Derecho a trabajar
A quienes reciben prestaciones sociales se les tacha de personas a las que les gusta permanecer ociosas, de vivir del trabajo de los demás. Como subrayó Philip Alston, Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la pobreza extrema y los derechos humanos, en su declaración al término de su visita a los EE.UU en diciembre de 2017.
- «Me ha sorprendido el grado en que al electorado se le ha vendido el discurso caricaturizado acerca de las supuestas diferencias innatas entre las personas ricas y las pobres por algunos políticos y medios de comunicación, y se les ha permitido definir el debate. Los ricos son laboriosos, emprendedores, patrióticos y los impulsores del éxito económico. Los pobres son derrochadores, perdedores y estafadores. Como consecuencia, el dinero que se invierte en bienestar social es dinero tirado a la basura».
Y sin embargo hay investigaciones que apoyan la afirmación de ATD Cuarto Mundo que señala que la mayor parte de las personas prefieren trabajar. De hecho, existe por un lado, el derecho al trabajo, definido por el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC): «a tener la oportunidad de ganarse la vida mediante un trabajo libremente escogido o aceptado» (Artículo 6), así como el derecho a «al goce de condiciones de trabajo equitativas y satisfactorias» (Artículo 7). Porque el trabajo es una de las principales vías que tienen las personas de realizar efectivamente todo su potencial y sentir que contribuyen positivamente a la sociedad.
Y, sin embargo, la discriminación únicamente en razón de su origen socioeconómico puede impedir su acceso a un empleo.
En 2013, en Francia, ATD Cuarto Mundo y su Instituto de Investigación en Relaciones Humanas enviaron dos versiones diferentes de solicitudes de empleo para puestos de cajeros: en la primera, los solicitantes incluyeron como dirección un albergue y una experiencia laboral en una ‘empresa de inserción’ —una empresa que sirve como puente para la reinserción laboral—y, en la otra lista de solicitudes, omitieron esta información. Hubo un 50% de diferencia en el número de respuestas que recibieron quienes enviaron la primera versión y quienes enviaron la segunda versión.1 Estas conclusiones se vieron confirmadas por un estudio más amplio realizado por el Gobierno francés y que se publicó en el mismo año.
La experiencia ha mostrado que este tipo de discriminación está muy extendida en países donde la mayoría de las personas trabajan en el sector formal. A un joven suizo de 23 años, por ejemplo, que pasó la mayor parte de su infancia en instituciones de protección de menores, de manera automática se le ofrece la prestación por discapacidad una vez que llega a la edad de trabajar. Afirma que es como si le hubieran dicho: «Te vamos a dar dinero, una cantidad mínima para poder vivir, porque sabemos que nunca encontrarás empleo porque no eres apto». Aunque es bueno que este joven pueda aprovechar el sistema de protección social, el hubiera preferido tener la oportunidad de aprender un oficio y tener así un lugar como fuerza laboral.
Otros jóvenes de familias en situación de extrema pobreza han tenido que interrumpir su itinerario escolar de manera prematura debido a las dificultades familiares, y de este modo no tuvieron la oportunidad de adquirir activos en competencias. Una joven española de 21 años, por ejemplo, tuvo que dejar la escuela a la edad de 12 años para ocuparse de su hermano menor cuando su madre se enfermó. Cuando va a la Oficina de Empleo, pese a afirmar regularmente que le gustaría trabajar, nunca le proponen ninguna oportunidad.
Actualmente la idea de una renta básica universal aparece como una solución ante la falta de empleo que se teme que tendrá como consecuencia el aumento de la robotización. ATD Cuarto Mundo recabó la opinión de personas en situación de pobreza de Bélgica, Francia, España, Irlanda y Países Bajos. Se pusieron de manifiesto argumentos a favor y en contra. Por un lado, una renta básica universal puede servir para empoderar, porque proporcionará estabilidad y seguridad, al tiempo que permite a las personas llevar a cabo iniciativas para aumentar sus ingresos. Asimismo terminará con la invasión de la intimidad que es característico de las personas receptoras de prestaciones sociales.
Sin embargo, tienen el sentimiento de que una renta básica no es suficiente para vivir en dignidad y debe complementarse con políticas de acceso a la vivienda, a la salud, educación y cultura. Pero, de manera especial, con una renta básica universal, temen verse excluidos de manera permanente del mundo del trabajo al que aspiran. Temen que se pudiera decir: «Ahora, con la renta básica, ya tenéis dinero, ya no queremos saber más de vosotros». Una renta básica proporcionaría un ingreso, pero no permitiría la inserción social, el reconocimiento y la realización personal que las personas buscan.
Hay algunos valiosas iniciativas que proporcionan a las personas estas oportunidades. Por ejemplo, dos empresas en Lyon, Francia, contratan a sus empleados en base a tres sencillos requisitos: La capacidad para comprender las instrucciones del empleo, el estado de salud exigido y la motivación. Se invita a las personas candidatas a una entrevista laboral con una política de «orden de llegada» y el empleo se ofrece a la primera persona que cumple los requisitos. No hay discriminación en razón de la edad, apariencia física, origen social, nivel de formación o experiencia. Asimismo se trata de una situación en la que también la empresa sale ganando, porque hay mucha menos rotación del trabajo —aquellos que tienen las más altas cualificaciones no son necesariamente quienes tienen una mayor motivación.
En Francia, Guatemala, y Madagascar, ATD Cuarto Mundo ha iniciado programas de acción denominados Trabajar y Aprender Juntos que tienen como objetivo proporcionar un ingreso y formación a personas en situación de extrema pobreza. En todos los programas, se hace hincapié en alcanzar a personas que tienen que recurrir a empleos muy humildes y precarios, mal pagados y con mucha frecuencia en el sector informal. ATD Cuarto Mundo ha identificado una serie de áreas donde es posible organizar actividades generatrices de ingresos que también proporcionan capacidades formativas en un contexto de solidaridad.
En Madagascar, la asociación artesanal resultante MMM ha sido incluida como miembro de la Asociación Nacional para el Comercio Justo y la Solidaridad, proporcionando un programa de dos años de formación así como clases de alfabetización que conducen a un empleo regular o al autoempleo en la industria artesanal. Los tres proyectos tienen como compromiso no dejar a nadie atrás, en otras palabras, la participación está abierta a todas las personas interesadas y, cada una de ellas, recibe el apoyo que necesita para ser capaz de desarrollar sus capacidades y continuar en el proyecto. Las personas que participan no solamente han visto como sus ingresos aumentaban, sino también hay aumentado sus competencias y su confianza a la hora de relacionarse con personas de otros ámbitos de la sociedad.
1-ATD Cuarto Mundo Francia, Institut de Recherche et de Formation aux relations humaines [Instituto de Investigación y Formación en Relaciones Humanas e ISM Corum, Discrimination et pauvreté, Livre blanc: analyse, testings et recommandations [Discriminación y pobreza, Libro Blanco: análisis, testeo y recomendaciones], Octubre de 2013. Véase también: ATD Cuarto Mundo, Discrimination et pauvreté: “On n’est pas traité comme tout le monde [Discriminación y pobreza: no se nos trata como a todo el mundo], 2013.