Frágil sonrisa, que vuelve a brillar
“Encontrarse con un niño, quienquiera que sea, es siempre una fiesta que se nos regala, un nuevo paso de baile que el niño nos enseñará para entrar en el círculo de la alegría y la esperanza”.
Joseph Wresinski
La familia de José se había refugiado en un antiguo caserío abandonado, cerca de Madrid, huyendo de la violencia del barrio de chabolas. Era un lugar aislado, había que caminar mucho tiempo para llegar hasta allí. Las paredes estaban en ruinas y los cerros que lo rodeaban no eran más que un enorme vertedero.
Aquí venían Álvaro y Marina, animadores de la biblioteca de calle, a encontrarse con José y sus hermanas cada semana. Al igual que lo hacían otras familias, los padres de José acogían a los niños del barrio de chabolas para que pudieran vivir esos momentos de lectura, de creación y de apertura.
- La mamá de José le decía a Álvaro: “Antes de conoceros, mi hijo nunca había hablado con nadie que no fuera de la familia”.
En efecto, el equipo habría podido continuar su acción sin preocuparse por este niño revoltoso, difícil, que se peleaba a menudo con sus hermanas y que era capaz, en un arranque de cólera, de apropiarse de un libro y tirarlo en el barro, pero…
Un día Espe, la hermana pequeña de José, estaba triste. Había sufrido un accidente. Operada de una pierna, estaba sentada en una silla de ruedas. Su convalecencia será larga. Esa niña, tan juguetona y avispada normalmente, tenía el rostro apagado. Álvaro, Marina y los niños no sabían ya que proponer para distraerla. Estaban desmoralizados.
- Entonces José tomó una decisión: “¡No vamos a quedarnos sin hacer nada! ¡Esta silla, está claro que es demasiado fea, da asco! ¡Hay que buscar muchos regalos para ella! ¡Venga, vamos!”.
De pronto los niños salen volando hacia los cerros. Vuelven con flores, pedazos de plástico de todos los colores, guirnaldas de hojas, collares de frutos de madroño… Con actividad febril, ayudan a José a enganchar todos sus hallazgos en los tubos de metal que desaparecen bajo un decorado exuberante. Los ramilletes de flores huelen bien. En un instante, por arte de magia, José, sus hermanas y sus amigos ¡han transformado la silla de Espe en una fabulosa carroza de princesa!
A medida que se produce esta transformación, la alegría reaviva la mirada de Espe y su sonrisa resplandece como el sol que atraviesa las nubes. Solo tiene ojos para su hermano el mago. Se recuperan las canciones y las risas. En el umbral de la puerta los padres sonríen.
Todo esto ha durado solo un instante. Queda reflejado en una canción de Álvaro:
Frágil sonrisa, que vuelve a brillar
entre las flores que un día eternas serán.
Belleza que esconde un largo caminar,
entre miserias que no puede esperar. (…)
Han pasado quince años, José, convertido en padre de familia, le habla de ese recuerdo a Álvaro con motivo de su visita. No deja de repetir hasta qué punto la biblioteca de calle le ha permitido escapar de la fealdad del entorno e imaginar otras vidas posibles, aun cuando la suya no le ha regalado nada.
Esta historia que comparten ha marcado el comienzo de una larga amistad. Una historia nacida en la fugacidad de una mañana de biblioteca de calle, sobre los caminos ocultos por los que hay que atreverse a caminar para encontrarse con una familia aislada, con una niña encerrada en su pena. El tipo de historia que traspasa el tiempo y que permanece como un punto de referencia mientras crecemos.
Actualmente José ayuda con frecuencia a Álvaro a encontrar a jóvenes encerrados en su desamparo.
Queridos amigos y amigas, al acercarse estas fiestas sabemos que también ustedes creen que todo niño puede regalar alegría.
Contamos con sus donativos para apoyar las actividades de ATD Cuarto Mundo que tratan de llegar a las familias más abandonadas, de introducir el arte, la poesía y la felicidad en los lugares de miseria, de permitir que la belleza cure la tristeza.
¡Muchas gracias!
Bruno Dabout
Delegado general
Dibujo: Ingrid Rebergen, 6 años