Las primeras personas en actuar para salir adelante
En 2017, ATD Cuarto Mundo hizo una invitación a escribir, ante situaciones de injusticia y extrema pobreza, historias reales de transformación que muestran que cuando nos unimos en una misma lucha podemos lograr que la miseria retroceda.
En nuestro sitio web para favorecer una expresión colectiva intentamos no firmar los artículos, salvo en casos excepcionales. En este caso se trata de personas precisas que intentan poner en valor historias experimentadas en primera persona.
La siguiente historia está escrita por Vivian Labrie investigadora autónoma y ciudadana de Quebec (Canada).
Hace veinte años, en otoño de 1997, cuando celebramos el Parlamento de Calle frente a la Asamblea Nacional de Quebec. Aun cuando entonces no estaba claro, este campamento abigarrado que duró un mes marcó el inicio de una aventura colectiva inédita para proponer
- una ley por un Quebec sin pobreza que conduciría a la aprobación por parte de la Asamblea Nacional de una auténtica Ley e inspiraría iniciativas similares fuera de Canadá.
Todavía escucho a Yvette Muise afirmar que ya estaba harta de soñar en colores: «¡Debemos soñar lógico!», sentenció. Yvette sabía de lo que hablaba. Ella ha visto situaciones de todos los colores en sus vida. Esas palabras suenan extrañamente pertinentes hoy. Nos dieron un impulso impresionante para creer en este proyecto de una ley para la erradicación de la pobreza que se experimenta en nuestras redes ciudadanas. En los dos años siguientes repetiríamos en muchas ocasiones estas mismas afirmaciones. Figurarán en el preámbulo del proyecto de ley ciudadana que aprobamos simbólicamente en primavera del año 2000 ante la Asamblea Nacional de Quebec. Es necesario decir que esta iniciativa, que nos reunió en otoño de 1997, se nutrió de varios años de trabajo ciudadano donde, por diversos motivos, grupos comunitarios y sus agrupaciones tomaron como principio de acción que las personas en situación de pobreza estuvieran en el centro de las luchas que les afectaban. Es lo que pasó en los grupos de defensa de derechos. Es lo que pasó en los grupos de alfabetización y en varios grupos de educación popular que participaron en diversas corrientes de pensamiento y de acción que iban en esta dirección: el ver-juzgar- actuar de la acción católica, los análisis colectivos del contexto de ciertos movimientos de izquierdas y la perspectiva de concientización de Paulo Freire y de la solidaridad internacional. Es lo que pasó también en ATD Cuarto Mundo, donde los equipos de Quebec se unieron a este movimiento. Influimos mutuamente en las metodologías de acción.
En el invierno de 1998, llegado el momento de crear un Colectivo para pensar como realizar el proyecto de ley para la erradicación de la pobreza, teníamos una misma comprensión sobre este punto. Prestaríamos atención de modo que este aspecto estuviera presente tanto en el modo de organización y de gobernanza como en la pedagogía y el contenido del proyecto de ley que debíamos elaborar conjuntamente. Durante una reunión, mientras preparábamos la elaboración del texto de petición que acompañará esta iniciativa de construcción, el equipo de ATD propuso que se afirmara en el texto que las personas en situación de pobreza actúan a diario contra la pobreza. Esta idea se puede encontrar en el preámbulo del proyecto de ley ciudadana de 2000 que aprobamos de forma simbólica ante la Asamblea Nacional. Se afirma que
- “las personas en situación de pobreza son las primeras en actuar para transformar su situación y la de las demás personas”.
Nos esforzamos también en consituirnos como un laboratorio activo de esta convicción. Adoptamos la costumbre de hacer que las delegadas y los delegados de las organizaciones miembros pudieran ser dos y que únicamente pudieran hacer uso de sus votos cuando al menos una de las dos personas se encontrara en situación de pobreza. Creamos un comité AVEC, cuyo mandato era mantener una vigilancia para que esta forma de estar junto a las personas en situación de pobreza pudiera ser al mismo tiempo un estar ‘juntos’. Garantizamos esta presencia y esta participación en nuestras movilizaciones y en nuestras acciones. Exploramos formas de animación inclusivas que permitieran a miles de personas de muy diferentes ámbitos de la sociedad enunciar lo que querrían que se reflejase en una ley para la erradicación de la pobreza, así como participar en su elaboración.
Las personas encuentran sus palabras y sus ideas en los textos que el colectivo produce. Como esta frase de Lucien Paulhus que figurará con esta de Yvette Muise en el preámbulo del proyecto de ley ciudadana: “Soy una hoja al lado del árbol. Después de la ley, estaré en el árbol”.
Hay diálogos épicos entre unas personas y otras sobre aspectos sensibles como la necesidad de garantizar un ingreso que cubra las necesidades fundamentales o un salario mínimo que pueda permitir salir de la pobreza. También hay momentos de celebración como pone en evidencia una foto tomada en primavera de 2002 que después se convertirá en un afiche y que será motivo de mucho orgullo. Se ve a doscientas personas implicadas activamente en el proceso, con experiencia de pobreza o en solidaridad con ellas, sosteniendo conjuntamente una serie de banderolas donde se pueden leer las siguientes palabras:
- “¡Crear las bases para un Quebec y un mundo sin pobreza, más solidario, más igualitario! Hacerlo junto con personas en situación de pobreza. Es decir, ¡gobernarnos y desarrollarnos de manera diferente!”.
La ley que aprobó por unanimidad la Asamblea Nacional en 2002, es menos ambiciosa que el proyecto de ley ciudadana que le dio origen. Sin embargo, su preámbulo afirma asimismo que las personas en situación de pobreza son las primeras en actuar. Después de la aprobación de la ley, ha habido cosas buenas y malas en las decisiones públicas. En el cómputo de las cosas mejores, la ley se compromete a avanzar hacia un Quebec sin pobreza. Además, impone que se garantice un ingreso mínimo para ayudas sociales y ha dado pie a la mejora significativa de la renta básica para las familias. Ha establecido un comité consultivo, responsable del seguimiento de la aplicación de la ley y de orientar al ministro responsable de la misma. La composición de este comité prevé la presencia oficial de tres personas en situación de pobreza. Este hecho va a sacudir algunas costumbres que prevalecen en estos comités públicos; como solicitar que las personas avancen el coste de los desplazamientos al lugar de reunión. En el cómputo de las cosas peores, algunas decisiones se siguen fundamentando en los prejuicios y el miedo de las demás personas sin que esta nueva ley pueda impedirlo. El cúmulo de estas decisiones van a provocar un deterioro de la situación económica de personas solas y parejas sin menores que cuenten con prestaciones de ayudas sociales. Y poco a poco, el argumento de la motivación al empleo, que prevalece antes que la ley sobre la pobreza y justifica todo tipo de obligaciones humillantes, es lo que va a tomar fuerza hasta ocupar de nuevo todo el espacio. Es lo que está pasando mientras escribo esta historia. Pese a la ley para la erradicación de la pobreza, se anuncian nuevas normas, presuntamente en beneficio de las personas que solicitan la ayuda social por primera vez. Estas normas reintroducen el mismo tipo de obligaciones susceptibles de sanción que llevaron a miles de personas hace veinte años a implicarse activamente en una movilización ciudadana por un Quebec sin pobreza. Podemos recordar una frase de otra Yvette, que también escuchamos, en breve va a hacer veinte años: “No hay nada peor que alguien que quiere tu bien en tu lugar”. La historia se acaba aquí, de momento. Pues el sueño de un Quebec sin pobreza persiste. Así como la posibilidad de soñar lógico.
Para saber más, véase el vídeo.
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