¡Ellos se quedan! ¡No van a ninguna parte!
Durante la Campaña Pobreza Nunca Más – Actuar Todos por la Dignidad, ATD Cuarto Mundo impulsó la escritura de historias de resistencia y cambio, de luchas colectivas que muestran que si las personas se unen pueden lograr que la miseria retroceda.
Historias de resistencia que ponen en evidencia que la miseria se puede evitar.
Por Michèle Courcier y Jean-Marie Rausenberger (Francia)
Crenguta salió de Rumanía y vive en Francia con su familia. Vive en una casa que tenía que haber sido demolida durante la rehabilitación del barrio. Crenguta lucha por lograr una vivienda con el apoyo de un colectivo.
Crenguta es una mujer romaní que vive en Francia con doce miembros de su familia. Salieron de Rumanía huyendo de la miseria y de la exclusión que sufrían.
En Francia, desde hace varios años y en diferentes ocasiones han sido víctimas de expulsión de sus viviendas improvisadas. Desde hace 15 meses, Crenguta y su familia viven en una casa que tenía que haber sido demolida durante la rehabilitación del barrio.
El abogado que defiende a la familia ha hecho un llamado a los miembros del colectivo que le ayuda para que pidan de manera urgente certificados que demuestren que mantiene buenas relaciones con el vecindario. Es necesario que los miembros de la vecindad acepten rellenar una serie de certificados oficiales que posteriormente presentarán ante la justicia. Crenguta está de acuerdo para ir pedir estos certificados puerta a puerta y cuenta con los miembros de este colectivo para hacerlo porque no habla muy bien francés.
Intimidados, puesto que no sabemos muy bien como presentar la cuestión, llamamos a la primera puerta. ¡Nadie! La vecina vuelve de hacer compras, nos ve a su puerta.
– Señora, la necesitamos, ¿estaría usted dispuesta a ayudar a Crenguta? Corre el riesgo de ser expulsada dentro de poco de su casa junto con toda su familia.
– A mí, no me molestan. Son personas tranquilas, amables, no tengo nada contra ellas.
Nos manda pasar, nos sienta en la mesa de la cocina y va dictando su testimonio: «Conozco a la familia desde hace un año. Son mis vecinos y son amables, me entiendo bien con ellos. No me molestan», confirma.
- Su rostro, que en un principio mostraba signos de desconfianza, se va transformando poco a poco. Está contenta de poder participar en la defensa de la familia.
– Tendrían que ir ustedes a la puerta de al lado, mi hermana vive allí y creo que estará de acuerdo.
Llamamos a la segunda puerta. En un primer momento hay un recibimiento tímido, pero, cuando explicamos la iniciativa, todo cambia. El hijo de la familia exclama:
– ¡Ellos se quedan! ¡No se pueden ir! ¡No irán a ninguna parte! A medianoche, el 31 de diciembre, yo mismo fui a su casa y celebramos juntos la fiesta de Año Nuevo.
Todos se organizan, se contacta a otra vecina y en menos de media hora conseguimos los certificados de buena vecindad tres personas más, los documentos de identidad y las firmas. Nos ofrecen algo de beber.
Nos vamos y estamos muy contentos de poder colaborar en la defensa de esta familia de quién el Ayuntamiento dice que no tienen su lugar aquí, que la población local se queja… Y sentimos también como el vecindario está realmente conmovido al ver que solicitamos su ayuda.
La familia puede permanecer en su vivienda hasta el fin del proceso de realojo. Un realojo que será estudiado junto con los servicios técnicos de la subprefectura. Gracias a Crenguta y a la amabilidad que toda la familia desprende se ha logrado vivir estos hermosos encuentros. Gracias a los miembros de la vecindad por su ayuda y por este hermoso momento de humanidad que nos han ofrecido.
- En esta difícil lucha por defender a estas familias que viven una discriminación extrema estos son los momentos que nos permiten mantenernos firmes.
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