Un camino de compromiso
No podemos estancarnos
Bruno Couder, miembro del Voluntariado internacional ATD Cuarto Mundo desde 1974, habría cumplido 72 años el 19 de diciembre de 2022.
En 1972, Bruno y su gran amigo Thierry Viard, ambos estudiantes en la Politécnica, asistieron a una conferencia de Joseph Wresinski con otros compañeros de estudios. Joseph Wresinski se les acercó luego y les invitó a trabajar con sus manos en un proyecto en Noisy-le-Grand. Y ahí fue donde empezó la larga aventura de Bruno con ATD Cuarto Mundo.
- Una parte de los años del Voluntariado de Bruno en Francia estuvo dedicada a la construcción de un Movimiento ATD Cuarto Mundo más público y más visible.
En Reims, Yolaine, su mujer, también voluntaria permanente, y él formaron equipo con otros voluntarios para idear un nuevo programa piloto de lucha contra la pobreza en Europa. “Tenemos que innovar”, le decía a su equipo. “Se necesitan nuevos proyectos. No podemos estancarnos”. Era la época en la que los medios de comunicación nos mostraban la tragedia de los balseros y los campos de refugiados de Camboya y de Vietnam. Bruno se había conmovido con el llamamiento de la Sra. Lachaud, militante Cuarto Mundo de Reims, que había dicho:
“Hay personas que sufren allí. El Cuarto Mundo debe de estar con ellos”. Su reflexión y su voluntad de compartir nuestros recursos humanos resonaron en otras familias en otros lugares y condujeron a la presencia del Movimiento en Asia.
Creación del ingreso garantizado
Unos años más tarde, Bruno y Yolaine accedieron a la petición de Joseph Wresinski de ir a Pierrelaye y, desde allí, colaborar en la expansión de nuestro movimiento, tanto en el ámbito político en Francia como a nivel mundial, especialmente con el desarrollo de la alianza.
Año tras año, especialmente cuando llegaba el invierno, las autoridades públicas francesas adoptaban medidas de urgencia, identificando a una población que ellos llamaban “los nuevos pobres” y concertando subvenciones a las asociaciones para garantizar distribuciones de alimentos y de alojamientos de urgencia. Furiosos por esta actitud, Joseph Wresinski, Bruno y otros concibieron un plan para utilizar los fondos con el fin de poner a prueba un planteamiento más radical: un ingreso garantizado. Eligieron Rennes y su departamento como escenario, y la repercusión de esta iniciativa en familias fue firmemente documentada en un libro. Años más tarde esta experimentación se convirtió en una ley.
Fallecimiento de Jospeh Wresinski, nuevos desafíos
La muerte de nuestro fundador, Joseph Wresinski, en 1988, creó mucha inquietud entre los miembros de ATD Cuarto Mundo sobre el futuro del mismo. Las familias se preguntaban: “¿Va a continuar el movimiento?” Había muchas cosas en juego. Bruno se encontraba entre los que tenían un papel clave en la resolución de los problemas a los que se enfrentaba ATD Cuarto Mundo. Lo hizo con su franqueza habitual y mucho diálogo. La enorme herencia de Joseph Wresinski estaba en nuestras manos.
Trabajó en estrecha colaboración con Geneviève de Gaulle Anthonioz, entonces presidenta de ATD Cuarto Mundo Francia, con Claude Ferrand, miembro por aquel entonces de la Secretaría General del Movimiento internacional ATD Cuarto Mundo, y muchos otros, procurando aplicar las conclusiones y recomendaciones del informe Wresinski del Consejo Económico y Social. Bruno desempeñó un importante papel en la organización y el seguimiento de un grupo de estudio sobre el enfoque Wresinski con 400 personas, miembros de ATD Cuarto Mundo, profesionales de diversas ramas del derecho, representantes electos y responsables sindicales en torno al tema: ¿Cómo garantizar los derechos fundamentales como derechos indivisibles?
- Para Claude, en aquel momento delicado de nuestra historia, Bruno fue “un interlocutor de confianza, un hombre de paz, lúcido e íntegro, de una gran discreción”.
Poco importaba donde le llevara su cometido, Bruno trataba de mantenerse en contacto con las personas y las familias para y con las que existía ATD Cuarto Mundo. Cada vez que había una reunión de alto nivel con un reto importante, dedicaba antes tiempo a estar con familias amigas en situación de pobreza, interesándose por sus realidades y sus aspiraciones.
Aconsejaba a los nuevos voluntarios inspirado en lo que había aprendido de Joseph Wresinski: comprender a las personas en situación de pobreza, su modo de vida, sus ideas y sus opiniones era tan importante como reunirse con funcionarios de alto rango.
Si no trabajamos por reunir a estas familias y las autoridades en un auténtico diálogo, nuestra vida compartida con los más pobres no tendría mucho sentido.
Traslado a Madrid
Después de esta misión muy pública y política en Francia, Bruno y Yolaine quisieron vivir su compromiso de una forma distinta, con un día a día más discreto. Se trasladaron a Madrid y empezaron a construir allí el Movimiento ATD Cuarto Mundo partiendo de algunos contactos ya establecidos. Este fue un gran cambio para toda la familia, pero poco a poco, Yolaine y Bruno encontraron su camino hacia los barrios y personas que estaban en los márgenes ofreciéndoles cuentos, arte y amistad. Atrajeron a jóvenes españoles al Voluntariado de ATD Cuarto Mundo.
Recordando su primer Festival del Saber en el barrio de Pozo del Huevo, una voluntaria cuenta que construyeron un dragón gigante partiendo de un modelo que Bruno había hecho con pajitas de plástico para acompañar la historia que habían inventado, titulada El Dragoncito.
- “Recuerdo su entusiasmo y su visión de un gran pasacalles en el barrio. Su ambición para los más pobres no se trataba jamás de hacer cosas pequeñas o medio hechas o de mala calidad, sino de hacer cosas extraordinarias, alucinantes… de cambiar completamente el mundo”.
En la Delegación general
Eugen Brand, amigo y compañero de Bruno en el equipo de la Delegación General al comienzo de los años 2000, decía: “Bruno era radicalmente alérgico a toda forma de manipulación o abuso de poder. Durante nuestros años formando equipo con Susie Devins, a menudo nos hacía esta pregunta: ¿Somos totalmente conscientes del poder de nuestras palabras, del peso de nuestro propio poder? ¿Ponemos suficiente cuidado en que nuestras palabras no hagan daño a nadie?”.
“Teniendo nuestro Centro internacional en Francia, escribe Susie, tuvimos que afrontar, como los demás, cuestiones de laicidad y tuvimos que encontrar los medios para respetar las convicciones de cada persona. Bruno contribuyó a apaciguar las tensiones con su planteamiento de no enfrentar unas fuerzas con otras”.
Esto nos recuerda las palabras de Joseph Wresinski el 17 de octubre de 1987 sobre la capacidad de
permitir a toda persona “dar lo mejor de sí misma antes de morir”.
Nuevas experiencias
Bruno y su familia se trasladaron más tarde a la región de Rhône-Alpes, donde su compromiso se nutre de nuevas experiencias espirituales. En su nuevo hogar, Bruno se vincula con distintas personas muy pobres y juntas crean un grupo de preparación de Universidad Popular.
A lo largo de toda su vida, Bruno supo realizar su sueño de innovar y crear nuevos proyectos con personas y familias en situación de pobreza, para cambiar el mundo con ellas.