Un cambio radical de perspectiva
Durante la Campaña Pobreza Nunca Más – Actuar Todos por la Dignidad, ATD Cuarto Mundo impulsó la escritura de historias de resistencia y cambio, de luchas colectivas que muestran que si las personas se unen pueden lograr que la miseria retroceda.
Historias de resistencia que ponen en evidencia que la miseria se puede evitar.
La siguiente historia está escrita por Genika Baycheva (Bulgaria)
Formo parte del equipo de la Fundación Plovdiv 2019, creada con el fin de lograr el reconocimiento de Plovdiv como Capital Europa de la Cultura en 2019. Queríamos centrar la atención en Stolipinovo, una zona de la ciudad que parecía olvidada y abandonada por todo el mundo.
Me había instalado recientemente en Plovdiv y decidí visitar Stolipinovo para verlo por mí misma y me agradó descubrir que no era en absoluto peligroso, contrariamente a lo que todo el mundo me había dicho.
Con la Fundación conocimos a un muy buen músico, un alemán que viajaba por todo el mundo con su piano y le invitamos a venir a Stolipinovo. Fue maravilloso ver la conexión que establecía con las personas del barrio, lo contentas que estaban de su presencia y de tener la posibilidad de descubrir su música. De este modo fue como comenzamos a pensar cada vez más sobre cómo podíamos implicar la dimensión artística y cultural en el barrio. Aunque dejé de trabajar para la Fundación Plovdiv 2019, seguí visitando Stolipinovo cada vez más.
Durante un taller creativo en Plovdiv, un artista de los Países Bajos llevó a cabo un interesante enfoque cultural denominado Chair sessions (Asambleas en silla). Se trataba de caminar por el barrio con sillas de plástico. La tarea consistía en sentarnos con los habitantes del barrio y hablar con ellos sobre lo que les gustaba o no del barrio y lo que les gustaría mejorar. Entonces, escribiríamos las principales frases, elegidas con las personas, sobre las sillas.
En algunas partes del vecindario, llamados asentamientos informales, las personas no tienen sillas. Por lo que, más tarde, con un carpintero del barrio, construimos unos cubos amarillos que nos servían para reunirnos con las personas y para que pudieran escribir o dibujar sobre ellos sus ideas y se compartiesen de un lugar a otro.
- Me gustó mucho este enfoque porque me impulsó a establecer una relación muy personal con los habitantes del barrio. Me gustó escuchar sus historias y me permitió ampliar mi visión a nuevas ideas.
Fuimos seis personas las que participamos en esta forma de conocer y encontrar a las personas en Stolipinovo. A partir de las frases que recopilamos mediante estas «Asambleas en silla», vino la idea de escribir las letras de una canción y después realizar un vídeo musical. Caminamos por el barrio buscando a jóvenes que tuviesen talento musical y que quisieran participar con otras personas en la creación de canción. Creo que, para mí, fue uno de los momentos más relevantes, esta búsqueda del talento de las personas en el barrio. De nuevo, esto amplió nuestra visión; una jornada para descubrir la creatividad del barrio.
- Todo ello fue posible porque tomábamos el tiempo necesario para conocer a las personas de Stolipinovo.
Un error frecuente que cometen las personas exteriores al barrio es creer que pueden transformar a las personas del barrio. Al principio, yo misma rebosaba optimismo y energía pensando que podía hacer algo bueno por los demás, tenía muchas ideas ambiciosas para cambiar el vecindario, para cambiar a las personas. Pero entonces, el hecho de estar allí y hablar con las personas durante cerca de dos años, me permitió entender mucho mejor sus necesidades, sus deseos y sus ideas. Modifique mi propia visión.
- Ya no quería lograr una transformación en las personas, sino que quería que tuvieran una vida mejor, que cambiaran sus condiciones de vida, pero no que las personas cambiaran. Lo más importante fue conocer a las personas, y no hay otro modo de hacerlo más que tomando el tiempo suficiente para ello.
En segundo lugar, lo que me inspiró mucho fue que cuando fuimos con los cubos amarillos, logramos establecer una relación con las niñas y niños. A nivel físico era un fenómeno muy interesante de observar, porque cada vez que llegábamos con los cubos, era una especie de imán para los niños, simplemente venían. Antes se peleaban. Había tantas niñas y niños y estaban tan felices de poder expresarse a través de los cubos.
Fue un gran momento de éxito. Por ejemplo, recuerdo la primera vez que conocí a Kamelia; se acercó sonriendo. Y la última vez que la vi, hablamos por primera vez juntas en búlgaro. Creo que fue porque cada vez se encontraba más cómoda conmigo. Por último, en ocasiones nos quedamos con la madre de Kamelia durante horas. Me acuerdo también de la primera vez que Kamelia dijo «estos son mis amigos», y el tiempo necesario para llegar a ese momento en el que construimos una confianza mutua.
Hace poco, Kamelia dijo: «Tú, te sientas con nosotros, tomamos un café juntas y conversamos: hablamos de todo, de lo que va bien y de lo que no va bien. Tú, no pegas a nadie, yo tampoco. Tú, hablas con cada niña o niño y les preguntas personalmente cómo va en los estudios, sobre lo que hace… esto es lo que he aprendido de ti, la amistad. He aprendido que no importa si soy cristiana o musulmana, porque no es una razón para no ser buenas amigas. Hay personas que dicen: ‘Aquellos son cristianos, nosotros somos musulmanes’, y se alejan. Yo no me alejo. Por eso todos me quieren y vienen a mi lado».
Al crear una relación y conocer a las personas mediante la música y los diálogos con las personas de Stolipinovo, apoyándolas y desechando este objetivo de que cambien, tomando el tiempo necesario, hemos logrado aprender muchísimas cosas juntos.
Esta relación y conocimiento nos ayuda a todas las personas a acabar con las ideas preconcebidas, un amplio y necesario trabajo.
Para saber más, visite el blog 1001 Historias de Resistencia→