Dee Mauss: Voluntaria permanente de Nueva Orleans

Diedre Mauss, a la que todos llaman Dee, es una voluntaria permanente de ATD Cuarto Mundo que actualmente vive en Nueva Orleans, su ciudad natal. Hace poco respondió algunas preguntas sobre cómo se implicó en ATD y sobre los proyectos en los que ha trabajado a lo largo de los años.

Este artículo está basado en una entrevista más larga que puede encontrarse en la página web de ATD Estados Unidos.


¿Cómo descubriste ATD Cuarto Mundo?

En 1981, pasé el verano con el equipo ATD de Nueva York. Ahí nos turnábamos para cocinar y limpiar y compartíamos los gastos de la compra. Trabajamos como un equipo para preparar las Bibliotecas de calle y, más tarde, para escribir sobre nuestras experiencias. Después de graduarme de la universidad, los voluntarios permanentes de ATD me invitaron a ayudar al nuevo equipo de Cuarto Mundo en Nueva Orleans.

¿Qué has hecho con ATD Cuarto Mundo?

En Nueva Orleans, como aliada, participé en las Bibliotecas de calle, en encuentros familiares y en grupos de estudio de los escritos de ATD Cuarto Mundo y Joseph Wresinski. Presenté a Bob, con el que luego me casé, a este grupo. Bob y yo participamos en las reuniones de los aliados y, a veces, organizamos las reuniones en nuestra casa. Nuestro salón estaba lleno de aliados. Era bastante agradable, nos sentábamos alrededor de una mesa para preparar el 17 de octubre, el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza.

Todos teníamos muchas ganas de reunirnos y trabajar con personas que habían vivido la pobreza. Así que uno de los voluntarios permanentes organizó un “encuentro de escalera” para hablar sobre experiencias de la vida diaria. Disfrutamos cada momento. Conocimos personas increíbles que se conocían muy bien entre ellas. Bob y yo éramos los desconocidos y nos dieron la bienvenida. Hablamos abierta y libremente y aprendí mucho todas las veces.

Cuestionar tu propia manera de ver las cosas

Aprendí que había cosas que yo había dado por sentadas, que pensaba que todo el mundo había experimentado de la misma manera. Eran cosas simples como las vacaciones; pensaba que todo el mundo se iba de vacaciones. No es así. Aprendí muchas cosas y siempre me marchaba sintiéndome agradecida por lo que ellos compartían conmigo.

Por ejemplo, muchas veces veía a unos niños esperando en los aparcamientos de los supermercados preguntando: ¿Quiere que le ayude con las compras? O veía niños esperando en la esquina con limpiacristales (ofreciéndose a limpiar los parabrisas de los coches que se paraban en el semáforo). Me marchaba de esos encuentros con una manera completamente nueva de entender lo que esos niños estaban haciendo. Estaban intentando ganar dinero para contribuir en la compra del uniforme de la escuela.

Nuestro grupo de “encuentros de escalera” empezó a reunirse para hablar sobre la pobreza como violencia y se nos unieron algunas personas más. Lo disfruté mucho. Entonces, con la delegación fui a Inglaterra y nos quedamos con diferentes familias. De ahí fuimos a Francia para la conferencia sobre La miseria es violencia.

  • Cambiamos la narrativa del pensamiento estereotipado de que la violencia es infligida por personas que han vivido la pobreza por la idea de que la violencia es infligida por diferentes sistemas a personas al experimentar la pobreza diariamente.

Por ese entonces, sentía una gran conexión y cercanía con las personas que estaba conociendo aquí en Nueva Orleans. Creo que todos nos sentimos aún un poco nostálgicos. Se ha acabado, se han ido y ya no es lo mismo. Se dispersaron en diferentes partes del país, principalmente debido al Katrina.

Me uní al voluntariado permanente a tiempo completo en 2012. Antes de eso se escribió el libro Not Meant to Live Like This (No estamos hechos para vivir así), en el que ayudé apuntando las cosas que la gente decía. Lo disfruté y dije que quería ser parte de esto a tiempo completo. Así fue como me convertí en voluntaria permanente.

¿Por qué decidiste trabajar (y sigues) con ATD Cuarto Mundo?

Pensé en todas las cosas que había hecho en la vida. Había tenido tantos trabajos diferentes. Había hechos tantas cosas y aun así no me sentía realizada. Me llamaron de un trabajo donde podía ganar más dinero y viajar, ser trabajadora social de nuevo.

Pero cuando era trabajadora social era consciente de que había personas que se habían quedado tan atrás que iban a necesitar mucha ayuda para conseguir sus objetivos educativos y financieros y que aun así podría no ser suficiente para completar su desarrollo educativo general o recibir ayudas financieras. El camino sería mucho más largo.

Sabía que había gente que seguirían teniendo problemas y yo quería acompañarlos. Pero la interacción acababa después de algunas visitas porque tenía más situaciones esperando.

  • Siempre me pregunté qué habría sido de algunos de ellos y podía imaginarlos como amigos. No me gustó que pareciera que yo tenía un poder que ellos no tenían. No podía cambiar las cosas y estas personas siempre acababan decepcionadas porque no podían alcanzar lo que no tenían.

Esperaba ser capaz de construir algo con personas que habían vivido la pobreza, no estar al otro lado de la mesa y hacer algo mano a mano. Como voluntaria permanente, soy libre de desarrollar este tipo de relaciones.

Quería construir una comunidad con personas que hubieran vivido la pobreza en primera línea y con otras personas que no lo han hecho. Las personas que habían vivido la pobreza eran el alma de algunos de los encuentros del 17 de octubre y de los anteriores encuentros de escalera. Cuando estaban ahí, había algo muy potente en la habitación, algo lleno de significado, algo que llevaban consigo que resultaba atractivo.

Resultaba algo atractivo conocer gente que había vivido diferentes situaciones, que tenían algo que enseñarme sobre mí misma, sobre la sociedad, sobre ellos y sobre los problemas que estaban pasando. El sueño era erradicar la pobreza.

¿Desde que empezaste a trabajar con ATD, de qué forma has cambiado?

Lo más transformador fue ver que algunas personas que están viviendo con muy pocos recursos tienen corazones muy generosos y aun así se les mira con sospecha y miedo.

Otra cosa que me cambió fue ver el aislamiento de la pobreza. He asistido a algunas fiestas de cumpleaños en las que yo era uno de los dos o tres invitados. Me arrepiento de las otras fiestas a las que no fui.

  • La comunidad es tan importante para las personas que se dan cuenta si no estás ahí y se echa en falta tu presencia, aunque no lo creas posible.

¿Cómo compartes tu trabajo con otras personas?

Una de las maneras indirectas en que lo hago es que, si hay una conversación que estamos teniendo y algo es apropiado, lo comparto lo mejor que puedo. Si oigo a alguien diciendo cosas negativas de personas que han vivido la pobreza, digo lo que pienso del tema. Intento ser defensora de personas incomprendidas.

¿Qué es lo siguiente que esperas hacer con ATD Cuarto Mundo?

Tengo muchas ganas de que encontremos la forma de aclarar, para nosotros mismos y para los demás, la conexión entre el racismo y la pobreza, porque son problemáticas que no siempre van de la mano.

  • Se habla del racismo y se habla de la pobreza. Me gusta que estemos hablando sobre las dos juntas y que sigamos trabajando en ello. Estoy deseando que consigamos juntar las dos cosas.

Espero que llegue el momento en el que las personas puedan dejar de decir «Es racismo» o «No, es pobreza», y que la gente pueda decir «Es racismo y pobreza». Los dos tenemos razón. No es necesario discutir sobre si es racismo o pobreza. Es ambas.


Foto : Dee Mauss (a la izquierda), Nueva Orleans, 2019 © ATD Cuarto Mundo