Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible pueden hacerse realidad | Isabelle Pypaert Perrin
El 25 de septiembre de 2015, 193 jefes de Estado, reunidos en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, se comprometían a «poner fin a la pobreza en todas sus formas y en todo el mundo» y aprobaban 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de cara a 2030. Por primera vez, estos objetivos implican a todos los países. Después de años de intenso trabajo de incidencia política, ATD Cuarto Mundo y sus organizaciones socias como la Confederación Sindical Internacional y Social Watch conseguían que el principio «no dejar a nadie atrás» se inscribiera como un imperativo dentro de estos objetivos, rompiendo así con la violencia de políticas que buscan únicamente llegar hasta la mitad de la población.
De hecho, cuando los programas de acción prevén tomar en cuenta una parte de la población sin tomar en consideración a las personas en situación más grave de pobreza, las organizaciones encargadas de su realización se dirigen en primer lugar a quienes les parece que tienen más oportunidades de lograr éxito, lo que permite cumplir con los objetivos asignados, sin embargo, ¿es esta una medida eficaz?. Una investigación acción participativa internacional realizada1 para evaluar el impacto de los Objetivos de Desarrollo del Milenio ha demostrado que no es una medida eficaz. De hecho, toda la historia y la experiencia del Movimiento Internacional ATD Cuarto Mundo junto con personas y comunidades en situación de extrema pobreza muestran que estas se niegan al abandono de sus miembros más débiles en el momento de la ejecución de los proyectos de desarrollo. (Véase en 1001 Historias de Resistencia, No dejar a nadie atrás.)
Por este motivo, el 25 de septiembre de 2017, ATD Cuarto Mundo, el Llamado Mundial a la Acción Contra la Pobreza y otras muchas organizaciones reiteran su petición a los Gobiernos de los países firmantes para que establezcan todas las medidas necesarias para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.(leer el comunicado de prensa)
El 17 de octubre, durante el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, también se invitará a las ciudadanas y ciudadanos a comprometerse activamente para «no dejar a nadie atrás».
Para poder cumplir efectivamente esta ambición, es necesario superar previamente otro desafío: no se podrá erradicar la extrema pobreza si se continúa utilizando para su medición indicadores económicos y monetarios arbitrarios. Indicadores como el definir el umbral de pobreza cuando se vive con menos de 1,90 dólares por persona y por día2 ponen en evidencia una parte de la realidad, pero, al mismo tiempo, enmascaran la realidad de la pobreza, especialmente en países de Europa o de América del Norte. Este indicador induce a pensar que un pequeño aumento de los salarios sería suficiente para cambiar la situación, pero invisibiliza por completo la realidad de personas que cuentan con más de 60 dólares al mes pero que deben hacer frente cada día a condiciones de vida y dinámicas de exclusión que pueden llegar a privarles de todo poder de actuación sobre su propia vida y la de sus familias. Además, proyecta la imagen falsa de que algunos países han logrado resolver la cuestión de la extrema pobreza y otros no. Asimismo, impide tomar en consideración los esfuerzos que los poderes públicos y la ciudadanía en su conjunto deben realizar para la consecución del Objetivo de Desarrollo n.º 1, la erradicación de la extrema pobreza y del hambre en el mundo de cara a 2030.
Por ello ATD Cuarto Mundo junto con la Universidad de Oxford han iniciado una investigación-participativa de ámbito internacional sobre las dimensiones de la pobreza y sus indicadores, donde personas en situación de pobreza participan como co-investigadoras junto con otros expertos. Necesitamos entender mejor la realidad de la pobreza, y quienes la viven son las personas más indicadas para introducir este conocimiento.
Otros indicadores de pobreza utilizados por la comunidad internacional son multidimiensionales, pero, a día de hoy, ninguno de ellos toma en consideración la dimensión relacional del desprecio, de la opresión y de la exclusión social, tan dolorosa para quienes la padecen. Así, en Europa, una familia contaba cómo, en todos los lugares en los que intentaba instalarse, se le expulsaba porque nadie les quiere en su vecindario. Les llaman «las cucarachas», y este sobrenombre infame les persigue donde quiera que vayan como una maldición que les impide encontrar un lugar donde vivir, enraizarse y desarrollar su proyecto familiar.
- Esta familia grita su angustia: «¡No somos perros para que se nos desprecie en todas partes!». Asimismo, en América Latina, miembros de ATD Cuarto Mundo comprometidos activamente con jóvenes que viven en situación de calle, en las inmediaciones de un vertedero, escuchan constantemente decir que estos jóvenes son incapaces de producir nada bueno, que hay que invertir en otras partes y utilizar las fuerzas y la energía en otros jóvenes que tengan posibilidades de futuro.
El desprecio por lo humano y la negación de la capacidad que tiene cada persona a contribuir al mundo son puntos comunes en la experiencia de quienes luchan en su vida diaria contra la miseria. Cuando se les escucha, estas personas y comunidades en situación más grave de pobreza, afirman su esperanza de poder tomar su propio destino en mano, encontrar su lugar y vincularse a la sociedad que les rodea. Esta esperanza está presente y se manifiesta en todos los países, en todas las sociedades. Esta esperanza debería constituir el motor principal de nuestro esfuerzo para que los Objetivos de Desarrollo Sostenible puedan hacerse realidad. Que la esperanza del reconocimiento de la dignidad de todo ser humano y la paz resultante sean, definitivamente, una realidad duradera para todos.
- Informe «Hacia un desarrollo sostenible que no deje a nadie atrás: Desafío 2015», 142 pág., 2014. Investigación acción participativa realizada por ATD Cuarto Mundo con la participación de más de 2 000 personas, la mayoría de ellas en situación de pobreza o de extrema pobreza.
- Desde 2015, el Banco Mundial ha fijado el umbral de la pobreza a 1,90 dólares por día por persona.