Familias ricas y pobres: todas iguales
Entrevista al Sr. Cassam Uteem, presidente del Movimiento Internacional ATD Cuarto Mundo, con motivo del Día Internacional de las Familias, el 15 de mayo de 2016.
¿Qué es lo que actualmente centra su interés respecto a sus responsabilidades políticas, asociativas?
Son los esfuerzos para superar los desafíos que cubren el camino de rechazo de la miseria en el ámbito de mi país, en el de la región del Océano Índico y a escala internacional con ATD Cuarto Mundo, realizados en estrecha colaboración con otras organizaciones no gubernamentales y también interviniendo con organismos internacionales. Se trata de poner en conocimiento del conjunto de las poblaciones afectadas la importancia de lograr el compromiso y la participación de las personas más pobres tanto en la concepción como en la realización de los proyectos que les son destinados, así como la importancia de mantener una actitud de escucha activa frente a ellas para llevar a buen fin la lucha para la erradicación de la extrema pobreza y la reducción de la pobreza en el mundo, con el objetivo de que nadie se quede atrás.
Desde hace varios años usted ha adoptado el enfoque de derechos humanos en la lucha contra la pobreza. Según usted, ¿en qué aspecto los Principios rectores sobre la extrema pobreza y los derechos humanos, recientemente adoptados por la ONU, representan una oportunidad y un desafío?
Desde su fundación, ATD Cuarto Mundo inició el duro camino de rechazo de la miseria al proclamar, de manera apropiada, que la pobreza constituía una violación de los derechos humanos. La frase de Joseph Wresinski gravada en el mármol desde 1987 «Allí donde hay hombres y mujeres condenados a vivir en la miseria, los derechos humanos son violados. Unirse para hacerlos respetar es un deber sagrado» se ha transformado en nuestro grito para unirnos en torno a las familias en situación de extrema pobreza, para transmitirles valor y para mostrar nuestra determinación común para lograr que se respeten los derechos humanos íntegramente y en todo el mundo. Los Principios Rectores sobre la extrema pobreza y los derechos humanos de las Naciones Unidas no hacen sino dar razón, un cuarto de siglo después, a Joseph Wresinski.
En el mundo, hasta ahora, los países han focalizado sus esfuerzos en lograr el respeto de los derechos civiles y políticos de sus poblaciones, sin embargo, los derechos económicos y sociales no han recibido la misma atención. Con los Principios Rectores, cuyo acceso se ha visto facilitado tras la publicación del manual titulado «Haciendo que los derechos humanos funcionen para las personas que viven en extrema pobreza», será más fácil que tanto las poblaciones como los dirigentes políticos tomen conciencia de la imperativa necesidad de actuar para hacer efectiva la realización de los derechos humanos en su conjunto. Los países avanzados cuentan con todos los medios para poner en práctica y respetar los derechos humanos universales. Otros países más empobrecidos no pueden y no podrán hacerlo sino de manera progresiva. El derecho a la educación, a la salud, a un trabajo remunerado con un salario digno, a una vivienda y a asistencia social tendrían que constituir una prioridad para los dirigentes de todos los países del mundo.
La sociedad de Mauricio es multicultural, multiétnica… En un contexto mundial en el que las desigualdades aumentan, en el que las sociedades hacen frente a todo tipo de crisis, la tentación de repliegue sobre uno mismo es grande; ¿qué es lo que usted ha aprendido de los esfuerzos que la sociedad de Mauricio realiza para permitir la convivencia y para superar miedos y divisiones?
En un país multiétnico y multilingüe, multicultural y de múltiples confesiones como el nuestro, la práctica de políticas inclusivas —económica, social, medioambiental, cultural— que no dejen a nadie atrás, son una condición sine qua non para garantizar la paz, la seguridad y la estabilidad social. En verdad no es tarea fácil y, sobre todo, no hay que emprender ninguna iniciativa que pueda dar a los diferentes grupos étnicos, comunidades decimos nosotros, el sentimiento de exclusión o de tener menos consideración que los demás. El buen entendimiento y la voluntad de convivencia es una tarea diaria que constantemente exige medidas innovadoras de reordenamiento de todas las cosas, practicando en el ámbito de las instituciones sociales políticas la meritocracia, juego limpio y de igualdad de posibilidades y oportunidades. Por poner un ejemplo os podría citar una decisión unánime que tomamos, hace ya mucho tiempo, para declarar como festiva la fiesta más importante de celebración de cada comunidad, que se considerará entonces como fiesta nacional, la enseñanza de no menos de trece idiomas escritos y hablados en la escuela primaria y secundaria, un sistema electoral que garantiza un mínimo de diputados en el parlamento de Mauricio a todas las comunidades —sean o no mayoritarias. Nos alegramos por la armonía existente entre comunidades en Mauricio, pero no debemos hacernos ilusiones, pues siempre habrá pirómanos que aprovechen las pequeñas chispas que se producen aquí y allí de modo que los abusos de unos en ocasiones ponen en riesgo la voluntad de convivencia.
¿Qué mensaje le gustaría usted dirigir a las familias y a las personas que viven el rechazo, la discriminación y la exclusión con motivo del Día Internacional de las Familias, en este 15 de mayo?
La familia es un transmisor de valores humanos esencial para las futuras generaciones. Sean las familias ricas o pobres, tienen las mismas funciones y las mismas responsabilidades y tienen pues una misma importancia. A pesar del enorme sacrificio que realizan una madre o un padre de familia que vive en situación de pobreza para responder a las necesidades de sus hijas e hijos, estas familias no siempre consiguen salir adelante. Me parece indigno que se les señale con el dedo cada vez que uno de ellos cae en el infierno de la drogadicción, el alcoholismo o cuando desarrolla un comportamiento asocial. Es necesario intentar entender y no juzgar. Por lo tanto, cambiemos nuestra mirada sobre estas madres y padres de familia y conseguiremos deshacernos de nuestros prejuicios contra las personas pobres.
A las familias y a las personas que viven el rechazo, la discriminación y la exclusión queremos decirles que estamos a su lado para acompañarlas en sus esfuerzos diarios y que apreciamos el valor del que hacen prueba para escapar de los horrores de la miseria. Animarles a que continúen mostrando interés en la educación de sus hijos e hijas y les enseñen a tener ambición y mirar lejos y apuntar justo para que logren culminar con éxito su escolaridad de manera que permita romper el círculo vicioso de la pobreza. Manteniendo la unidad y la solidaridad seremos más capaces a la hora de erradicar la pobreza y rechazar la miseria.