vivienda] a las niñas y niños de la vecindad para que no se alejaran definitivamente del proceso escolar.
Posteriormente se creó el proyecto Bebés Bienvenidos, una acción que reúne a bebés, madres, padres y animadores en una actividad de estimulación temprana de los más pequeños, donde los participantes se apasionan conjuntamente con su progreso y aprendizaje y que aborda una dimensión de salud que permite atender y solventar la desnutrición de los más pequeños en un contexto de solidaridad, libre de vergüenza.
En 2010, algunos días después del terremoto, las familias decían: «Es necesario reiniciar las acciones con los menores. Desde luego, hay que esforzarse mucho para conseguir agua potable y algo que comer, cómo curarse o dónde vivir; no tenemos nada. Pero es importante que la inteligencia de nuestros hijos no se eche a perder». Sabiduría impresionante de estas familias de las que tenemos tantas cosas que aprender y que son capaces de mantener objetivos de futuro mientras viven en el corazón de una extrema precariedad y de la más apremiante urgencia.
Este libro, cuyos autores a continuación intervendrán, narra este extraordinario apego del pueblo de Haití a sus hijos y su lucha encarnizada por ofrecerles un futuro mejor, esfuerzo que con frecuencia realizan demasiado solos.
Asimismo nuestro movimiento se ha construido gracias al compromiso y a la movilización de la juventud de estos barrios, animados por la voluntad y la energía de vivir, de contribuir a que su país sea más justo y más bello. Con los años, algunos se sumaron al voluntariado permanente de ATD Cuarto Mundo y asumen responsabilidades en su país y en otras partes del mundo.
Después del terremoto se decretó el barrio como «zona roja» o «zona de exclusión», la ayuda internacional no llegaba. Entonces, una vez más, las familias ya no podían contar más que con ellas mismas y fueron estos jóvenes quienes recorrieron toda la zona y organizaron el censo de todas las niñas y niños del área para establecer una distribución de alimentos para los niños con el apoyo de una asociación colaboradora. Esta distribución que no dejó a nadie atrás se realizó en un clima de paz y dignidad.
En las semanas siguientes, junto con las familias y jóvenes, participamos en todas las reuniones y acciones iniciadas por las Naciones Unidas y la sociedad civil de Haití para que la voz del pueblo de Haití, la voz de estas familias, se escuchara y se tuviera en cuenta en las políticas de reconstrucción del país. Fuimos testigos del modo en que la ayuda internacional eludía a las instituciones del país. Observamos cómo la solidaridad internacional, tan fundamental y necesaria para el país, no lograba encontrar y establecer lazos con la solidaridad iniciada en los barrios por las organizaciones del país, basados en el coraje y la inteligencia de las personas que no se habían quedado de brazos cruzados para luchar.
Queríamos contribuir con nuestro compromiso a hacer que Haití fuera quien dirigiese el trabajo crucial de pensar de nuevo la cooperación internacional fundamentada en el respeto mutuo y que en última instancia abriría una vía de paz entre los pueblos.
Este trabajo no se llevó a cabo. A la comunidad internacional le queda aún mucho camino por recorrer para admitir que ante los conflictos actuales a los que se enfrentan nuestros países, como consecuencia de las crisis económicas, medioambientales, sociales, éticas, que les afectan, necesitamos aprender cómo afrontarlas apoyándonos en la inteligencia y en la experiencia de todos.
ATD Cuarto Mundo también ha progresado gracias a amigas y amigos docentes, ingenieras, enfermeros o médicos que han tenido múltiples oportunidades de hacer carrera profesional fuera del país pero que se han quedado diciendo: «este es mi hogar». Desde hace quince años, y en colaboración con profesionales de la medicina, con agentes locales de salud, hemos podido establecer un seguro de atención sanitaria que permite a familias en situación de pobreza extrema residentes en el asentamiento acceder a la atención sanitaria tanto para ellas como para sus hijos. 4 000 personas participan en este proyecto.
Actualmente constituye para nosotros un desafío encontrar la forma en la que este proyecto, de resultados probados, puede inspirar a otros, en Haití y en otros lugares, obtener apoyo, o ser replicado para que un día el derecho a la protección social sea efectivo para todas las personas y en todos los lugares.
En esta tarea de dar a conocer este proyecto y garantizar su durabilidad, interpelamos tanto a la diáspora haitiana como a las organizaciones internacionales.
Después de cerca de cuarenta años Haití inspira el progreso del Movimiento ATD Cuarto Mundo en el mundo, mediante sus luchas cotidianas y su participación en reuniones y eventos internacionales, en proyectos de investigación, en la organización de coloquios como el que en 2008 se organizó conjuntamente con la organización FOKAL y Michèle Pierre-Louis centrado en torno al tema: La démocratie à l’épreuve de la grande pauvreté – l’actualité de la pensée de Joseph Wresinski [La democracia a prueba por la extrema pobreza, actualidad del pensamiento de Joseph Wresinski], los miembros del movimiento en Haití contribuyeron a lograr que se entiendiera hasta que punto la miseria es violencia. Además, es necesario subrayar que quienes a diario resisten, y a pesar de todo, crean donde viven las condiciones para la convivencia, son agentes de paz. Una mujer, madre de familia residente en el asentamiento cuya hija fue asesinada por una bala perdida, decía: «La paz es un orgullo. Si debemos hablar de violencia, es para entender y seguir estando orgullosos de la forma en la que creamos la paz».
- Nos preguntamos: ¿cuándo se otorgará el Premio Nobel de la Paz a esas familias y a todas las que comparten sus condiciones en todo el mundo?
Este libro Ravine l´Espérance [Barranco Esperanza] habla de la esperanza y de la búsqueda incesante de paz. La violencia también está presente, se nombra a través del silencio, en el silencio. Se nombra con las palabras de quienes ya lo han sufrido, de quienes la conocen y la han meditado en lo más profundo de sus corazones. Saben que denunciarla sin que se trabajen las condiciones para romper el silencio, la reactiva. Saben que esta violencia es humana y que solamente la dignidad puede hacerle frente, la dignidad de quienes a diario no renuncian a crear un día a día que permita un futuro posible y en paz.
El padre Joseph lo afirmaba con estas palabras: «En el mundo, en realidad son las personas pobres quienes con su creación cotidiana construyen la humanidad. (…) No pueden permanecer fieles a lo que un día guardaron en sus corazones. (…) Las personas pobres no difunden una idea de libertad, viven y mueren por ella».
Fotografías: © ATD Cuarto Mundo