El concierto de Wang Bin, la armonía y el compromiso
Viernes 16 de junio, un numeroso público asistía al concierto de Wang Bin en el anfiteatro Richelieu de la Sorbona. Entre las 366 personas presentes, muchas de ellas descubrían por primera vez tanto a esta virtuosa pianista y la música china, como los lazos que la unen a ATD Cuarto Mundo. «Me gustaría ofrecer mi música al Cuarto Mundo»: Wang Bin había querido ofrecer su concierto en beneficio de las acciones y proyectos culturales que ATD Cuarto Mundo lleva a cabo en todo el mundo, para apoyar el acceso a la cultura y a la belleza de quienes se ven más gravemente privados de ellas. Isabelle Pypaert Perrin, Delegada General de ATD Cuarto Mundo, en su introducción al concierto, habla de las raíces de este compromiso:
«Nos agrada mucho ver que muchas personas habéis tenido la suerte de escuchar a Wang Bin esta noche.
Wang Bin nos invita a hacer un recorrido musical desde China a Europa. Wang Bin es alguien que traspasa fronteras, que busca, mediante la música, la forma de cultivar la amistad entre los pueblos y entre los seres humanos, como Jean de Miribel, el amigo que nos unió, quien le hizo descubrir ATD Cuarto Mundo. Jean, fallecido en 2015, vivió 40 años en China, atraído —decía— por la sabiduría y bondad incomparable del pueblo chino.»
Hace diez años, en Xian, Jean provocó un encuentro entre Wang Bin y un pequeño grupo de amigos de ATD Cuarto Mundo. Ese día, una historia le impactó.
Era la historia de un niño, Joseph Wresinski, que vivía con su familia en un barrio pobre de Angers.Su padre, tras sufrir demasiadas humillaciones en el barrio, se fue a buscar trabajo muy lejos de allí, a Polonia, su país natal. Su madre se quedó allí, sola, con sus cuatro hijos, luchando por mantener a la familia.
Un día, para sorpresa de todos y bajo la mirada del vecindario, allí mismo, ante la puerta, en la calle Saint Jacques, llegó un piano. Fue el Señor Wresinski quien lo envió para que los niños aprendieran a tocar.
¿Tal vez por fin haya encontrado trabajo?
Para la Señora Wresinski es como una promesa de paz, de armonía y de futuro que podrá ofrecer a sus hijos a través de la música.
¿Quién no necesita grandeza, belleza, arte y cultura en su vida?¿No es, en definitiva, tan importante como tener pan y contar con un techo?
Aunque las niñas y niños del barrio estuvieran felices de venir a aporrear sus teclas, ese piano, negro y brillante, de pies firmes sobre la tarima desgastada y apolillada de la casa, provoca escándalo en el barrio.
¿Qué?, ¡un piano en una vivienda que ni siquiera tiene luz eléctrica, donde siempre hace frío! Un piano en casa de una familia donde la sopa que se come viene del convento de las religiosas, donde Joseph cada mañana ayuda en los oficios de la misa a cambio de dos monedas para su familia.
Todo el barrio habla. ¡Un piano en casa de esa gente! Todo el mundo urge a su madre para que lo venda.
Entonces —así es como el padre Joseph Wresinski lo contará años más tarde—
- «Llegó el día en el que se empezó a decir de nosotros:
- si esas personas tienen un piano, es que tienen dinero, no merece la pena seguir dándoles apoyo. Además, mi madre tuvo que vender el piano por un precio ridículo. A cambio de ayuda, vendió una esperanza. Desde entonces, tengo celos, como Dios dice de sí mismo en la Biblia, de quienes desde su infancia, aprenden a amar la música y la danza, el arte y la poesía. Yo no tuve esa oportunidad y durante toda mi vida he sufrido por ello. Mi lucha ha sido poder ofrecer esta oportunidad a las personas más pobres».
Sin duda, esta historia tocó lo más profundo del corazón de Wang Bin; ella que suele decir que ha sido la música, una pasión que su madre, profesora de canto, le transmitió, lo que les ayudó a soportar todas las dificultades y sufrimientos padecidos por su familia y por tantas otras en los años 70.
Ese día en Xian, tras haber escuchado esta historia, Wang Bin, a quien han otorgado numerosos y prestigiosos premios de ámbito internacional, dijo: «Me gustaría ofrecer mi música al Cuarto Mundo».
Y aquí estamos esta noche en este concierto, un momento significativo de nuestra campaña Pobreza Nunca Más – Actuar Todos por la Dignidad, que quiere proclamar que el mundo no se construirá sino a través del talento, la valentía y la inteligencia de todas las personas. Esperamos que muchos de ustedes firmen el Compromiso de Acción como una forma de expresar juntos esta misma convicción.
Wang Bin ha querido que este concierto sirva de homenaje a Joseph Wresinski, fundador de ATD Cuarto Mundo, en el año del centenario de su nacimiento. Joseph Wresinski ha trazado un camino hacia la paz al proponer que todos nos unamos con quienes se cuenta menos en el mundo y que, sin embargo, tienen grandes cosas que ofrecer si nos dejamos impulsar y guiar por ellos».
Este concierto ha podido llevarse a cabo gracias a la colaboración activa de la Universidad París 1 Sorbona a la que queremos agradecemos por ello, y también gracias al compromiso y apoyo de Patrick de Bellecisze, piedra angular en la organización de este concierto.
Este concierto se realiza bajo el patrocinio de la Comisión Nacional Francesa para la Unesco.
En el marco de la campaña Pobreza Nunca Más, se han celebrado diversos conciertos en el país:
- En Mesnay (Casa de Vacaciones Familiares La Bise) el 18 de junio.
- En Rennes (Francia) el 16 de junio con el coro «l´Air de rien» y el 18 de junio con el coro perteneciente a la red A Coeur Joie, «Chantevigne».
- En Suiza, dos conciertos de Minstrels of Hope [Trovadores de Esperanza] el 17 y 18 de junio en Treyvaux.
- Otros dos conciertos en Berna (Suiza) el 20 y el 27 de junio.
- Concierto de «Motivés» en Charleroi, Belgique, el 16 de junio.
- Asimismo en abril, se celebraron conciertos en Irlanda (con la participación de Les Petits Chanteurs de Strasbourg), en España (Spirit of All), en Mauricio y en Boston.