Actividades generadoras de recursos y solidaridad
Desde mediados de 2015 hasta finales de 2017, en el Centro Internacional ATD Cuarto Mundo, el Área de Conocimiento Acción Compromiso ha animado un debate a distancia entre cuatro grupos conformados por miembros de ATD Cuarto Mundo, entre ellos, personas en situación de pobreza extrema, trabajo por jornal, irregular y precario. Estos grupos eran: Bukavu, República Democrática del Congo; Yaundé, Camerún; Madrid, España y México D.F. en México.
Esfuerzos invisibles, creatividad y actividad múltiple
Una de las cosas que ponen de manifiesto estos intercambios son los esfuerzos insospechados, pero muy reales, realizados por unas y otras personas para sacar adelante a sus familias.
Raúl*, en Madrid, España, «busca un lugar donde se tiran cosas, pero no podemos buscar en los contenedores», es un «trabajo ilegal», donde «no tenemos derechos, ni horarios fijos». Busca «cartones, palets, chatarra, metal, cobre, ropa ». Esto le permite «comer sin más, ni tan siquiera logro mantener a la familia». Raimundo, que actualmente vive en Alcalá, con frecuencia utiliza su bicicleta azul para recuperar chatarra o trabaja en «algunas empresas», cuenta todos los esfuerzos que ha hecho para intentar formarse, sin éxito.
En muchas ocasiones, las mujeres del barrio Mesa de los Hornos en México ponen de manifiesto los esfuerzos y la creatividad que desarrollan. «Hoy voy a vender, voy a ver a mis hijos, hago la limpieza de la casa, tengo que dejar todo bien listo en mi casa para que todo vaya bien». Recuerdan que para salir adelante hace falta ser «más creativas» y «más inteligentes». «Algunas venden galletas, tamales, chatarra, ropa, etc», «Perfumes puerta a puerta o mediante catálogo». «Trabajan en tortillerías», «o limpiando en casas ajenas, o lavando ropa o planchando ».
En agosto de 2015, los miembros del grupo de familias solidarias de Bukavu, durante una formación, debatieron acerca de las numerosas actividades que llevan a cabo para vivir: porteador, responsable de la fuente pública, albañil, ganadero, operario, cultivador, mecánico, vendedora de brasas, vendedora de escobas, zapatero, pedir limosna, fabricante de bebida local, vendedora de carne de cerdo, jornalero, agente del Estado para las pensiones, etc… Muchas de las personas describen con precisión lo que saben hacer, sus habilidades y lo que han aprendido con su actividad, como, por ejemplo, la señora Doris, que cultiva un campo de hortalizas: «En este trabajo de huerto he aprendido cómo preparar el huerto, buscar abono, simientes, algo que ignoraba antes. Explico a muchas personas cómo se hace, dada mi experiencia». O, en otros casos, ciertas actitudes necesarias, como la señora Luisa, intermediaria: «Para que me de el trabajo tengo que utilizar una estrategia (sonreír, invitar a comer al propietario de los sacos de mandioca,…). Tengo que conocer a mi empleador, a quién compra, y hay que ser astuta».
Sofía, de Yaundé, está muy impresionada porque las familias solidarias de Bukavu «no rechazan ningún tipo de actividad» para poder sobrevivir, como en Yaundé, donde es inmensa la variedad de pequeños negocios.
El reconocimiento de un trabajo digno y la necesidad de seguridad social
Pese a las dificultades, cuando pueden, en todos los lugares, las personas y sus familias calculan, piensan en su presupuesto, intentan invertir, piden prestado a personas conocidas en base a la confianza mutua y las solidaridades comunitarias.
Raúl afirma que su actividad es un poco como «jugar a la lotería», va equilibrando entre «una indemnización y un ingreso mínimo que el Estado proporciona, 480 €». Explica, por ejemplo, que la ayuda del Estado no es «suficiente para pagar el comedor escolar» y, en consecuencia, «es necesario completar el ingreso mínimo con buscar chatarra».
En Bukavu, incluso cuando se realizan diferentes actividades, no todo el mundo corre la misma suerte y en diferentes ocasiones uno sufre las dificultades de una vida frágil, como afirma la señora Anne: «Cuando mi marido me prohibía ir a trabajar al campo, porque estaba enferma, yo le decía, ´incluso si voy a trabajar al campo me voy a morir, y si no voy a trabajar al campo, también voy a morir´ ».
Los gestos de solidaridad entre personas en situación de pobreza y otras personas existen en todas partes, sin embargo, como muestran las familias solidarias de Bukavu o aliadas y aliados de ATD Cuarto Mundo de Yaundé, unirse, apoyarse mutuamente, permite sentirse más fuerte, beneficiarse de un cierto reconocimiento. Por ejemplo, el señor Andrés, dice sobre su trabajo de porteador:
- «Aunque este trabajo pueda parecer a las personas algo degradante y humillante, yo lo respeto, le doy el valor que tiene, pues mi vida y la de mi familia dependen de él».
«Me libera, libera a mis hijas e hijos, a mi mujer y a mis vecinos». El apoyo del grupo de familias solidarias le ha permitido considerar mejor su actividad, como un auténtico trabajo.
En numerosas ocasiones, en Bukavu, las personas exponen las diferentes formas de organizarse juntas para apoyarse en el trabajo. El señor Felipe, sobre su mujer y las amigas de esta afirma: «se prestan dinero para que ninguna de ellas se quede sin ocupación» y «mi mujer organiza muy bien sus tres actividades». También son muchas personas las que, como la señora Ángeles, comparten su preocupación diaria cuando los medios económicos escasean: «En todas las familias la situación es grave», «mis hijas e hijos encuentran qué comer, pero difícilmente tienen para vestirse o acceder a atención sanitaria». Algunas, las que pueden, intentan también «aportar una cierta cantidad, como las demás personas, con motivo de una boda, o otra circunstancia».
A través de los vínculos sociales, el grupo de Yaundé, en Camerún, pone en valor la asociación entre personas desfavorecidas a la hora de producir bienes de consumo o comerciar: Las mujeres se unen para cultivar hortalizas en las zonas de huerta, un campo por día, para salvar su producción, la «boda» es una asociación de mujeres para comprar juntas pescado en el mercado, o incluso algunas hacen trueque de productos alimenticios.
Después del diálogo entre Bukavu y Yaundé, la señora Mónica de Camerún, dirá de las personas del grupo de familias solidarias de Bukavu: «Son personas que realmente planifican, tienen mucho que enseñar a nuestros propios Gobiernos».
La transmisión a nuestras hijas e hijos, invertir en ellos, un motor
Nuestras hijas e hijos siempre son fuente de motivación a la hora de invertir para que sus madres y padres no dejen de luchar, con frecuencia, cuando pueden, contribuyen a apoyar económicamente a la familia. Las familias de Bukavu y las madres de México lo expresan muy bien, las madres y padres trabajan duramente en «interés superior de sus hijas e hijos» y, «gracias a la fuerza que sus hijas e hijos les transmiten». Estas últimas personas abordan también la necesaria reciprocidad entre madres, padres y sus hijos en los esfuerzos por hacer vivir la familia: «Si no quieren continuar sus estudios, pues bien, van a trabajar y ayudan también a mantener el hogar». Les decimos; «si no estudiáis no quiere decir que no vayáis a ser inútiles, una persona que no ha hecho estudios puede ser muy útil». «Algunos son albañiles, y por lo tanto construyen casas, y si después uno de ellos tiene un empleo, pues bien, da trabajo a todos los demás». Como evoca a través de su experiencia la señora María, de Bukavu, cuando las dificultades económicas y la falta de trabajo transforman el sentimiento de reciprocidad en dependencia respecto de sus hijas e hijos, y la indignidad invade la vida diaria: «Siento vergüenza de quedarme en casa de mi hija, sobre todo porque tiene 8 hijos y su marido no tiene un trabajo fijo».
Estos intercambios han permitido a diferentes personas reunirse y reflexionar conjuntamente, salir de una cierta situación de aislamiento y darse cuenta que en todos los continentes, incluso en los países llamados «desarrollados», trabajadoras y trabajadores activos se ven también marginados y excluidos, y para darse fuerzas mutuamente y darse cuenta que sus experiencias enriquecen y conforman un conocimiento experto indispensable que en un futuro las organizaciones internacionales del trabajo deben reconocer y poner en valor.
* Se ha cambiado el nombre de las personas para respetar el anonimato de las intervenciones, dado que estos diálogos se han realizado en un contexto diferente.