Educación en Burkina Faso, la importancia de conciliar la educación moderna y la tradicional
Editorial
Burkina Faso, conocida como «La patria de los hombres íntegros”, a menudo se describe con estadísticas que le son desfavorables y que no demuestran sus puntos fuertes. A pesar de ello, es cierto que es el segundo país del mundo, después de Níger, con la mayor tasa de abandono escolar, según estadísticas de UNICEF, DE 2004. Las tasas de inscripción han crecido en los últimos diez años, del 40% al 79%, pero la tasa de éxito escolar sigue baja. La infraestructura es un problema, incluso si 100.000 niños logran conseguir el certificado básico, solo hay 10.000 plazas disponibles para que prosigan la escolarización. El gobierno es consciente de ello, y dedica el 16% del presupuesto nacional a la educación. En el pasado, la ayuda internacional cubría el 30% del presupuesto de educación, pero ahora solo cubre el 10%.
Los participantes al seminario descubrieron que existe, evidentemente, un conflicto en el sistema educativo de Burkina Faso, entre la educación basada en el conocimiento tradicional versus la educación moderna. Se puede decir que este conflicto también se aplica a otros países africanos. De entre una población de casi 16 millones de personas, cerca del 80% trabaja en el sector primario (3,4% en el secundario y 16,4% en el terciario). Sin embargo, la enseñanza en las escuelas no se ha adaptado desde el final de la colonización, cuando el objetivo de la educación era que los estudiantes aprendieran a ser administradores de las colonias. Los horarios escolares, por ejemplo, están dispuestos según los estándares europeos y no toman en consideración los ciclos de las estaciones. Esto significa que cuando un niño desea adquirir habilidades agrícolas se ven obligados a perder clases durante la época de siembra. Entre la población Fula, los niños que desean adquirir habilidades de la cría del ganado de sus familias o la comunidad, deben dejar la escuela temporalmente ya que esto no está integrado en el currículo académico.
En este contexto, la necesidad de conciliar la educación tradicional y la educación moderna parece ser fundamental. Como decía un padre burkinés, que vivía en pobreza extrema: «El futuro de nuestra juventud está en la agricultura y la ganadería». La Unión Africana ha hecho la recomendación a los países africanos de que tomen las riendas de los programas y estrategias educativas y no dependan de las estrategias de los donantes, que a menudo ofrecen ayuda para conseguir sus objetivos. De hecho, la ayuda extranjera debería ir acompañada de objetivos establecidos por cada país. Estos objetivos, también según las recomendaciones de la Unión Africana, deberían tomar en consideración la herencia cultural de cada país.