Frimhurst, el inicio de su historia
Como parte de la conmemoración del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza organizado por ATD Fourth World UK en Frimhurst Family House el sábado 21 de octubre, el Dr. Michael Lambert, Historiador Social de la Universidad de Liverpool, presentó el contexto histórico y el significado de la creación de Frimhurst.
Frimhurst – el inicio de su historia, 1957-77
60.ª aniversario de Frimhurst
Por Michael Lambert, Universidad de Liverpool
1) Introducción
En 2017 terminé mi tesis doctoral en la Universidad de Lancaster sobre lo que las autoridades denominaban entonces «familias problemáticas», en el momento álgido de la «época dorada» del Estado del bienestar de después de la Segunda Guerra Mundial, entre 1945 y 1974. Mi tesis se centró sobre los centros residenciales creados para la supuesta rehabilitación de familias «problemáticas» en la vida de la comunidad.
Dos elementos se hicieron rápidamente evidentes :
En primer lugar, la etiqueta «familia problemática» es un término ambiguo, poco preciso, elástico e indefinible que las autoridades utilizan ampliamente para describir a toda una serie de familias centrándose en su comportamiento, sin que haga referencia a la difícil situación en la que viven estas familias. A la luz de miles de informes se hizo evidente que la palabra «pobreza» estaba ausente del debate, así como la visión de quienes se veían etiquetados como «familias problemáticas».
En segundo lugar, Frimhurst sobresalía por su diferencia. En el período posterior a la guerra había seis centros residenciales gestionados por organizaciones no gubernamentales. El primero en Marple, llamado Brentwood, dirigido por el Lancashire Community Council [Consejo Comunitario], con personal cuáquero ; creado en 1937 y clausurado en 1970. El segundo, situado en Pymouth, el Mayflower, gestionado por la organización Ejército de Salvación, en funcionamiento de 1948 a 1962. El tercero, el Elizabeth Fry Memorial Trust House, de 1950 a 1972, situado en principio en Spofforth Hall cerca de Harrogate, antes de su traslado a la orilla oeste de York; dirigido por organismos caritativos de la familia Rowntree. El cuarto, Crowley House en Birmingham, en funcionamiento de 1957 a 1973, gestionado por la obra social de la familia Cadbury. El quinto, el centro Mothercraft de St. Mary en Dundee que tiene su origen en las presbiterianas y otros grupos religiosos apoyados por el obispo de Brechin y que estuvo en funcionamiento de 1953 a 1974. El sexto y último, Frimhurst, creado en 1957 y en funcionamiento hasta la fecha.
Aun cuando Frimhurst se inspiró de los demás centros —basados en el comportamiento de las familias, la formación de cuidados de maternidad, cocina, limpieza, cuidado de los menores, todo ello bajo supervisión de un personal matriarcal centrado en la domesticidad— era diferente de los demás centros. Desde el principio de su historia, Frimhurst consideraba a las familias no tanto como «familias problemáticas», sino como familias que afrontaban dificultades, familias con problemas y que luchaban por superarlos. El régimen no era ni estricto ni severo, no se imponían los cambios a las familias mediante la obligación a las madres del aprendizaje de nuevos métodos para ocuparse de las labores de la casa y del hogar, sino que se dialogaba con las familias sobre su percepción y observaciones acerca de sus propias dificultades. En este contexto de posguerra, era algo muy radical y constituye una de las razones principales por las que Frimhust ha sobrevivido a los demás centros. Esta diferencia es la que abordaremos en el debate de hoy.
2) Gran Bretaña en el período de posguerra
Durante un discurso ante simpatizantes del partido conservador en el verano de 1957, el primer ministro de entonces, Harold Macmillan, frente a toda esta muchedumbre declaró en un conocido discurso que los británicos ‘nunca antes habían tenido una vida tan confortable’. El crecimiento económico tras el final de la Segunda Guerra Mundial, el compromiso político para la creación del pleno empleo y el Estado del bienestar generaron una riqueza sin precedentes para miles de personas en todo el país. En la antesala de los años sesenta (Sixties Swing [el impuso de los sesenta]), había terminado el racionamiento y las personas tenían menos temor de las consecuencias de la pobreza que habían permanecido muy presentes en el espíritu de la población tras el período de la Gran Depresión de los años 30.
Sin embargo, en Gran Bretaña no toda la población disfrutaba de esta ‘vida confortable’ y una de las estampas que se añadía era la de la reabsorción de zonas insalubres —aún en parte ocupadas y habitadas— en Liverpool en 1966, lo que muestra que la vida seguía siendo difícil para muchas personas en ese período en Gran Bretaña. Ahora me voy a centrar en una serie de dificultades, pero no en todas, que ilustran otro ángulo de la realidad de la Gran Bretaña de posguerra.
La vivienda. La reabsorción de zonas insalubres de antes de la guerra se había paralizado por el estallido de la guerra en 1939, así como la construcción de viviendas. Además, la mayoría de las grandes ciudades británicas habían sufrido una importante destrucción por el Blitz [Operación de bombardeos selectivo por parte de las fuerzas aéreas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial]. En 1945, miles de personas se encontraron sin domicilio, con viviendas precarias o en confinamientos que acompañaban la evacuación como consecuencia de la guerra. Las listas de espera para la obtención de viviendas sociales, en especial en las grandes ciudades, afectaban a decenas de miles de personas. El control de los alquileres significaba asimismo que numerosos propietarios habían dejado que sus propiedades se deterioraran, o habían dividido sus propiedades más grandes en numerosos apartamentos o habitaciones para maximizar los ingresos. Sacar adelante a la familia en estas condiciones era difícil incluso en el mejor de los casos.
Trabajo. La explosión económica de posguerra había creado oportunidades de empleo para muchas personas, pero con frecuencia las horas de trabajo eran muy numerosas y los salarios seguían siendo bajos, en especial en las industrias donde abundaba la mano de obra no muy cualificada y eso afectaba especialmente a un número creciente de mujeres que ingresaban en el mundo laboral. Las condiciones de trabajo eran a menudo difíciles y había una falta de protección lo que provocaba enfermedades, heridas y otros problemas que hacían que la lucha diaria por la supervivencia fuera aún más difícil. El trabajo no era un medio para salir de la situación de pobreza y de miseria como pretendía el consenso de posguerra.
Las mujeres. Si los problemas de vivienda y de trabajo agravaban las dificultades y la lucha diaria, esta carga recaía principalmente sobre las espaldas de las mujeres en su calidad de madres de familia. El Estado consideraba el papel de las mujeres como responsables de familias y en su función de madres más que como personas y ciudadanas de pleno derecho, e incluso las prestaciones sociales «prestaciones familiares», se habían creado y se pagaban directamente a las mujeres sin que se modificara el equilibrio de poder en el seno de la familia. El control que los hombres ejercían sobre el dinero y su uso en beneficio propio —para sus actividades de ocio, juego, bebida o sus propios intereses— significaba que las mujeres eran quienes estaban en situación de miseria y luchaban contra la pobreza y quienes no «tenían, en verdad, una vida tan confortable».
3) «Familias problemáticas»
La actitud del Estado, de las autoridades locales y del Gobierno, en todos los ámbitos era con frecuencia la de ver los problemas de vivienda, de trabajo, de las mujeres, de la pobreza y otros problemas anteriormente descritos, no como problemas principales de la sociedad sino como problemas de los individuos, de las familias y, sobre todo, de las mujeres. Si en Gran Bretaña había prosperidad, entonces, el hecho de no lograr que otros se beneficiaran de esta prosperidad en estas condiciones no era tanto responsabilidad del Gobierno, sino de las personas, de las familias, de las madres de familia. Se ignoraba por completo el punto de vista y las solicitudes de quienes vivían estas dificultades y se prefería actuar en sustitución de ellas, con el objetivo de modificar su comportamiento.
Varios estudios realizados por diversos expertos —entre otros, la Sociedad Eugenésica, deseosa de mejorar su imagen tras la nefasta publicidad que habían recibido por parte de los nazis en la Segunda Guerra Mundial— habían intentado dar legitimidad científica al calificativo de «familias problemáticas». Era, en realidad, un término estigmatizante y negativo, que destacaba los criterios gubernamentales de generación de dificultades a los servicios sociales, y no tenía nada que ver con las familias en sí mismas. Estos estudios mostraban que las «familias problemáticas», incluso si se les malinterpretaba, eran objeto de gran interés por parte de los servicios del Estado de posguerra.
La imagen de un educador infantil vestido de blanco y con guantes que toma decisiones en sustitución de la madre está tomada de un díptico sobre el Servicio a la Infancia del County Council [Consejo del Condado] de Lancashire en 1961.
En esa época, los trabajadores sociales, entre otros, utilizaban este calificativo de «familia problemática» para describir y establecer categorías entre las familias, así como para establecer formas especiales de acción y de intervención. Se trataba entre otras cosas, de visitas de trabajo social intensivas, puede que diarias, por parte de trabajadores sociales específicamente empleados por las autoridades locales o por organizaciones no gubernamentales como Family Service Unit. En ocasiones, se reubicaba a las familias —incluso se las aislaba— en viviendas especiales: muchas veces en tugurios destinados a su demolición, en barracones en espacios militares abandonados, lejos de sus lugares habituales de vivienda, o en edificios públicos en mal estado difíciles de alquilar. Todos aislaban física y socialmente a las «familias problemáticas» de sus familias y amistades así como de su comunidad más amplia. Las autoridades creían que podrían de este modo vigilar más de cerca a estas familias y mantenerlas separadas de las demás.
Con frecuencia, el último recurso, y el más costoso, era que las autoridades locales apadrinaran a las familias para que pasaran un tiempo en centros de readaptación gestionados por organizaciones no gubernamentales. Como hemos indicado al principio, aproximadamente entre 1945 y 1970 había seis centros. Su régimen estaba principalmente centrado en la adquisición de habilidades domésticas y el período de alojamiento era de entre 2 y 6 semanas para algunas familias, de 2 a 3 meses para otras, y en raras ocasiones, hasta 6 meses para otras. Las autoridades locales evaluaban su utilización para saber si las familias generaban menos «problemas» a sus servicios después, y los trabajadores sociales evaluaban la estancia de la familia en el centro como «éxito» o «fracaso» si seguían o no solicitando un uso excesivo de sus recursos.
Es este contexto y en esta historia que hace su aparición Frimhurst. Pero, como lo he mencionado precedentemente, Frimhurst siembre aparece como algo diferente y esto nos da indicios de las razones por las que ha permanecido en funcionamiento hasta la fecha.
4) Grace Goodman y Margaret Gainsford
Estas son las personas que permitieron un cambio, al cultivar un ambiente diferente en Frimhurst. Al contrario que en otros centros, Frimhurst no se creó por una gran organización o gracias al apoyo de grandes filántropos, sino por dos mujeres comprometidas en la creación de un cambio. Lograron el apoyo de numerosas autoridades locales en Londres y en los alrededores y un apoyo financiero más modesto por parte de otras organizaciones no gubernamentales con las que estaban en relación.
Grace Goodman y Margaret Gainsford eran ambas trabajadoras sociales y consejeras matrimoniales empleadas por el County Council [Consejo del Condado], y trabajaban únicamente con estas familias denominadas «problemáticas», principalmente en zonas afectadas significativamente por la pobreza —el East End de Londres, los barrios de Kensington ocupados por las primeras oleadas del SS Empire Windrush [Primer barco significativo de la migración de posguerra] y los barrios pobres de Islington y de North London. Consideraban que las relaciones interpersonales eran fundamentales para ayudar a las familias y creían en su participación activa. Las decisiones se debían tomar conjuntamente, entre personas que viven en situación de pobreza y quienes vienen en su apoyo.
La creación de Frimhurst fue la expresión de este espíritu.
Desde un inicio, se admitía a familias completas y no solo únicamente a madres con niños pequeños, como se hacía en otros centros. Las fundadoras de Frimhurst reconocían que todo cambio tenía que iniciarse conjuntamente. Esto permitió impedir las profundas perturbaciones físicas y emocionales provocadas por el hecho de destruir a las familias en su proceso de rehabilitación.
Las familias vivían en unidades familiares separadas en vez de en grandes dormitorios o habitaciones compartidas y no tenían una supervisión por parte del director o de la directora sino que se responsabilizaban conjuntamente de la distribución del espacio. Habían solicitado que se instalaran cuatro casas prefabricadas en el terreno poco después de la apertura de Frimhurst para garantizar que cada familia tenía suficiente espacio para vivir. La idea de familia como unidad era central en la filosofía de Frimhurst y la Sra. Goodman y la Sra. Gainsford no querían pasar por encima de ella con el pretexto de aumentar el número de personas albergadas.
A diferencia de otros centros, donde los períodos de permanencia de las familias eran cortos y donde se aislaba a las familias de la comunidad, las familias debían buscar un empleo, vivir e instalarse en la vida de Frimhurst y no únicamente vivir un período breve para recibir una formación sobre habilidades domésticas. Las niñas y niños iban a la escuela de la localidad, asistían al grupo de juegos y participaban en la guardería en vez de vivir aislados de la comunidad local. A medida que las actitudes y las ideas del trabajo social cambiaban, los pioneros métodos utilizados en Frimhurst se replicaban en otros centros que esperaban así mejorar su imagen y sus métodos.
La duración de admisión de las familias era, al contrario que en otros centros, de seis meses como mínimo y muchas familias permanecían significativamente más tiempo, en ocasiones un año o varios años. Esto significaba que costaba mucho más caro a las autoridades locales que eran más selectivas a la hora de elegir a las familias, respecto de otros centros, y al elegir menos familias por períodos más largos. Con frecuencia, los servicios sociales referían a las familias que consideraban como los «peores» casos o los de «última oportunidad».
Las relaciones eran también un elemento central de la atención en Frimhurst, más que intentar educar a las madres de familia en tareas domésticas y en las normas correctas con las que cuidar a sus hijas e hijos. Una serie de reuniones regulares entre padres y madres y familias con la Sra. Goodman o la Sra. Gainsford, o únicamente entre familias, eran la oportunidad de debatir o hablar sobre las cuestiones positivas o negativas y permitía a cada persona participar activamente en los procesos de transformación familiar. El proyecto familiar tal y como la familia lo entendía era fundamental en el funcionamiento de la casa.
Los elementos materiales estaban también muy presentes pues Frimhurst no admitía nuevas familias si estas no contaban ya con una vivienda disponible en el centro, o la garantía de tenerla. Su compromiso personal y el tiempo que consagraban a la casa era equivalente con el compromiso económico de los organismos de apadrinamiento.
5) Frimhurst
Intentar rendir cuentas sobre cómo era la vida en Frimhurst ha sido tarea difícil habida cuenta de lo limitado de las fuentes documentales respecto de las reuniones e informes sobre las familias, pero un artículo publicado en el Sunday Times escrito por un periodista que visitó Frimhurst en octubre de 1963 hace justicia :
- «En una casa victoriana en ruinas situada en la región de Surrey, familias en riesgo de desintegración o que, por circunstancias que se han agravado significativamente para ellas, han perdido la capacidad de afrontar la vida y aprenden a revivir… Frimhurst es la última esperanza, la alternativa a la separación de la familia o a la institucionalización de los menores por las autoridades locales… No hay un ambiente de reproche, no se les hace sentir que están en situación de fracaso, no se les insta a la higiene, al orden, a ser razonables, hay unas reglas mínimas… Pero para quienes dirigen la vivienda y contratan al personal, esta política de no injerencia es algo muy difícil. A las personas acostumbradas a una vida ordenada y disciplinada les resulta muy difícil no intentar imponer esto mismo a los demás».
Las autoridades que recomendaban el alojamiento de familias en Frimhurst lo consideraban como el final del camino, el último recurso para las familias problemáticas antes de separarlas, internar en centros a los menores y controlar a las madres y padres mediante la supervisión de trabajadores sociales. Sin embargo —y es importante— las familias venían voluntariamente y se implicaban activamente en el cambio, en vez de someterse al régimen impuesto por el centro. Si las familias aceptaban participar únicamente bajo la presión de los servicios sociales, la Sra. Goodman y la Sra. Gainsford se organizaban a menudo para que se marcharan del centro. Habida cuenta de la situación de precariedad del centro, en algunos momentos, era un gesto audaz, pero estaban comprometidas con una ética de colaboración y no tolerarían formalmente lo que corría el riesgo de ponerla en peligro.
El artículo antes citado muestra bien la concepción de Frimhurst que no veía a las familias que llegaban como «familias problemáticas» sino como «familias con problemas» y que el establecimiento de relaciones permitía cambiar y superar estos problemas. Este artículo también pone de manifiesto las circunstancias personales muy difíciles de las familias y del estrés que suponía para las familias y para las personas que trabajaban y vivían en Frimhurst. La presentación de Diana Skelton sobre la vida de Mary Rababliati —una persona muy relevante en el desarrollo de Frimhurst— muestra bien hasta que punto el compromiso en el diálogo era difícil, frustante y penoso.
6) La reputación
Frimhurst captó la atención y el interés de numerosas visitas de toda Gran Bretaña y del mundo por su fama y su misión de transformación de la vida de las familias.
Las fotos de un campo de trabajo juvenil en 1965 que reconstruyó partes del edificio exterior así como un área de juegos para los menores ponen de manifiesto la participación de todas las personas y el clima diario de la vida de las niñas y niños, de las familias y de los trabajadores —inclusive por un breve período— en Frimhurst.
Asimismo, Frimhurst aceptaba recibir a estudiantes en prácticas de trabajo social o ciencias sociales de toda Gran Bretaña. Quienes se quedaron lo hicieron en diferentes momentos para colaborar con el centro de diferentes formas. Además, las visitas no procedían únicamente del mundo académico, sino también de miembros de organizaciones no gubernamentales como la Family Welfare Association [Asociación de Bienestar Familiar], o la Sociedad Nacional para la Prevención del Maltrato Infantil, o Family Service Units, entre otras. Todas tenían la voluntad de ayudar y ver y descubrir el ambiente del centro.
Las visitas no eran exclusivamente nacionales, sino también internacionales. En 1962, Grace Goodman y el padre Joseph Wresinski se conocieron fuera de Frimhurst, y su relación se fortaleció por la cooperación y la relación epistoral entre ambos, hasta que Frimhurst se integró formalmente en el Movimiento ATD Cuarto Mundo en 1967 con la llegada en 1968 de los primeros miembros del voluntariado permanente de ATD Cuarto Mundo, entre otras, Mary Rabagliati. En 1961 y 1962, el padre Wresinski había visitado numerosos centros residenciales durante una gira por proyectos dirigidos a «familias problemáticas» por parte de las autoridades locales y las organizaciones no gubernamentales, pero no había mantenido la misma relación con los otros centros como lo hizo con Frimhurst. La integración oficial de la Casa Familiar en ATD Cuarto Mundo permitió una mayor estabilidad económica a largo plazo a la organización, que anteriormente tenía que solicitar con regularidad aportaciones económicas. También permitió garantizar una continuidad en el equipo de trabajo que con frecuencia permanecía breves períodos por el estrés y la falta de tiempo libre. La vida en Frimhurst era más bien un compromiso que un trabajo, lo que provocaba que muchos trabajadores se fueran.
Asimismo se invitaba a la Sra. Goodman a presentar la experiencia de Frimhurst en muchos países y aprovechaba estas oportunidades para solicitar fondos y dar a conocer su trabajo. Estos eran los rasgos distintivos de Frimhurst y que establecían una diferencia con los demás centros : la participación activa de las familias, la duración del período de estancia y el apoyo a la relación de todos los miembros de la familia. Se observa con claridad en los comentarios de los directores de Brentwood —el Sr. y la Sra. Hatton— durante una visita en 1969. Consideraban que las condiciones eran «muy primitivas» respecto del régimen en sus propios centros, y varios comentarios en un informe dirigido a los centros evocan la impresión de «desorganización» y una falta de control por parte del personal.
Y, en efecto, en 1964, una serie de autoridades locales que en un principio habían apoyado a la Sra. Goodman y a la Sra. Gainsford en su iniciativa en Frimhurst, así como otras organizaciones no gubernamentales, se pronunciaron y ejercieron presión para que el centro se pareciera más a los demás centros, más experimentados y de eficacia probada, menos permisivos y más rígidos en su estructuración. Esto generó muchos problemas internos en Frimhurst e interminables debates sobre los métodos entre los miembros del personal y otros, entre otros la perspectiva de historiadores, ¡como reacción a la decisión de llevar un registro oficial de las familias!.
Sin embargo, con el apoyo de un funcionario del Ministerio de Salud de Londres y la salida de algunos miembros del equipo que estaban en frontal desacuerdo con los ideales promovidos por la Casa Familiar, Frimhurst pudo lograr suficiente apoyo para continuar su trabajo siguiendo un modelo más liberal en años siguientes. Esto se cimentó definifivamente en 1967 con la integración formal de Frimhurst en el Movimiento ATD Cuarto Mundo.
(7) Diferencias
Esta diferencia de posicionamiento ético y de práctica permitió la supervivencia de Frimhurst. Como ya hemos mencionado con anterioridad, los otros centros imitaron cada vez más el modelo de Frimhurst aun si no estaban completamente convencidos. Mientras que todos los demás centros cerraban a principios de los años 70 debido a cambios en la ley y por la creación de centros directamente gestionados por las autoridades locales, así como por la limitación de los poderes autorizados a enviar familias, Frimhurst sobrevivió. El período de mediados de los años 70 —dónde termina esta primera etapa, así como la «edad de oro» y el «Estado del bienestar»— supone el fin de la Gran Bretaña de posguerra descrita por Harold Macmillan. El desempleo, una serie de huelgas y conflictos laborales, el conflicto del petróleo en 1973 provocado por la guerra en Oriente Próximo así como el debilitamiento de la libra esterlina y el consenso sobre el modelo económico keynesiano provocaron la destrucción de muchas de estas creaciones. Los centros de readaptación muy costosos y gestionados por organizaciones no gubernamentales fueron uno de los primeros elementos que las autoridades locales y los donantes eliminaron.
Para volver a la historia de los otros centros, por lo general termino diciendo cuantas familias pasaron por ellos, de dónde procedían y lo que esto pone de manifiesto sobre la forma de gestión de los centros y su apoyo local. Es cierto también para Frimhurst, seguramente sobre una parte de este período, que la mayoría de las familias procedían de Londres y de los departamentos cercanos, hasta que los otros centros de toda Gran Bretaña cerraron, pero, una vez más, Frimhurst sería diferente. No puedo dar cifras definitivas porque el centro sigue recibiendo familias. Más de 189 personas habían pasado por el centro en el momento de la celebración de los 10 años, en 1967, pero había familias que habían permanecido tanto largos períodos como breves estancias. Sin embargo, Frimhurst continuó recibiendo familias —de un modo muy diferente de los años 60 y 70, pero manteniendo el compromiso con la misma filosofía— y con la voluntad de permitir la transformación de la vida de las familias que pasaban por el centro.
Es importante terminar esta presentación con una imagen de las niñas y los niños que son quienes se han visto más significativemente afectados por su paso por Frimhurst. Después de hablar con ciertas personas que vivieron en Frimhurst y habida cuenta de las presentaciones en el marco de los eventos del 60 aniversario, estoy sorprendido de lo que aún permanece vivo en el recuerdo de quienes se fueron siendo aún niñas y niños y de la influencia que su filosofía ha tenido en su visión. Las cartas de las madres de familia a Grace Goodman o Mary Rabagliati recopiladas en los archivos del Centro Joseph Wresinski dan muestra del impacto que tuvieron y las relaciones construidas sobre su propia vida más allá del espacio físico de Frimhurst. Numerosas fotografías de niñas y niños jugando o en una casa nueva, o de vacaciones, o felicitaciones navideñas enviadas años más tarde que recuerdan la memoria y las experiencias que tuvieron aquí. Frimhurst sigue aún formando parte de sus vidas y de sus experiencias.
Terminaré con la lectura completa de una de esas cartas que data de finales de los años 60, pues integra todo lo que se ha dicho hasta ahora sobre Frimhurst. He quitado todos los detalles personales que pudieran identificar al autor para proteger la intimidad de las personas implicadas, pero he conservado todo lo demás para mantener su veracidad que aborda en profundidad las cuestiones que hemos evocado a lo largo de esta presentación.
No he hecho más que dar unas pinceladas del centro y he omitido muchos nombres, eventos personales y tragedias, recuerdos y experiencias. Sin embargo, al ofrecer una idea de lo que era Frimhurst, y sobre todo de los elementos que lo hacían diferente de los demás centros por la visión de las personas y de las familias que participaron más bien como sujetos que como víctimas, espero haber podido esclarecer algunas de las razones por las que este centro aún permanece activo en la actualidad.
Es justo terminar estas palabras con las personas que salieron de aquí, en sintonía con este espíritu de trabajo conjunto y de escucha de quienes viven en situación de pobreza, con estas palabras que representan también a las familias que franquearon las puertas de Frimhurst durante los años 60.
(8) La carta
«Querida Mary (Rabagliati)
Decirle que el martes recibí efectivamente el paquete de bienvenida. Desde que he dejado Frimhurst, han pasado muchas cosas. Me han golpeado y tengo los ojos amoratados, después fui a vivir a un centro de acogida durante una semana. Volví de nuevo, por los niños. Él, no ha pagado ninguna de las deudas del alquiler de 20£, ni la factura del carbón, de 10£; y todavía quedan muchas más cosas, hasta una suma de cerca de 60£. He tocado fondo, en lo más profundo del pozo, esta noche he pensado si esto vale la pena, con todas las preocupaciones y la vergüenza y la mala reputación que acompaña.
Pero pienso en todo el tiempo en Frimhurst y en los momentos felices que viví allí, entonces me ayuda un poco, pero en ocasiones pierdo completamente la esperanza y pienso que sería mejor morir y dejar todas las preocupaciones atrás, sabes lo que quiero decir. De todas formas quiero agradecerte a ti y a todo el equipo por haberme dado, a mí y a los niños esos momentos de felicidad. Realmente me gusta Frimhurst, y la «jefa», aunque me grite de vez en cuando.
Era la primera vez que celebraba mi cumpleaños desde el día de mi boda. No logro expresar mis sentimientos pero pienso mucho en ti y en Marie-France. Y la Sra. Goodman, que realmente era como mi propia madre, cuando todavía vivía. Me llena de orgullo pensar que alguien realmente se preocupa por mí. Muchas gracias Mary, me acordaré toda la vida de esto y me obliga a pensar un poco más antes de hacer alguna estupidez.
Hace algunos días que se ha ido. Ha dejado todos sus problemas atrás. He vendido mi radio por 4£ y también la única mesita que tenía por la que me han dado 3£. Hemos vendido el cochecito de mi hija mayor por 2,10£ y he vendido el reloj de [la otra] y solo me han dado 2,5£ lo que hacía un total de cerca de 12£ con lo que he pagado la factura de la electricidad y tengo luz. Los niños lo entienden, lo sienten. Pero hay que hacer algo. Dios sabe que para pagar el alquiler voy a pedir un préstamo. Pero no podía lograrlo por culpa del que se ha ido. Como esta semana había alguien que se interesaba por mi calentador eléctrico por 5£, eso pagará algo. Creo que me estoy volviendo loca. No puedo sacar a los niños tampoco esta semana porque no tengo todavía nada en casa para ellos. Voy a dejarles allí todavía dos semanas más, hasta que consiga salir de este embrollo de una manera o de otra.
Perdona por compartir de este modo todas mis preocupaciones, Mary, pero solamente a ti te puedo hablar así, a nadie más. Sigue haciendo el buen trabajo que haces. Puedo decirte que nunca más volveré a ese centro de acogida. Nunca había estado en un centro como ese y preferiría dormir bajo un puente antes de volver allí. Que Dios te bendiga Mary. He recibido muchas postales de todas las personas que estuvieron en el campo de trabajo realizado en Frimhurst. Las he puesto en la pared, es estupendo que hayan pensado en escribirme, he llorado un rato. Mary, escríbeme por favor, es algo a lo que me puedo agarrar. ¿La Sra. Goodman ya ha regresado?
Que Dios te proteja siempre, muchísimo cariño de mi parte y de toda mi familia.
PD. ¿Tienes un coche nuevo?»