Momentos para pensar bien, grande y radical
Por Susie Devins, voluntaria permanente de ATD Cuarto Mundo. Reflexiones sobre la muerte de George Floyd y las relaciones raciales en los EE.UU.
Han sido necesarios unos días para procesar la imagen que nunca desaparecerá: la imagen de un policía, «oficial de la paz», Derek Chauvin quien, rodilla en la garganta de un hombre negro, George Floyd, le arranca la vida, mientras este clamaba que no podía respirar, llamando a su madre, en su último aliento.
De la misma manera que la imagen del avión estrellándose contra las torres gemelas de Nueva York, o las imágenes de los asesinatos de Martin Luther King y John F. Kennedy, este vídeo de la muerte de Floyd quedará grabado en nuestras mentes.
El policial Chauvin, que aún no ha sido condenado por asesinato, podría no haber sido detenido si alguien no hubiera pasado por allí y filmado el incidente. No es que no hayan existido otros, muchos otros, incidentes de brutalidad policial, pero de alguna manera esta imagen, que dura más de siete minutos, hizo estallar a todo nuestro país. Está aquí, es real. Ha sucedido. La sensación de indignación va mucho más allá de los Estados Unidos y eso es bueno.
Una vez más, la miserable realidad de la crueldad de los hombres entre sí, y la crueldad de las acciones racistas en un total abuso de poder, nos ha transpasado el alma. Es brutal y desgarrador. En nuestro movimiento, y mucho más allá, sabemos lo que sucede cuando las personas no son consideradas como seres humanos.
Tenemos que ocuparnos de esta herida antes de entrar en acción. El otro día, en una conversación, un amigo paquistaní lamentaba que «nuestra humanidad es defectuosa». Y recordé la letra de la canción Anthem del poeta/cantante Leonard Cohen: «Hay una grieta en todo, así es como entra la luz». Como lo explica, es en la confrontación con la ruptura de las cosas que podemos resucitar.
En «Carta desde una región de mi mente», el novelista estadounidense James Baldwin escribió en 1962:
«Los blancos de este país tendrán bastante trabajo para aprender a aceptarse y amarse a sí mismos y a los demás, y cuando hayan logrado esto -que no será mañana y tal vez nunca ocurra- el problema de los negros ya no existirá, porque ya no será necesario».
Continúo reflexionando sobre ello.
Otro mensaje se me viene a la mente. Este es un extracto de un artículo de opinión publicado en el NY Times por el Dalai Lama y Arthur C. Brooks en noviembre de 2016 y titulado «Detrás de nuestra ansiedad, el miedo a ser innecesario»:
- «¿Qué podemos hacer para ayudar? La primera respuesta no es sistemática. Es personal. Todas la personas tenemos algo valioso que compartir. Deberíamos empezar cada día preguntándonos conscientemente: «¿Qué puedo hacer hoy para apreciar los regalos que me ofrecen los demás?» Tenemos que asegurarnos de que la hermandad global y la unidad con los demás no son solo ideas abstractas que profesamos, sino compromisos personales que ponemos conscientemente en práctica.
- Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de hacer de esto un hábito. Pero las personas que ocupan puestos de responsabilidad tienen una oportunidad especial de extender la inclusión y construir sociedades que realmente necesitan a todos».
Joseph Wresinski, fundador del Movimiento ATD Cuarto Mundo llamó a una transformación profunda de la sociedad, una nueva civilización. Puso el listón muy alto, con razón. Pero no son palabras vacías, se trata de acciones concretas.
El asesinato de Floyd se produce en medio de una pandemia que reveló de una sola vez, para cualquiera que no estuviera ya al tanto, las enormes desigualdades de la sociedad estadounidense. Hemos estado pensando y hablando sobre esto. Sabemos lo que tiene que cambiar. Sabemos quién es más vulnerable al Covid 19 y por qué, ya se trate de la salud, la vivienda, la educación, el empleo decente o el sistema de justicia penal. Sabemos que todas las personas que viven la subyugación de la pobreza generacional están siempre caminando por una cuerda floja sin red de seguridad.
No podemos soportar las medias tintas. Tenemos que pensar bien, pensar en grande y pensar radicalmente. Estamos angustiados y enojados, pero no somos impotentes.
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