Tener la oportunidad de aprender
Durante la Campaña Pobreza Nunca Más – Actuar Todos por la Dignidad, ATD Cuarto Mundo impulsó la escritura de historias de resistencia y cambio, de luchas colectivas que muestran que si las personas se unen pueden lograr que la miseria retroceda.
Historias de resistencia que ponen en evidencia que la miseria se puede evitar.
La siguiente historia está escrita por Jean Pierre Pinet (Francia)
En un momento en que en Francia el acceso a Internet desde dispositivos móviles se hacía realidad, yo participaba regularmente en una acción en un asentamiento romaní donde compartía mis conocimientos de informática con padres, madres, niñas y niños. Una voluntaria permanente de ATD Cuarto Mundo que conocía bien a las familias facilitó mi introducción. Llevaba material informático con posibilidad de conexión Internet, en el marco del proyecto «Internet de calle».
Establecer conexiones; establecer confianza
Durante una parte del día las madres salían a pedir limosna, los padres salían a buscar trabajo. Yo solía ir al asentamiento al final de la tarde donde con frecuencia Manuella, la abuela, me recibía con una taza de café. Todavía recuerdo los ojos de Florin que seguía con la mirada el cabezal de la impresora mientras, en medio del campo, imprimíamos las fotos que unas personas y otras me habían solicitado. Lo que más interés suscitaba eran los «cuadros» (fotografías tamaño A4), que era el nombre que las personas le daban. «¡Son para poner al día a la familia! (¡que se quedaron en el país!)», decían. Otras los exponían en sus caravanas: «si las expulsiones nos separan, tendremos un recuerdo».
Descubrir el problema de la escuela
Mientras realizábamos esta actividad, con frecuencia hablábamos con el padre de Florin y con otras personas adultas. De este modo, progresivamente tomé conciencia que para muchas madres y padres de familia había varios temas que volvían insistentemente: el hecho de tener servicios sanitarios, la evacuación de basuras y, sobre todo, la escolarización de los hijos.
Pensamos estas cuestiones con las familias y después en el colectivo en el que yo participaba donde, por suerte, había una persona que trabajaba en el sistema educativo nacional. Una pequeña delegación compuesta por familias y miembros del colectivo se reunió con el alcalde y una carta del Ministerio de Educación respaldó la iniciativa.
Realmente «quiero aprender»
En el asentamiento, cada persona intentaba organizar el inicio de ese curso escolar. Un padre, cuyo hijo tenía problemas de salud, inició con éxito una serie de trámites para conseguir unas gafas y un audífono para su hijo Dorin. Como siempre, el asentamiento estaba lleno de barro, perdido en un rincón del bosque, abierto a la planicie. El padre recorrió decenas de kilómetros, con una bicicleta, para que su hijo tuviera todo lo necesario para ir la escuela. Su hijo estaba muy orgulloso: «quiero aprender», decía.
Tras semanas de trámites administrativos en la escuela aceptaron a Florin, Dorin y a sus amigas y amigos, e incluso, ¡el transporte escolar vino a buscarlos!
Exclusión y discriminación
En Europa hay muchas historias de lucha similares; ¡simplemente para lograr que se cumpla de un modo efectivo un derecho tan elemental como que las niñas y los niños puedan ir a la escuela! Aunque para ello sin cesar haya que recomenzar a causa de las expulsiones, del racismo y de la discriminación.
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