Cuando crecen, los niños Tapori se comprometen como animadores
En Bukavu, al este de la República Democrática del Congo, existen grupos Tapori desde hace 15 años. Cientos de niños han prosperado aquí, buscando hacerse “amigos de los sin amigos” y construyendo relaciones con niños del mundo entero.
Algunos, llegando a la adolescencia, quieren seguir con el mismo espíritu y han creado grupos de jóvenes. El objetivo de estos grupos es múltiple: preparar los encuentros de niños Tapori en sus barrios; formarse juntos; brindarse asesoramiento y tener un espacio donde, apoyados por algunos adultos, los jóvenes pueden reflexionar sobre su vida; realizar, mediante trabajos comunitarios, actos de solidaridad en sus barrios.
Actualmente, son una treintena de animadores, de entre 14 y 18 años, repartidos entre los grupos de Burhiba, Kadutu y Muhungu. Ellos son la admiración de sus mayores, como René que dice: «Si les preguntamos por qué están con los niños, estos jóvenes no tienen respuesta. Pero si los miramos, vemos esta sed de transferir esta vida en torno a ellos».
Su propio recorrido como niños Tapori se encuentra el origen del compromiso de la mayoría de ellos. Nathalie, 15 años, —quien en 2009 participó en Ginebra en el encuentro internacional Tapori con motivo del 20º aniversario de la Convención de los Derechos del Niño— recuerda «En Tapori todo el mundo es considerado en relación a todo el mundo. En Tapori, no hay manera de venir a mostrar si tú eres rico. Incluso si tienes muchas riquezas, tú haces como todo el mundo ». Para Rosine:
«Cuando yo era niña, mis animadores me enseñaron a no burlarme. Yo he querido animar, para mostrar a los niños aquello que yo aprendí. Nosotros aconsejamos a los niños no pelearse, de no burlarse de aquellos que caen, para que ellos llegaran a ser hombres buenos».
Lejos de sentirse superiores a los niños, estos jóvenes saben reconocer aquello que ellos aprenden de los más pequeños. De este modo, para Nadine:
« Los niños me enseñan el valor de la amistad. Cuando los mayores se pelean, ellos se separan. En cambio, los niños, ellos se vuelven a reunir. »
Algunos soñaban desde hace tiempo en convertirse algún día en animador o animadora. Nathalie recuerda: « nos leían libros y cartas, y yo también quería leer a los niños.¡Yo soñaba con ser animadora, pues todos estos mensajes no eran como el agua que sólo pasa, no!, esto nos da algo para la moral. »
Laurent sintió el deseo viendo como, al terminar la animación, los niños como él tenían que partir en tanto que los animadores continuaban el intercambio entre ellos. «Hacer la exposición de aire dazibaos en el centro de la ciudad, participar en la emisión en la radio, todo eso me impulsó a convertirme en animador».
Otros han tomado por un tiempo su distancia con Tapori. Julien, sin embargo, escogió regresar: «Tapori, es como mi pulmón izquierdo».
Algunos son capaces de animar los encuentros de niños sin que los animadores «de primera o segunda generación » estén ahí, pero uno de sus mayores, Justin, precisa: «Aunque los jóvenes estén ahí, uno no debe bajar los brazos. Tenemos que continuar siendo referentes ». Este acompañamiento se expresa durante las animaciones, los más antiguos apoyan y animan discretamente a los más jóvenes en las responsabilidades que ellos asumen.También señalan, en su caso, la importancia de la regularidad, recordando, como hacía Stallone, la decepción de los niños si sus animadores son insuficientes. O incluso, la importancia de ayudar a los niños más tímidos o aquellos a los que les cuesta más alcanzar la libertad de expresarse sin temor.
La coordinación Tapori en República Democrática del Congo ha organizado tiempos de formación para permitir también a esos jóvenes conocer mejor ATD Cuarto Mundo, su historia, su reflexión y las herramientas disponibles. Estos tiempos de formación impulsan a mayores responsabilidades, como lo explican Destin: « la responsabilidad nos impulsa a documentarnos para tener ideas cuando estamos frente a los niños », o Nathalie: « En la animación, me empeño en recoger las reacciones de todos los niños que lo desean sin distinción, a considerarlos todos en el mismo plano de igualdad. No me intereso solamente en aquellos que van a la escuela y que saben leer y escribir. Escribo yo misma las ideas de los niños que no saben leer ni escribir para que ellos también se sientan considerados. » Laurent se expresa también sobre este punto: « Me han gustado los consejos que nos hemos dado mutuamente sobre como vivir en nuestros barrios. No debemos llevar una vida desordenada, porque los niños nos ven en todas partes por donde pasamos. »
Los animadores más antiguos también son referencia para los más jóvenes. En un contexto donde la violencia y el miedo están muy presentes, y donde en torno a ellos, jóvenes se meten en «vidas difíciles», los jóvenes Tapori se plantean preguntas sobre el sentido de su vida, sobre las actitudes a tener. Y como lo decía Saleh: « Es importante poder plantearse preguntas entre jóvenes y que los mayores nos respondan, por ejemplo, sobre el Sida, o sobre como comportarse en la vida. »
¿Cómo ven estos jóvenes su compromiso? Toma la palabra a Germaine:
« Yo no puedo dejar Tapori, pues no he alcanzado mi objetivo. Mi objetivo es que la miseria termine. Ella no ha terminado, entonces no puedo detenerme ».