Un proyecto comunitario cultural a través del arte
8 de mayo de 2013
Con el afán de llevar adelante un proyecto comunitario cultural se está llevando a cabo un taller de pintura al óleo dirigida a los padres y madres de familia de la zona alteña de Senkata, por el periodo de tres meses. El mismo cuenta con el apoyo de la Fundación de Desarrollo para las Culturas y el Diálogo (FUNDECYD) y que además tendrá como profesora a Paula Costas, licenciada en Bellas Artes, que viene del reconocido Centro de Artes Mamani Mamani.
A la inauguración asistieron más de una veintena de personas, en su gran mayoría en condiciones de pobreza o exclusión. Todas ellas expectantes de conocer un nuevo taller que podría ayudarlas en un futuro, no solo a salir de su encierro a través de la amistad que se crea en estos espacios, sino también el de buscar nuevas formas de insertarse en un mercado laboral y que les permita de alguna manera ayudarlas a llevar el pan a su familia.
Uno se preguntaría ¿De qué manera puede ayudar la pintura a las familias más desfavorecidas? Trasladamos esta pregunta precisamente a la profesora que imparte esta clase: “El arte es una manera de plasmar tus sentimientos y de compartirlo con las personas, de una manera más sutil que con las palabras, a través de las imágenes y eso les van a ayudar a decir lo que les cuesta decir, no a través de palabras sino a través de imágenes”. Paola Costas.
Esta ocasión también sirvió para poder hacer una suerte de evaluación de estos espacios de talleres que ya se van desarrollando en la Casa de la Amistad desde hace algunos años, con enseñanzas como carpintería, artesanía a base de papel periódico o confección de polleras (vestimenta típica de la mujer boliviana). Con micrófono en mano, muchas madres de familia, y algunos padres también, coincidieron en que este tipo de talleres les permitieron salir de la exclusión y soledad en la que vivían dentro de las cuatro paredes de sus casas y que ese fue el motor motivador por el cual este tipo de talleres acoge cada vez más a personas como es el caso de doña Nieves Ruiz, quien recién se integra al taller: “En verdad aquí estoy bien, estoy mejorando, me gusta compartir con las compañeras (…) primera vez estaba encerrada en mi casa sola, más antes he perdido también mis familiares, de eso he tenido bien harta pena, después en aquí bien nomás me siento”.
Por otra parte, también son muchas las madres de familia que argumentan que este tipo de talleres les está ayudando a colaborar con sus hijos respecto a sus deberes escolares como nos compartió doña Celia Chirinos, quien viene a la Casa de la Amistad desde hace más de cinco años y reconoce la importancia de aprender nuevas técnicas de pintura: “Para tener una experiencia para salir adelante nosotros, tal vez podemos pintar nosotros para apoyar a los niños. Podemos apoyar, por ejemplo yo no sé cómo apoyar a los hijos”.
La Sra. Martha Torrico, quien es directora del Centro de Servicio para la Familia y el Desarrollo (CESEFADE), y que fue invitada a esta inauguración, resaltó la importancia de aprender, no solo para ayudar a la familia, sino también para ayudarse a sí misma, para valorarse: “Decimos – yo quiero aprender para ayudar a mi hijo, para ayudar a mi familia – pero también tenemos que aprender a decir – quiero aprender para ayudarme a mí misma, para que yo también valga, para que yo también me valorice”.
Sin embargo las intervenciones más apasionadas se dejaron esperar hasta el final del evento, en las que se mostraron los fuertes deseos de las familias más desfavorecidas de lograr salir adelante, pero aprendiendo y, sobre todo, enseñando lo que saben hacer. Lo que hace pensar que realmente se está intentando crear una comunidad sin exclusión, donde uno ayuda al otro sin pedir nada a cambio. Por lo menos así lo expresó don Juan Carlos Baltazar, padre de familia que participa en las actividades de la Casa de la Amistad desde el 2011: “Mi persona está dispuesta a enseñarles a hacer embutidos (…) helados de canela, les voy a enseñar a hacer helados y salteñas, llauchas. Yo estoy disponible (…) ya saben, mi mano de obra va a ser un regalo para ustedes, me gusta que las mujeres trabajen y se superen”.
Al final del evento se compartió un “Apthapi”, tradición andina en la que todos aportan algo de comer en una mesa en común.
El taller de pintura al óleo culminará a finales del mes de julio con una exposición para todo público en el Café Cultural “Ichuri”, en el centro de la ciudad de La Paz y que durará al menos tres días.