Aprender de las familias que viven en situación de pobreza en tiempos de pandemia.
Discurso de Isabelle Pypaert Perrin, Delegada General de ATD Cuarto Mundo, en el Seminario Web de las Naciones Unidas con motivo del Día Internacional de la Familia.
Aprender de las familias que viven en la pobreza en tiempos de pandemia
Lo que voy a compartir con ustedes proviene de la vida de los ciento cincuenta grupos del Movimiento ATD Cuarto Mundo en cuarenta países del norte al sur.
En estos tiempos de crisis, las familias que viven en situación de pobreza nos cuestionan. Nos cuestionan con la forma en que tejen solidaridad, con su lucha para vivir –y vivir como familias–, nos interpelan con sus esperanzas para el futuro.
Nos cuestionan con su capacidad de resistir la crisis juntos.
En medio de todas las dificultades que enfrentan diariamente, muestran una increíble energía para resistir y asumir responsabilidades.
En la República Democrática del Congo, los jóvenes que conocemos, que aprendieron de sus padres a cuidar a los demás, caminan kilómetros para dialogar con personas de barrios remotos y buscar juntos lo que podrían ser medidas de protección adecuadas. Esta acción los llevó a movilizarse ante las autoridades locales por el acceso gratuito al agua potable.
En la República Centroafricana, los jóvenes han construido «lavaderos móviles» para que los barrios dispongan de agua limpia y jabón. Porque ¿cómo lavarse las manos cuando no hay agua corriente o cuando el precio de un cubo de agua limpia se ha duplicado?
En Guatemala, en Filipinas, al igual que en España y Francia, los adultos han salido a ver a sus vecinos para asegurarse de que están bien. Coordinan iniciativas locales para garantizar que el apoyo puesto a disposición debido a la crisis llegue a los más necesitados.
Debido a las medidas adoptadas para hacer frente a la pandemia, en muchos países, las personas que dependen de las actividades informales para sobrevivir diariamente se enfrentan a una dura elección: salir a buscar trabajo y arriesgarse a ser sancionados y a contagiarse, o ver a sus hijos pasar hambre. Sin protección social, las personas solo pueden contar con la solidaridad de otros como ellos.
En todo el mundo las familias nos dicen:
Por supuesto que tenemos miedo de enfermar, la atención sanitaria no está a nuestro alcance… Pero lo que más tememos es morir de hambre
Por eso, en Madagascar, la Sra. Louise, cuya vida es muy difícil, compartió la ayuda recibida por transferencia bancaria con su vecina, que no pudo registrarse porque no tenía documentos oficiales. Así es como la gente resiste ante la crisis. Comparten alimentos, pero cada vez que les ofrecemos la oportunidad, muestran gran interés en compartir ideas y pensar en lo que debería cambiar.
Las familias que viven en situación de pobreza nos cuestionan con su determinación de vivir como familias.
Para muchas personas, atrapadas permanentemente en la crisis de la pobreza, esta pandemia es una crisis más que se suma a las muchas luchas que enfrentan. En todas partes, tanto la pandemia como las medidas adoptadas para hacerle frente, agravan la situación. En los Estados Unidos y en la Unión Europea, es evidente que la pandemia mata más en las comunidades pobres. Cada día, vemos personas haciendo cola para acceder a la distribución de alimentos.
- Lo que menos sabemos es cómo estas medidas impactan en el frágil equilibrio de la vida de familia. Debemos subrayarlo en este día internacional:
- La vida de familia se convierte en un gran desafío cuando se trata de vivir con muy pocos ingresos, encerrados en casas pequeñas, con niños que no van la escuela.
Las autoridades y los padres de entornos más privilegiados opinaban que los niños y niñas no debían dejar de seguir los programas escolares durante la pandemia, pero la forma en que se puso en marcha la escuela en los hogares, aumentó aún más las desigualdades.
¿Cómo se puede elegir entre dar comida a los niños y niñas, o pagar la conexión para las lecciones en línea?
¿Cómo crear un espacio para que los niños y niñas se concentren y estudien? ¿Cómo apoyarlos cuando los padres no saben leer ni escribir?
- Después de meses sin escuela, muchos menores han dejado de seguir los programas de aprendizaje que se les ofrecen. Existe un gran riesgo de que muchos nunca vuelvan a la escuela. Es un golpe terrible para las familias que ponen tanta esperanza en la educación.
Otro impacto de esta crisis tiene que ver con los contactos entre los menores tutelados y sus padres. No oímos hablar casi nada al respecto en los medios de comunicación.
- En los países que cuentan con servicios sociales sólidos, muchas familias que viven en situación de pobreza tienen a sus hijos e hijas bajo tutela institucional, debido a la confusión entre negligencia, desigualdad y pobreza. Para la mayoría de estas familias, las visitas se cancelaron abruptamente y los padres no tienen información.
En algunos casos, se requirió tiempo y energía para asegurar que las visitas fueran sustituidas por llamadas telefónicas. Se han tomado demasiado rápido ciertas decisiones drásticas debido al confinamiento.
En otros lugares, ¿qué hay de los niños que viven en las calles? ¿Cómo encuentran su sustento diario y un sitio para dormir durante el toque de queda?
En algunos lugares hemos visto como se retiraban niños de la calle para enviarlos a sus familias sin ninguna preparación previa. O se les agrupaba en lugares donde no hay suficientes educadores para garantizar su seguridad e integridad.
Las familias que viven en situación de pobreza nos interpelan de cara al futuro
En esta época de pandemia, para salvar vidas, nuestros dirigentes han tomado decisiones que antes se consideraban imposibles.
- Las familias que viven y luchan contra la
- crisis persistente de la pobreza, que también mata, nos piden que actuemos con la misma determinación.
Y tenemos una hoja de ruta para estar a la altura de tal ambición: ¡tenemos los Objetivos de Desarrollo Sostenible! Es hora de unirnos para lograr los ODS en asociación con las familias viviendo en situación de pobreza.
- Haciendo espacio para su experiencia y pensamiento, podemos inventar una educación que libere el potencial de cada niño y niña, crear garantías de protección social para todas las personas, reconstruir una economía basada en el respeto de la dignidad humana y el respeto por la tierra.
Terminaré con una propuesta: el próximo año, para el Día Internacional de la Familia, ¿podríamos reunirnos de nuevo, con las familias en situación de pobreza como participantes activos, para aprender con ellas lo que la pandemia hizo con sus vidas y con la vida de sus comunidades, lo que quieren para el futuro, no sólo para ellas sino para la humanidad, y lo que esperan de nosotros?