Carlos Alexis Bonilla, retrato de un compromiso
Miembro de ATD Cuarto Mundo vive en la Colonia Nueva Suyapa, Tegucigalpa Honduras.
Aunque sabía que ATD Cuarto Mundo estaba presente en la Colonia Nueva Suyapa, nunca había participado en nada de lo que proponían porque no tenía tiempo debido a mis estudios.
En el año 1991, en mi colegio me pidieron realizar un trabajo social y fue entonces cuando comencé a interesarme por lo que hacían y a participar activamente en ATD Cuarto Mundo en Honduras.
Comencé por conocer la vida de su fundador, Joseph Wresinski, a través del libro Los Pobres son la Iglesia. Poco a poco conocí las actividades que llevaban a cabo como las Bibliotecas de calle, los Festivales del saber. Muchos jóvenes de mi colonia se comprometían en las distintas actividades que realizaban.
Me impactó mucho la niñez del padre Joseph, me hizo recordar mi niñez. El testimonio de su lucha me da fuerzas para seguir adelante y para mantener una presencia al lado de familias del Cuarto Mundo. Vivir en la miseria no es fácil, pero el Padre Joseph propuso, con su ejemplo, unirnos para luchar contra ella. Así es como podremos salir adelante.
Sigo en ATD Cuarto Mundo después de tantos años porque me indigna que las personas sean excluidas de la sociedad, que no sean tomadas en cuenta. No puedo aceptar que los más pobres sean apartados, pues ellos también tienen un conocimiento que aportar a la sociedad.
Hoy en día en Honduras todo el país vive momentos difíciles. Pero muchas veces son las familias que visitamos las que lo tienen más difícil. Como por ejemplo las madres que pierden a sus hijos a causa de la violencia que vive el país y que, aún así, prosiguen su lucha por algo mejor. Esas madres que se levantan cada mañana y van a vender, a hacer tortillas, a lavar ropa… y que de esta forma pueden mantener a sus familias son las que no podemos olvidar.
Aunque yo no animo las bibliotecas de calle con niños y niñas, voy al encuentro de sus padres y madres. Compartir con ellos alegrías, tristezas y confianza me llena para seguir y me da fuerzas a mí mismo para enfrentar la vida.
Admiro mucho la energía, la voluntad, el compromiso y la entrega de los voluntarios permanentes, su disponibilidad al lado de los más pobres. Me impacta que se hagan la voz de los más pobres.
Con su ejemplo motivan, entusiasman a los demás para ir al encuentro de aquellos que nadie tiene en cuenta.
Es su manera de compartir lo que me mantiene firme. Nosotros nos apoyamos en su fortaleza para resistir, para poder seguir avanzando y para construir relaciones de amistad en medio de tantas fragilidades.