Una Europa que piense, decida y actúe con las personas más excluidas; todo un desafío
Intervención de Isabelle Pypaert Perrin, delegada general del Movimiento Internacional ATD Cuarto Mundo al cierre de la Universidad Popular Cuarto Mundo europea, el 6 de febrero de 2019 en el Parlamento Europeo.
Con razón, algunas personas han manifestado su pesar por la falta de participación de un mayor número de miembros del parlamento con nosotros, sin embargo, qué gran motivación es poder reunirnos en el Parlamento Europeo y experimentar que es posible reunirse y dialogar viniendo de horizontes tan diversos, que es posible aprender unas personas de otras, reflexionar conjuntamente y elaborar propuestas pertinentes que vamos a utilizar en el marco de las próximas elecciones europeas.
Todavía tenemos personas que ganar, pero hay que situar esta reunión en la historia de los 40 años recorridos para intentar contribuir con nuestro granito de arena a la construcción de una Europa para todos. Un camino recorrido por las personas más excluidas de Europa y amigos de las instituciones europeas que se asociaron a ellas, funcionarios y parlamentarios, en especial los miembros del Intergrupo Parlamentario Extrema Pobreza y Derechos Humanos, de ONG o de redes de lucha contra la pobreza que, como nosotros, están convencidas de que sin las personas en situación más grave de pobreza es imposible construir una Europa de los derechos humanos y de la paz.
Gracias a esta historia estamos hoy reunidos en el Parlamento Europeo y se nos toma en serio, se nos considera como colaboradores, aún cuando en ocasiones en la escuela de nuestros hijos no nos escuchen, e incluso cuando las injusticias que vivimos no han movilizado a nadie en nuestro barrio o en nuestro pueblo, aún cuando la vida siga siendo difícil y la miseria siga separando familias de sus hijas e hijos y que, entre nosotras, algunas personas todavía se vean condenadas a vivir al margen de la ley y sin derechos.
- Hemos planteado en Europa cuestiones fundamentales e innovadoras, hemos compartido un conocimiento y propuestas políticas profundamente marcadas por la contribución de quienes cada día afrontan la violencia de la miseria y son los primeros agentes de transformación hacia un mundo más justo.
En la actualidad es fácil constatar que el mundo se enfrenta a importantes peligros, que Europa se fragiliza y que hay demasiados compromisos incumplidos.
Y sin embargo, seguimos creyendo en una Europa del encuentro, porque para poner fin a la miseria es necesario conocerse, compartir nuestras ideas, nuestras experiencias exitosas, nuestros cuestionamientos, más allá de las fronteras, es necesario sumar nuestras inteligencias y nuestro coraje, es necesario unirse.
- Seguimos creyendo en una Europa de la igual dignidad de todas las personas y nos negamos a que se aplaste al ser humano, esté dónde esté y venga de dónde venga.
Seguimos creyendo en ello y no nos daremos por vencidos, porque tenemos el ejemplo de estas madres que cada día se levantan sin saber como van a alimentar a sus hijos, y sin embargo, se levantan y se ponen en marcha.
Hay muchas personas aquí hoy en esta sala que resisten a diario la miseria, que tejen solidaridades, que inventan lo imposible, ¡sobre todo para las niñas y niños! Y, sin muchos medios, siguen compartiendo, siguen creando un espacio para cada persona, para quienes viven una situación aún peor.
Todas estas personas en todo el mundo nos muestran un camino para superar los desafíos que encontramos y que nos superan con creces por sus dimensiones. ¿Qué mayor seguridad podemos ofrecernos entre seres humanos que mutualizar nuestras inteligencias y coraje, que vincularnos de forma que no se deje a nadie atrás? Sabemos por experiencia que si se deja abandonada y al margen a una única persona, entonces, no habrá garantía alguna para nadie.
En 2015 logramos inscribir este imperativo de no dejar a nadie atrás en los tratados internacionales y en los instrumentos en materia de derechos humanos, el derecho a ser un ser humano, el derecho a existir como ser humano.
- Este imperativo de no dejar a nadie atrás se inscribe en la Carta Social Europea revisada que todos los Estados y la Unión Europea deberían ratificar así como en el procedimiento de reclamación colectiva.
Se inscribe en el Pilar Europeo de Derechos Sociales, uno de los avances de los últimos años.
Todavía falta que nuestros Estados y la Unión Europea lo traduzcan mejor en términos de acción política y este hecho nos obliga a verificar que las políticas y los programas alcanzan realmente a la ciudadanía en situación más grave de pobreza. ¿Cómo verificar los disfuncionamientos que permiten que las administraciones condenen a algunas personas a una situación de no existencia? ¿Por qué, aún cuando existe el derecho, tantas personas no se atreven a solicitarlo para obtenerlo? ¿Cómo examinar las violaciones de derechos y las discriminaciones relacionadas con las situaciones de extrema pobreza? Esto exigirá grandes cambios puesto que las políticas y los programas nunca se han pensado o desarrollado teniendo como objetivo dar prioridad a quienes son más difíciles de alcanzar.
Actualmente no podemos dejar de lado la experiencia y el conocimiento de las personas que resisten día y noche a la miseria.
Pienso en esas familias cuyas hijas e hijos están institucionalizadas o en situación de acogimiento y que, desde lo más profundo de su sufrimiento, se esfuerzan en formar a trabajadores sociales para que esta injusticia no siga afectando a más personas.
Pienso en esos menores que actualmente llegan a Europa y que creen en la posibilidad de encontrar aquí un futuro y que se encuentran solos en la calle y que se apoyan mutuamente para resistir.
- Todas esas personas nos recuerdan a través de su valentía y tenacidad que es necesario poner al ser humano y la igual dignidad como fundamento de todos nuestros proyectos, y del futuro de las niñas y niños en primer lugar. Esta es la dirección que actualmente debe guiarnos y es lo que el mundo y Europa necesitan.
Pero para que puedan ayudarnos a mantener la dirección es necesario seguir creando espacios de encuentro, de cruce de saberes y de participación como el que hemos experimentado hoy. Es necesaria su creación en todos los ámbitos, en las escuelas, en los hospitales, en la universidad, en nuestros barrios, en las instancias políticas de nuestros Estados y de Europa.
Entonces, mediante la práctica, aprenderemos como pensar, decidir y actuar junto con las personas que desde siempre se han visto excluidas de los espacios de vida democrática.
Cuando observamos a nuestro alrededor, podemos decir que tenemos ante nosotros un horizonte ensombrecido. Pero tenemos razones también para esperar. Las personas más pobres, los defensores y defensoras de derechos humanos no se rinden.
- La juventud tampoco se rinde y, además, no están únicamente en una actitud de protesta sino que intentan crear alternativas, nuevas formas de organizarse, de crear conjuntamente sociedad.
Ven que el mundo de este inicio del SXXI cambia a tal velocidad que hay una tendencia cada vez más pronunciada a dejar a personas atrás, lo que genera miedo, pesimismo y desconfianza hacia las instituciones, así como un aumento de los extremismos.
Debemos apoyarles y alentarles para que se atrevan a unirse a aquellas personas que todo el mundo ignora, para provocar el impulso que el mundo necesita, superar los desafíos de nuestra época y atrevernos a las profundas transformaciones que necesitamos para que la humanidad tenga futuro.
Esta Universidad Popular europea se termina y vamos a regresar a nuestros diferentes lugares.
Vamos a continuar haciendo que las legislaciones y directrices avancen, cuestionando las instituciones a todos los niveles. Pero, sobre todo, vamos a seguir, en todos los lugares donde estamos presentes, saliendo al encuentro de quienes todavía faltan, quienes no estaban hoy aquí, no porque tuvieran una reunión importante o la agenda repleta, sino porque todavía se esconden, con miedo y vergüenza, porque no saben que tienen algo importante que decir.
- Así es como construimos cada día una Europa que no deje a nadie atrás.
Esta es la Europa que el mundo necesita, una Europa que afronte el desafío de la igual dignidad de todas las personas y del respeto del planeta, en sus propias fronteras y más allá.
Uno de nuestros amigos decía hace poco: «El camino es largo. Unirse es hacerlo más corto».