Lucette Palas “alza su voz” frente a las injusticias
En este 8 de marzo, día internacional de la mujer, rendimos homenaje a todas esas mujeres tan a menudo anónimas que, como Lucette Palas (militante Cuarto Mundo de Isla de la Reunión), alzan su voz y actúan contra la injusticia. Su tenacidad y fortaleza, su confianza y empatía, hacen posible que cada día avancemos un poco más hacia un horizonte de paz, justicia y solidaridad.
Para Lucette, tomar la palabra es hacer de ella un motor en la lucha contra los prejuicios y a favor del acceso a los derechos. Liberar la palabra para liberarnos de la violencia de la miseria.
De niña, Lucette no entendía por qué su madre “bajaba la cabeza y no hablaba”. Así que decidió tomar la palabra y ahora es casi imposible detenerla. A veces en su relato se cuelan algunas palabras en “créole” porque, admite, no le gusta hablar en francés1. Sin embargo, está dispuesta a hacerlo siempre que sea necesario para denunciar la injusticia y combatir los prejuicios que existen sobre las personas que viven en situación de pobreza. Y no duda en alentar a la gente que conoce: «¡Detak la lang!», «¡libera la palabra!».
Para Lucette, el Movimiento ATD Cuarto Mundo fue inicialmente una vía de escape “por procuración”. Tenía 15 años cuando una amiga le hizo descubrir este movimiento. “En aquella época no me dejaban salir, así que mi amiga me contaba todo lo que hacía, las bibliotecas de calle, la construcción de la Casa Cuarto Mundo, el grupo de jóvenes…”. Por fin un día Lucette consiguió el permiso para participar en una jornada familiar organizada por ATD Cuarto Mundo. Enseguida le llamó la atención la forma de hablar de los militantes Cuarto Mundo.
«Era la primera vez que veía a una mujer levantarse frente a personas que no conocía y hablar de sus dificultades sin sentirse juzgada”.
Decir lo que está mal
Unos años más tarde, en su barrio de Chaloupe-Saint-Leu, unos voluntarios permanentes de ATD Cuarto Mundo le propusieron organizar una biblioteca de calle. Lucette se embarcó en la aventura sin saber realmente de qué se trataba. «De camino al lugar donde hacíamos la biblioteca iba llamando a todos los niños y poníamos una esterilla en el suelo de un aparcamiento. Enseguida vinieron 25 niños. Muchos nos hablaban de la violencia que sufrían en su entorno. No me había imaginado lo importante que sería este lugar para ellos”.
La biblioteca de calle también atrae a las madres que, en esta zona rural de Saint Leu donde escasean las infraestructuras, están muy aisladas. Lucette decidió entonces crear su propia asociación, llamada Ti Yab Lé O. En este grupo de dialogo dedicado a abordar la violencia contra las mujeres, Lucette introduce el Teatro Foro, para facilitar a todas las madres expresarse y encontrar soluciones juntas. “No estaba previsto hacer este grupo, pero después de escuchar tantas historias de violencia y abuso, decidimos hablar para que nuestras pequeñas historias personales pudieran ayudar a otras personas”.
Tras mudarse a otro lugar, Lucette dejó la biblioteca de calle. Entonces se implicó en una iniciativa de Cruce de saberes y prácticas en colaboración con el Instituto Regional de Trabajo Social.
Todavía recuerda a los trabajadores sociales que al escuchar a los militantes Cuarto Mundo, se pusieron a llorar. “No se daban cuenta del miedo que provocaban en las personas con las que trataban, de lo que significaba esa oficina para ellas, una especie de frontera entre ellas y nosotras, de las miradas despectivas cuando no encontrábamos las palabras correctas en francés”.
En los centros de secundaria a los que acude para sensibilizar sobre el acceso de todos y todas a los derechos, invita a los jóvenes a apoyarse mutuamente y, sobre todo, a «hablar de lo que está mal, decir lo que no entienden».
Nunca te avergüences
También enseña a su hija a «no avergonzarse nunca de quien es», ni siquiera cuando un profesor haga comentarios sobre su ropa. “A veces se oyen auténticas tonterías, pero moralmente te pueden matar. Los servicios sociales examinan cada una de nuestras facturas, no nos queda vida propia, tenemos que desvelar nuestra vida todo el tiempo, nos regañan. Salimos de las entrevistas agotadas. Pero no tenemos elección”.
Lucette también participó en varias sesiones internacionales de militantes Cuarto Mundo y en el Encuentro de Compromisos de julio de 2021. Allí descubrió que las y los militantes Cuarto Mundo de todo el mundo se enfrentan a los mismos problemas. “Ahora tengo la impresión de tener amigos por todo el mundo, y eso me da fuerzas”, dice encantada. Empujada por una curiosidad insaciable, también se convirtió en miembro del equipo de animación regional y del Consejo de administración del Movimiento ATD Cuarto Mundo de La Reunión, y así “ver cómo se funciona en otros barrios, entender los aspectos financieros [del movimiento], hacer preguntas en las reuniones y asegurarme de que las y los militantes Cuarto Mundo no se quedan fuera”.
No rendirse
También dedica mucho tiempo a ayudar a las familias de su barrio con los trámites administrativos. No es raro que un vecino llame a su puerta porque no ha recibido su ingreso de ayuda social, o que los niños se presenten un sábado por la mañana para saber si va a haber biblioteca de calle.
“Cuando eres militante Cuarto Mundo, estás en el barrio las 24 horas del día. Cuando las cosas no nos van bien, no tenemos la posibilidad de dar un paso atrás”.
Admite que a veces ha tenido ganas de rendirse, de no responder a las demandas. “Pero veo la valentía de estas familias y me doy cuenta de que necesitan nuestro apoyo, así que no nos podemos rendir. Además, cuando las acompaño, a mí también me da energía. Mientras haya alguien a quien apoyar, aguantaré”.
Para Lucette, “la fuerza del Movimiento ATD Cuarto Mundo es la voz de las personas que viven en situación de pobreza”. Con la energía comunicativa que la caracteriza, hace un llamamiento a las y los militantes Cuarto Mundo: «Dad un paso al frente, asumid responsabilidades y sobre todo, hablad».
Foto: Lucette Palas en el Encuentro de Compromisos de julio de 2021 en Jambville. © Carmen Martos