Pandemia COV-19: No dejemos a nadie atrás

Estimadas amigas y amigos:

Con la pandemia del COVID-19 el mundo atraviesa un momento sin precedentes. Y sin embargo, ya antes muchas personas, familias y comunidades en todo el mundo han tenido que afrontar innumerables crisis: epidemias, guerras, crisis alimentarias y a diario, la crisis permanente de la extrema pobreza. Podemos aprender de todas esas personas, amigas en todo el mundo, en Antananarivo, Bukavu, Nueva Orleans o Puerto Príncipe, que durante años han encontrado el modo de crear formas de presencia y gestos de solidaridad en medio de limitaciones y situaciones de emergencia. Desde la creación del Movimiento en el barro de Noisy-le-Grand, en nuestra historia común, contamos con una sorprendente reserva de coraje e inteligencia colectiva que nos permitirá estar a la altura de lo que acontece y poder decir, una vez que pase la crisis, que no hemos dejado a nadie atrás.

Entonces, ¿qué vamos a hacer? ¿Qué es lo que cada cual está dispuesto a hacer? A todos, a todas nos preocupa esta situación, aún más si pensamos en quienes tienen un estado de salud más precario y que no cuentan con un sistema de atención sanitaria fuerte. Pero el impulso solidario está ahí. Estamos muy impresionados al observar en todas partes una misma movilización que se esfuerza por buscar conjuntamente quiénes somos como Movimiento ante esta situación.

Hace unos días hablábamos con los miembros del Movimiento en Bangui; jóvenes mediadores socio-culturales, formados en el Movimiento ATD Cuarto Mundo en República Centroafricana que mantienen su participación en los barrios para compartir información veraz sobre la epidemia y para transmitir los gestos importantes que contribuyan a frenar la propagación. Esta situación nos hace pensar en los gestos que crearon las familias de Haití, junto con las personas que animan la acción infantil, los niños, niñas y sus familias durante la epidemia de cólera: compartir conocimientos prácticos, aprender los gestos básicos y garantizar que todas las personas recibían lejía para desinfectar el agua contribuyó a frenar el cólera en los barrios en los que estábamos presentes. Hoy nos encontramos frente a otra amenaza y también es necesario que nos apoyemos y hacer todo lo posible para frenar la enfermedad y, sobre todo, para permitir que la juventud asuma un papel activo en lugar de ser solamente víctimas de la crisis.

Es necesario apoyar a nuestros países e instituciones, logrando que tomen conciencia de la existencia de personas en situación más vulnerable, tanto en el ámbito de la salud como de las seguridades económicas, y de la necesidad de garantizar su protección tanto como la de las demás personas.

En Manila, como en muchas otras ciudades del mundo, se han tomado medidas de confinamiento y se prohíbe a las familias salir de sus barrios. Todas las personas que viven vendiendo botellas de
agua u otros productos al borde de las carreteras dejarán de ganar lo suficiente para mantener a los suyos. El temor es que la crisis sanitaria pase a ser una crisis alimentaria para la población en situación más grave de pobreza en el mundo. Los miembros del Movimiento ATD Cuarto Mundo y amigos en Filipinas, en Francia y en otras partes, se preguntan ¿cómo lograremos afrontarlo conjuntamente, estaremos preparados para compartir nuestros recursos?

Compartir nuestros recursos también significa hacer lo necesario para garantizar la comunicación entre todas las personas. El equipo de Manila está pensando en garantizar a todas aquellas que asumen un papel a la hora de establecer redes de relación en cada comunidad, que cuentan con un teléfono con llamadas y saldo para facilitar que personas de diferentes lugares puedan intercambiar noticias y apoyarse mutuamente. En Bélgica, España, Francia, Suiza, los grupos de ATD Cuarto Mundo crean o refuerzan redes y cadenas de comunicación para garantizar que nadie se quede aislado, fuera.

“¿Por qué queremos comunicar?”, se preguntan los miembros de ATD Cuarto Mundo España. ¡Para que en todas partes se conozca la experiencia de resistencia de las personas en situación más grave de pobreza y sirva de base para innovar a partir de ellas!

¿Y los niños y niñas? ¿Qué podemos hacer en estos momentos para que sigan aprendiendo y reforzando la solidaridad entre ellos? En España, las niñas y niños Tapori han invitado a otros a elaborar una serie de creaciones artísticas en común que viajarán sin tener que salir de casa. En Brasil, miembros del Movimiento han creado kits creativos para niñas y niños de los asentamientos transformando en papel, lapiceros y pinturas donaciones recibidas de personas cercanas que han tenido que anular fiestas familiares debido al confinamiento. En Francia, personal docente, padres y madres llaman por teléfono todos los días a su alumnado o a los de amigos y amigas de sus propios hijos que no cuentan con un ordenador ni Internet, para que puedan seguir la dinámica de la clase.

Pensamos también en todas las personas para quienes la calle es su único medio de supervivencia, en aquellas que en este momento se encuentran lejos de sus familias: las personas encarceladas o menores en centros de acogida, y en sus familias que no pueden verlos, en quienes viven en el exilio y todavía no cuentan con ningún lugar que les reciba.

¿Y si pensáramos cómo compartir con estas personas nuestros medios, nuestra valentía y nuestra amistad? Seguramente las niñas y niños puedan darnos ideas. Redoblemos nuestros esfuerzos para seguir prestándoles atención.

La riqueza de nuestro Movimiento reside en la capacidad que tenemos para establecer lazos entre todas las personas, unas relaciones que ofrecemos a quienes todavía faltan, convencidos de que no tenemos futuro si no es común. En los próximos días seguiremos compartiendo lo que aprendemos y lo que inventamos para no dejar a nadie atrás.

Les enviamos toda nuestra amistad.