Somos padres y madres, pese y contra todo
El tema en común de las Universidades populares Cuarto Mundo este año en Bélgica es “poder avanzar juntos, pequeños y grandes, para permitir un futuro para todos”. Desde hace dos meses, personas que viven en situación de pobreza y ciudadanos y ciudadanas que se comprometen junto a ellos reflexionan a partir de sus experiencias lo que significa “ser padres o ser madres”. En la Universidad Popular de octubre, han podido identificar los obstáculos y los apoyos que permiten asumir plenamente este papel. Contar con ayuda y con un diálogo externos a la familia, poder aprender de otros, poder contar con lugares de acogida y de acompañamiento, constituyen elementos de apoyo para padres y madres. Al contrario, como obstáculos, los participantes han citado el aislamiento y las dificultades cotidianas que les impiden asumir plenamente el papel como padres y madres. Por otra parte, se lamentan de que decidan y actúen en su lugar.
Algunos participantes hablaron de sus experiencias con la SAJ, Servicio de Ayuda a la Juventud, que es el servicio de acompañamiento que tiene por objeto brindar apoyo a la infancia en dificultad o en riesgo y a sus familias. Los puntos de vista fueron contradictorios. Algunos expresaron un sentimiento de traición cuando un profesional les visita y reciben un informe negativo al respecto. Tienen la impresión que la SAJ actúa remplazando a los padres que “no tienen mucho que decir”, y lamentan la falta de diálogo. Una joven participante señaló: “también hay que ver el sufrimiento de los padres… todo lo que sufren. Puede parecer poca cosa, no tienen un buen estado de salud, ni están de buen humor, cuando no ven a sus hijos e hijas de lunes a viernes, y solo los ven el fin de semana venir para volver a marcharse… así, en esta dinámica no te sientes padre ni madre...”. Para otros, este servicio puede constituir una ayuda a la paternidad o a la maternidad y tener una función de consejo. Para terminar, ciertos participantes ignoran que la SAJ, a menudo asimilada con la retirada de niños y niñas, puede ser una de las ayudas posible.
“En ciertas situaciones, estamos tan separados de nuestra familia, que incluso ya no sabemos ni quiénes somos. Y porque no sabemos quiénes somos, no podemos transmitir nada a nuestros hijos e hijas,a nuestros nietos y nietas”, explica una participante. La extrema pobreza es una de las razones de retirada de niños y niñas y se reproduce generalmente generación tras generación. Hace que disminuyan los lazos familiares y aumenta el riesgo de separación de hijos e hijas de sus padres, a veces nada más nacer. Únicamente autorizados a verse una vez al mes en ciertos casos, padres e hijos no se conocen, ignoran todo unos de otros, se convierten mutuamente en extranjeros. Esta ruptura de la relación, sobre todo si es a largo plazo, provoca heridas irreparables para todos, tanto para padres y madres como para hijos e hijas. Y, sin embargo, poder fundar una familia, criar a sus hijos e hijas, elegir el tipo de educación que queremos ofrecer son derechos reconocidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Entonces, ¿qué es lo que debemos poner en marcha para mantener los lazos, la relación, de forma que no se rompan cuando se establece una medida de retirada?