Patrimonio de la humanidad
Parque Rizal, Manila, Filipinas – Réplica de la Placa Conmemorativa en Honor a las Víctimas de la Miseria, Trocadero, París
Historia escrita por Huguette Redegeld (Francia)
Como una niña que recibe un regalo en lo más profundo de su corazón, yo descubría con asombro la magnitud del evento en el que participaba, junto con miles de personas más: la conmemoración en honor a las víctimas de la miseria que se celebraba en el Atrio de las Libertades y de los Derechos Humanos en París que tenía lugar el 17 de octubre de 1987.
En 1963, yo había respondido al llamamiento realizado por Joseph Wresinski a dar lo mejor de mí misma —o, al menos, intentarlo— para hacer retroceder la miseria, o incluso hacerla desaparecer.
- Pero no podía imaginar que me conduciría hasta este lugar simbólico, frente a la Torre Eiffel, donde se grabaría en mármol una Placa Conmemorativa con un llamamiento a unirse para hacer respetar los derechos humanos para todas las personas, un llamamiento vivo, un llamamiento abierto a todos los vientos, un llamamiento que se ofrece a cada persona.
¿Es esta la razón por la que, desde entonces, miles de personas se han apropiado de este mensaje y, a su vez, lo difunden?
Recuerdo que…
Era el 28 de octubre de 1989, dos años después de la inauguración en París de la Placa Conmemorativa. Ese día, ciudadanas y ciudadanos de La Reunión [Francia] tomaban la iniciativa de instalar una réplica de la misma en un lugar cultural muy significativo, el Atrio del Teatro de Champ Fleuri en la ciudad de San Denis.
- Era 1992. La noticia causó una cierta emoción. Cassam Uteem, entonces presidente de la República de Mauricio, formaba parte de los primeros firmantes de la petición que, a iniciativa de Javier Pérez de Cuellar, solicitaba a las Naciones Unidas el reconocimiento del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, lo que finalmente se produjo mediante la aprobación de una resolución por la Asamblea General de la organización.
Era el 17 de octubre de 1993. Filipinas, mediante decreto presidencial, declaró el 17 de octubre como Jornada Nacional. Ese día, una réplica de la Placa Conmemorativa reunía en el parque Rizal, en el centro de Manila, a una gran cantidad de personas de toda procedencia. Más tarde, se instalaron otras réplicas en otros lugares del país.
Era el 17 de octubre de 1996, Año Internacional para la Erradicación de la Pobreza. En la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, el Gobierno francés, ofrecía a las Naciones Unidas una Placa Conmemorativa que reproducía el mensaje de Joseph Wresinski en los seis idiomas oficiales de las Naciones Unidas. Ya, desde 1993, en la sede de las Naciones Unidas, cada año se reunían, en nombre de su misma humanidad, personas muy diferentes.
Ese mismo año, en Manéga, Burkina Faso, el Sr. Titinga Pacéré, hizo construir, cerca de su museo, lo que el denominará como la Placa Conmemorativa sagrada africana, ubicada en el contorno de una inmensa placa conmemorativa que reproduce la forma del continente africano, se puede leer el mensaje de Joseph Wresinski, reproducido en diferentes idiomas del continente. Cada 17 de octubre, jóvenes y adultos caminan juntos desde la capital, Uagadugú, hasta la Placa Conmemorativa sagrada africana.
Unos años después, en 2004, en Mauricio, frente al Water Front, en la ciudad de Puerto Luis, se inauguró una réplica con una forma de creación artística muy original, que simboliza el agua, patrimonio común y precioso de la humanidad.
Y… y…
Recuerdo y me pregunto.
¿Cómo es posible que en la actualidad haya más de cincuenta réplicas de la Placa Conmemorativa en todo el mundo, y que haya aún otras perspectivas de instalación en curso?
Réplicas todas diferentes unas de otras: algunas reposan sobre el suelo, o se apoyan en una pared, en un lugar significativo, o que realzan su significado a través de la creación artística. Todas ellas cargadas de historia, de memoria, de luchas, de cultura, de espiritualidad: en el atrio de una institución internacional, en un lugar de espiritualidad, en la pared de un ayuntamiento, en un lugar «de esperanza», en un centro cultural, cerca de un Memorial a las víctimas de la Gran Hambruna, o aún en otros lugares.
- No tengo ninguna respuesta sino una convicción. La Placa Conmemorativa y sus réplicas, portadoras todas del llamamiento de Joseph Wresinski, responden a nuestra búsqueda de unidad, a nuestra sed de armonía y de paz, a nuestra búsqueda de justicia y de fraternidad. Nos empujan a elevarnos; despiertan lo mejor que hay en nosotros. Forman parte del patrimonio mundial de la humanidad.